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Las personas con altos niveles de actividad física tienen cerebros más jóvenes que las sedentarias, ha explicado el doctor Jesús Cortés Díaz durante las I Jornadas de la Cátedra VIU-NED en Neurociencia Global y Cambio Social, donde ha presentado sus hallazgos más recientes en el campo de la Neuroimagen como el atlas del cerebro o la detección del envejecimiento cerebral.
Para llegar a esta conclusión se ha empleado una tecnología conocida como neuroimagen, se trata de una técnica de exploración cerebral con imagen que estudia diferentes aspectos (función, fisiología, estructura, etc) del sistema nervioso a partir de unos mecanismos y algoritmos propios de otras disciplinas como la física, la ingeniería informática o la Inteligencia artificial, entre otras. Este tipo de métodos de exploración no invasiva permiten obtener imágenes cerebrales con excelente resolución a partir de diferentes biomarcadores (funcionales, metabólicos, eléctricos, etc).
El método de la neuroimagen puede ser de gran ayuda en la investigación sobre el alzhéimerDurante su ponencia 'La recreación funcional de la neuroanatomía a través de la neurociencia computacional', el experto ha presentado otros descubrimientos como el atlas del cerebro que señala las interacciones funcionales entre sus distintas regiones. Un descubrimiento que abre la puerta al estudio de nuevos aspectos de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, el párkinson o las consecuencias en la actividad cerebral de los traumatismos craneoencefálicos.
De igual forma, ha explicado cómo se puede utilizar la conectividad en el cerebro como medida de maduración cerebral diferenciando dos conceptos de edad: la edad cronológica y la edad cerebral y la importancia a nivel clínico cuando hay diferencia entre los dos. Es decir, si un paciente tiene 70 años de edad, pero su cerebro tiene 61, puede indicar que tiene ciertas reservas a nivel cognitivo. Sin embargo, si el de 70 tiene edad cerebral de 85 puede representar vulnerabilidad a patologías.
La neuroimagen para el autismo
Por otro lado, también se ha abordado la aplicación de la neuroimagen en la población infantil, particularmente entre aquellos niños que padecen autismo. Así, Cortés ha destacado que hasta los 12 años más o menos los niños autistas tienen una mayor maduración respecto al resto de niños, es decir, su edad cerebral es mayor. No obstante, las chicas que padecen autismo tienen un menor retraso en la maduración que los chicos, algo que puede tener que ver con el desarrollo hormonal en la preadolescencia.
En los últimos veinte años, el desarrollo tecnológico e innovador presente en la sociedad actual no ha pasado desapercibido para los estudios sobre el cerebro. Esta relación explica el sorprendente impacto sanitario e investigador que suponen las técnicas de neuroimagen en la investigación y la práctica clínica de los profesionales dedicados a cualquiera de las ramas de la Neurociencia.