Tener un perro supone una responsabilidad, pero también aporta felicidad y puede resultar positivo para la salud física y mental de quienes deciden compartir su vida con uno de estos animales. No importa la edad, ni del can, ni del dueño, todo momento es bueno para adoptar. Y para personas mayores, en concreto, son muchos los beneficios de tener uno.
Al menos así lo entiende el presidente de la Real Sociedad Canina de España (@CaninaReal), Julián Hernández. "La diferencia fundamental con otro tipo de mascotas es que se trata de un animal que se hace muy dependiente de la persona y esto genera una unión muy fuerte", sostiene.
Asimismo, comenta, estos animales no sólo aportan compañía, sino que también conllevan una actividad física diaria, puesto que "hay que sacarlo a pasear a la calle". Algo, que puede ser útil a su vez para "aumentar la sociabilidad" del dueño y fomentar el "contacto con otras personas".
Una raza para cada mayor
Aun así, "los perros no son como una medicina". Es decir, no por el simple hecho de compartir vida con ellos se sale de una depresión o se envejece en mejores condiciones. Es importante, opina Hernández, escoger el can adecuado. "En el mundo hay ahora mismo casi 400 razas reconocidas y se distinguen no sólo por su apariencia, sino por su carácter. Podemos encontrar el más adecuado para cada uno, en función de su temperamento, su estilo de vida o actividad física", asegura.
De esta manera, hay algunos que son genéticamente más tranquilos y que pueden ser ideales para personas con determinado tipo de "enfermedades" o que tengan "menos fuerza" y, otros, "con una actividad más intensa", que se adaptan a la perfección a un perfil de dueño que necesita más estímulos por padecer, por ejemplo, una depresión.
En concreto, se ha comprobado que determinados canes, como los "golden retriever, los labradores e incluso los pastores alemanes", son muy útiles para personas con movilidad reducida, ya sean mayores o jóvenes. "No sólo hacen una labor de compañía, también asisten. Se les prepara y adiestra para eso. Es increíble las cosas que pueden llegar a hacer. Logran abrir cajones, puertas, te traen el mando, ayudan a subir pendientes e, inclusive, pueden servir de alarma: se les enseña a reaccionar ante una circunstancia especial, como puede ser una bajada de azúcar o un desmayo", asegura.
Por otra parte, también los hay que se adaptan a los mayores "que aunque no necesiten asistencia, ya cuentan con menos fuerzas". En estos casos, se recomiendan canes "de un tamaño más pequeño" y que "no tengan un carácter fuerte". "Sugiero desde un chihuahua, hasta un yorkshire", comenta el presidente de la RSCE.
Tampoco hay que perder de vista que pueden convivir perfectamente con una persona con alzhéimer o demencia y que son muy beneficiosos para los que padecen estas enfermedades. "La ventaja que tienen es que nos dan su cariño de forma incondicional. No cuestionan si nos acordamos de cómo nos llamamos o si nos hemos tomado o no una pastilla. Están con nosotros sin pedir nada a cambio y dan un apoyo emocional importante. Pueden llegar a ser como un ancla a la que agarrarse", argumenta.
Perros en residencias
Por esta razón, desde esta sociedad canina, con más de 100 años de historia, reivindican que se deje entrar perros a las residencias. "Normalmente, la labor que hacen es de terapia y no suelen estar de forma permanente", sostiene. Y, aunque reconoce que esta utilización es muy importante, va más allá, y piensa que se debería dejar convivir a estas mascotas con los propios residentes.
"Hay que vencer la idea que tenemos sobre los animales en materia de higiene y seguridad, sobre todo por parte de familiares y de personas que dirigen estas instituciones", critica. Y es que, por su experiencia, cuando se han dejado entrar mascotas a estos centros, ha sido siempre muy beneficioso para los dependientes. "Una vez que entran es difícil que la residencia se eche atrás y la demanda suele ser permanente", concluye.