La alimentación, la calidad del sueño, nuestro estilo de vida y nuestras predisposiciones genéticas determinan nuestro estado de salud. Por eso, desde hace unos años, se ha empezado ha hacer una diferenciación entre la edad cronológica, que indica los riesgos de mortalidad basándose en el deterioro fisiológico, y la edad biológica, que se fija en los marcadores de nuestros sistemas fisiológicos.
Teniendo esto en cuenta, se ha llevado a cabo un proyecto, que se ha publicado en la revista PNAS Nexus, y en el queha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y se proponen dos vías para estimar la edad biológica de forma más eficaz, ya que sintentizan información de medidas de salud como la talla, el peso o la presión arterial.
“Tener una edad biológica superior a la cronológica implica un mayor riesgo de morir a una edad temprana”, explica Alberto Palloni, investigador del CSIC en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía. Según Palloni, “el cálculo de la edad biológica es relativamente fácil porque se utiliza información que se obtiene de manera rutinaria: talla, peso, presión arterial y medidas bioquímicas de sangre, como glucosa o colesterol. Esto podría ayudar al diagnóstico temprano del deterioro fisiológico y anticipar posibles problemas de salud y otras condiciones de salud subyacentes”.
La investigación propone dos vías de estimación: la dependiente y la no-dependiente. En ambas, el deterioro biológico se obtiene a través de un modelo de ecuaciones estructurales, y se asocia con información adicional. “En la estimación dependiente el deterioro biológico se asocia con el riesgo de morir, de forma que la edad biológica resultante es un indicador muy preciso de muerte prematura. Esta forma de estimación permite relacionar el el deterioro biológico con el riesgo de morir y con otros indicadores de enfermedad futura, como por ejemplo, el riesgo de tener una discapacidad o una enfermedad cardiovascular. Por otro lado, en la estimación no-dependiente el deterioro biológico se asocia con la edad cronológica para estimar la edad biológica, no depende de información adicional”, apunta el investigador del CSIC.
El CSIC y las universidades de California en Los Angeles (UCLA) y la de Wisconsin han participado en este proyecto para el que han utilizado la base de datos sobre salud más grande de Estados Unidos, la National Health and Nutrition Examination Survey, que incluye información sobre 9.389 hombres y mujeres de entre 30 y 75 años. Todos ellos fueron entrevistas entre 1988 y 1994 y durante esos años se les tomaron diferentes medidas de salud. Además, se hizo un seguimiento hasta diciembre de 2015 para ver cuántos seguían vivos.
El deterioro físico afecta más rápido a las mujeres
“Los datos analizados sugieren que el deterioro fisiológico avanza más rápidamente entre las mujeres, las personas con menor educación y las personas de origen mexicano y afrodescendientes no hispanos en Estados Unidos. Es decir, los individuos más desfavorecidos tienen una edad biológica mayor y, por tanto, un envejecimiento acelerado”, explica Hiram Beltrán-Sánchez, profesor en el Departamento de Ciencias de la salud comunitaria de UCLA. Por ejemplo, entre las mujeres el riesgo de morir aumenta 129% por cada año de edad biológica superior a la edad cronológica. Mientras que en el caso de los hombres, el riesgo es menor, y se sitúa en el 124%.
Los resultados que se han obtenido dentro del proyecto ERC Advanced Grant ECHO, liderado por el investigador del CSIC, proporcionan información de interés sobre la esperanza de vida a partir de los 65 años. “Desde de esa edad, cuando la edad biológica supera en un año a la edad cronológica supone una reducción de la esperanza de vida en torno a dos años. Si la edad biológica es cinco años superior, la disminución es aún mayor, llegando a vivir en promedio nueve años menos. Lo sorprendente ha sido comprobar cómo pequeños incrementos en la edad biológica con respecto a la edad cronológica se traducen en un mayor riesgo de morir”, señala Beltrán-Sánchez.
Estos indicadores ya están empezando a utilizar: “Aquellos que utilizan información biológica como la que proponemos y los indicadores epigenéticos han sido implementados como medidas alternativas de la edad biológica de las personas. Estos indicadores, que suelen denominarse relojes biológicos, se usan como medidas del posible deterioro fisiológico que ha acumulado el paciente y estarían relacionados con el desarrollo de enfermedades futuras”, apunta Palloni.
Por último, aunque el estudio no ha incluido indicadores epigenéticos para calcular la edad biológica, los autores creen que se podría añadir esta información y conseguir una mayor precisión de predicción.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.