Como si de la canción de Sabina De purísima y oro se tratase, adentrarse en la historia de Antigüedades Palacios es como emprender un viaje al Madrid más castizo desde la época de la posguerra hasta nuestros días. Allí, en el corazón del Rastro, en la actual Plaza del General Vara de Rey, Mariano Palacios regenta desde hace más 70 años la tienda de antigüedades más veterana de Madrid (y posiblemente de España). Por su mostrador han pasado artistas de Hollywood como Elizabeth Taylor y rodado numerosas películas de época. “Nos conocen hasta en México y Nueva York”, presume su dueño a 65Ymás.
Toda una vida en el centro del ajetreo madrileño. “En Ribera de Curtidores, frente a las Galerías Piquer nació un servidor en 1924”, explica Mariano, quien heredó a los 19 años la tienda de ropa de su tía Manolita en lo que entonces se conocía como Cerrillo del Rastro. Un lugar que ahora se ha expandido a tres tiendas de reliquias antiguas, dirigidas por tres de sus cuatro hijos. “Han continuado con la tradición porque lo han mamado. Desde que nacieron han correteando entre muebles, organillos y vajilla de segunda mano”, explica su mujer Amparo Huecas (Madrid, 1931).
Ella, algo más joven pero también oriunda del barrio (nació en la casa contigua a la tienda de Mariano), ha estado corregentando el negocio desde que se casasen hace más de 60 años. “Él me veía cada día pasar frente a la tienda. Éramos amigos del barrio y después de muchos años y muchos domingos de excursión en bici a Pozuelo al final nos casamos”, recuerda Amparo. “En esta misma plaza he dado a luz a mis cuatro hijos”, explica mientras justifica el nombre del primogénito Luis Miguel, como homenaje a “Dominguín”. “La familia era muy forofa del toreo”, añade.
Del gran zoco al barrio más cool
Entre discos de Antonio Machín y Frank Sinatra, “nos gusta la buena música”, la pareja ha vivido muchas vidas. Desde la época de la posguerra donde se vendía “casi de todo de segunda mano” y con pocos retales se organizaban “academias de corte y confección”, hasta el esplendor de las visitas de las estrellas del celuloide estadounidense en los años 60. “Charlton Heston compró unas botas y Liz Taylor se interesó por unos mantones de manila”, recuerda Mariano. “Yo pensé, cómo se parece esta chica a la actriz de Hollywood...Y resulta que era ella”, explica entre risas.
“Antes el negocio de antigüedades era nulo. Yo me he recorrido pueblos y ciudades de España y el extranjero en busca de objetos de segunda mano. Pero no siempre se apreciaban”, explica Mariano. “Recuerdo un mueble de farmacia pintado del siglo XVII, que vendí a un negociante catalán y que luego acabó expuesto en París; o un jarrón de porcelana de Suiza, más alto que yo”, cuenta.
Pero si algo ha cambiado, en opinión de la familia Palacios, son los clientes. “Antes había clientes de mucho dinero, ahora la gente solo busca pequeños objetos de 20 euros”, reclama. El barrio también ha cambiado. En los años 80, era un lugar peligroso, nos atracaron y había muchos ladrones y drogas. Ahora está mucho mejor, pero no tanto como apunta la revista Time Out, que señala a Embajadores como el “barrio más cool” del mundo.
Niños de la Guerra en Cataluña
No solo los Palacios son famosos en el Rastro, sino que la familia de Amparo revolucionó el Madrid de los años 30 porque a su padre, taxista, le tocó la lotería. “Salimos en el periódico toda la familia. Yo soy la pequeña de 6 hermanos. Con ese dinero mis padres fueron a Barcelona y luego a Francia”, recuerda Amparo.
“Después llegó la guerra y a mi padre lo mataron. Sigue desaparecido. Nosotros tuvimos que irnos a la España republicana. Recuerdo cómo cruzamos los Pirineos con el culo a rastras”, apunta Amparo quien cuenta que permaneció unos años en un campo de refugiados hasta que regresó a casa.
Mariano también salió de Madrid durante la guerra. “Fui a Valencia y luego a Barcelona con mi tía Manolita, pero me querían llevar a Rusia”, explica Mariano. “Para nosotros era toda una aventura, teníamos 12 años y probamos muchas cosas como nuestros primeros cigarrillos. Pero también pasamos muchos bombardeos ocultos en el metro”, recuerda.
Con toda esta vida “a cuestas” la pregunta es obligada. ¿No han pensado nunca ustedes en jubilarse? “Imposible”, contesta Mariano. “Lo primero que hace por la mañana es arreglarse, coger el bastón e ir a la tienda. A veces se queda hasta las 9 y 30 de la noche”, reclama Amparo, quien destaca que esto ha sido así incluso en los peores años en los que Mariano sufrió una depresión. “Fue muy duro, pero él no dejaba de venir a la tienda y arreglar sus relojes”, cuenta.
“Yo creo que voy a llegar a los 100”, afirma Mariano. “A ver si yo los aguanto…”, se pregunta Amparo. Una pareja trabajadora, entrañable y siempre sonriente al frente de un comercio que ya no mira por su edad. “...Niño, sube a la suite dos anisettes, que, hoy, vamos a perder los alamares…”, que cantaba el de Tirso de Molina.