El Papa Francisco tiene muy presente a las personas mayores y a los abuelos en sus mensajes. En esta ocasión, el Pontífice ha lamentado que en la actualidad los padres suelen ser reacios a confiar a los abuelos la tarea de educar a sus hijos "concediéndoles sólo las estrictamente relacionadas con la necesidad de asistencia".
Durante la audiencia general, el Pontífice ha reivindicado la labor que hacen los abuelos como apoyo a la familia en una sociedad donde "cada vez nacen menos niños" y donde los padres por obligaciones del trabajo no pueden ocuparse y están "distantes".
El Pontífice ha señalado también que la verdadera herencia entre generaciones no es económica sino "de sabiduría". "Los abuelos tienen un papel muy importante en la familia en la crianza de los nietos. Hoy en día, cada vez nacen menos niños, y los padres suelen estar más distantes, más sujetos a desplazamientos, con situaciones laborales y de vivienda desfavorables", ha asegurado durante la audiencia general de este miércoles.
El Papa ha recorrido sentado en papamóvil las calles de la Plaza de San Pedro y ha saludado a grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todo el mundo. El dolor que arrastra en la rodilla derecha debido a un problema en el ligamento se ha hecho evidente al bajar del vehículo con gran dificultad. Además, al final de los saludos a los peregrinos ha pedido perdón por no poder acercarse caminando personalmente para saludarles. "No puedo caminar por la rodilla, deberán caminar hacia mí", ha dicho.
Francisco ha continuado con su ciclo de catequesis sobre la vejez y ha señalado que, para los abuelos, "una parte importante de su vocación es apoyar a sus hijos en su crianza". "Los pequeños aprenden la fuerza de la ternura y el respeto a la fragilidad: lecciones insustituibles, que con los abuelos son más fáciles de impartir y recibir", ha dicho.
a los mayores que sean "dueños de un modo de vida pacífico y atento a los débiles". Lo ha hecho con motivo de la segunda Jornada Mundial de los Abuelos, que se celebrará el próximo 24 de julio.
Francisco ha dicho que hay que mirar la vejez como un tiempo de oración para convertir los corazones, e invita a los fieles a visitar a los mayores que viven solos. En su mensaje tampoco se ha olvidado de la situación actual y de la pandemia, al a que ha definido como una "tormenta inesperada y furiosa", y ha pedido que no nos olvidemos de mirar otras "epidemias" y "otras formas generalizadas de violencia que amenazan a la familia humana y a nuestra casa común".
Una de esas epidemias es precisamente la de olvidar a los mayores, y pensar que no tienen "frutos que dar". Por eso, el mensaje de la Jornada Mundial de los Abuelos es "En la vejez todavía darán fruto". Estas palabras, explica, van "a contracorriente de lo que el mundo piensa de esta edad de la vida; y también con respecto a la actitud resignada de algunos de nosotros, los ancianos, que van adelante con poca esperanza y sin esperar nada del futuro".
"La revolución de la ternura"
Un día antes, el Papa pedía a los mayores que sean "dueños de un modo de vida pacífico y atento a los débiles". Lo hacía con motivo de la segunda Jornada Mundial de los Abuelos, que se celebrará el próximo 24 de julio.
Francisco ha dicho que hay que mirar la vejez como un tiempo de oración para convertir los corazones, e invita a los fieles a visitar a los mayores que viven solos. En su mensaje tampoco se ha olvidado de la situación actual y de la pandemia, al a que ha definido como una "tormenta inesperada y furiosa", y ha pedido que no nos olvidemos de mirar otras "epidemias" y "otras formas generalizadas de violencia que amenazan a la familia humana y a nuestra casa común".
Una de esas epidemias es precisamente la de olvidar a los mayores, y pensar que no tienen "frutos que dar". Por eso, el mensaje de la Jornada Mundial de los Abuelos es "En la vejez todavía darán fruto". Estas palabras, explica, van "a contracorriente de lo que el mundo piensa de esta edad de la vida; y también con respecto a la actitud resignada de algunos de nosotros, los ancianos, que van adelante con poca esperanza y sin esperar nada del futuro".
El Papa ha recordado que muchas personas tienen miedo a envejeces porque lo ven como una enfermedad que les hace evitar "cualquier tipo de contacto" con los mayores: "La solución suele ser relegarlos en estructuras que se encargan de ellos, abrazando así la cultura del descarte que autoriza caminos separados entre nosotros y ellos".
Francisco ha aprovechado su mensaje para criticar que la sociedad cuente con "planes de asistencia, pero no proyectos de asistencia".
"Descubriremos que envejecer no es sólo el deterioro natural del cuerpo o el inevitable paso del tiempo, sino el don de una larga vida. ¡Envejecer no es una condena, sino una bendición!", asegura el pontífice.
El Papa ha terminado su mensaje lanzando un mensaje a todos los mayores: tienen que ser los protagonistas de la revolución de la ternura, "una revolución espiritual y desarmada": "Y nosotros, los abuelos y los ancianos, tenemos una gran responsabilidad: enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a ver a los demás con la misma comprensión y la misma mirada tierna que dirigimos a nuestros nietos. Hemos afinado nuestra humanidad al ocuparnos del prójimo y hoy podemos ser maestros de un modo de vivir pacífico y atento a los más débiles".