Pescueza es un pequeño municipio cacereño con tan sólo 168 habitantes ubicado en un terreno accidentado y rodeado por huertos con paredes de pizarra. El pueblo está sin embargo alcanzando una gran notoriedad por su Festivalino, el festival más pequeño del mundo que este año se celebrará del 5 al 7 de abril y será apadrinado por Eva Amaral y Juan Aguirre, el dúo Amaral. Pero sobre todo por el programa Quédate con nosotros, que funciona desde 2011 gracias a la iniciativa de su alcalde y de la Asociación Amigos de Pescueza y que busca cubrir las necesidades de las personas mayores, incluyendo iniciativas en materia de accesibilidad y servicios de proximidad al ciudadano, para que no se vean obligados abandonar su pueblo.
Constancio Rodríguez, responsable del área de Desarrollo Local Participativo de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), explica a 65Ymás cómo nació el programa. “Yo soy de Pescueza y presido la Asociación Amigos de Pescueza, que gestiona el proyecto. Un grupo de profesionales que trabajamos en el sector de los servicios de proximidad y que tenemos especial vinculación con Pescueza, la alcaldía y los asistentes sociales entendimos que el pueblo, que ahora tiene un censo de 168 habitantes aunque solo vivan en él unos 120, tenía y tiene un altísimo porcentaje de población mayor, y que había que tener sensibilidad con sus necesidades y con el proceso de despoblamiento que padecíamos. No obstante, es de destacar que en los últimos años tuvimos la suerte de que llegaron 6 o 7 matrimonio jóvenes, gente del pueblo que encontró pareja fuera y decidieron vivir en Pescueza. Gracias a esto rebrotó la natalidad, porque vivimos una época en la que llegaron a pasar 17 años desde el último nacimiento que hubo en el pueblo. Ahora hay diez o doce chavales, el mayor de 12 y el menor de 2”.
Foto: Constancio Rodríguez
Solucionar las necesidades de los mayores
Constancio Rodríguez recalca sobre los orígenes del programa que “era evidente que el pueblo envejecía y teníamos que hacer algo para que nuestros padres y abuelos no tuvieran que irse fuera". Matiza que era una época en la que "en Extremadura se construyeron residencias en localidades más grandes y centros de día en las pequeñas. Gracias a esto, el Ayuntamiento tenía un centro de día construido pero sin poner en marcha y pensamos que había que ponerlo en funcionamiento, pero no queríamos una guardería para mayores, buscábamos algo que realmente respondiese a las necesidades de la gente”.
Constancio Rodríguez hace un inciso para destacar que “las necesidades más perentorias de éste colectivo son el aseo y la comida. Las personas mayores que viven solas tienden a descuidar un poco su aseo personal y a hacer lentejas para tres días. Piensan que comen bien porque son una generación que ha sufrido mucho en el pasado y tienen una capacidad de sacrificio muy grande y se habitúan a cualquier circunstancia, pero a veces no comen tan bien como creen, comen cualquier cosa”.
Así, los responsables del proyecto Quédate con nosotros se pusieron manos a la obra y decidieron utilizar el Centro de Día como plataforma desde la que abordar las necesidades reales de la gente: comida en el centro y a domicilio, transporte para quien no puede desplazarse, lavandería, ayuda en el aseo… Algo para lo que les es imprescindible contar con “una furgoneta de nueve plazas con elevadora para sillas y un cochecillo eléctrico para llevar y traer a los usuarios por el pueblo que es pequeño y se tardan tres minutos de una punta a otra. "En este caso ha sido muy importante el apoyo de la UDP, que hace de esto una especie de proyecto piloto y respalda al ayuntamiento de Pescueza y le da fortaleza técnica”, asegura Constancio.
Consenso
Normalmente, la Junta de Extremadura financia la construcción de los edificios que albergan residencias y centros de día, pero son los ayuntamientos los encargados de explotar el servicio, lo que lleva a muchos a externalizarlo subcontratando la gestión a una empresa que les dé el servicio. “Casi todo el mundo pone el grito en el cielo cuando se habla de privatizar la sanidad, pero cuando se habla de privatizar los servicios sociales nadie dice nada, como si fuese algo normal”, apunta el presidente de la Asociación que decidió “constituir una entidad de gestión del centro para que funcionase de manera diferente, porque una empresa, al final, busca su lícito beneficio y hay una regulación de precios que obliga a que los mismos sean fijados por una ordenanza pública, que en realidad está muy por debajo de las necesidades económicas reales para gestionar los centros, y las empresas terminan apareciendo y desapareciendo como los Ojos del Guadiana”.
Así nació la Asociación Amigos de Pescueza que hoy gestiona el Centro y que se presentó al concurso público que a tal efecto se convocó y lo ganó. Pero para realizar la gestión en la forma que querían, Constancio Rodríguez explica: “teníamos que ser capaces de integrar en la Asociación, la voluntad y el esfuerzo no solo de los usuarios y usuarias del Centro, sino también de toda la familia, o lo que es lo mismo, de todo el pueblo. Esto fue un acierto, ahora mismo tenemos 115 socios, casi todas las familias del pueblo. Pero el pilar maestro para que todo funcione es el consenso. El consenso que hemos logrado entre el Ayuntamiento, al frente del que hay un alcalde joven y socialmente implicadísimo, José Vicente Granado Granado, un servicio social de base implicado, un grupo de voluntarios que también nos implicamos, una administración central que es la Junta de Extremadura que nos apoya con especial mimo, pero sobre todo un pueblo implicado. Gracias a esto pusimos el proyecto en marcha y hemos logrado algo muy importante, crear un sentimiento de pertenencia e identidad con el pueblo”.
Once puestos de trabajo, pasamanos y carril azul
Hoy día, el Centro tiene en plantilla una directora con titulación superior, una cocinera y siete auxiliares, todas mujeres del pueblo y alrededores que de otra forma tendrían difícil encontrar trabajo. Además, han incorporado una psicóloga, que trata una vez a la semana problemas cognitivos y terapia ocupacional, y van a contratar a una enfermera propia por horas.
Pero esta plantilla no sólo se ocupa del centro sino también de una pequeña residencia anexa. “Vimos que había un grupito de personas mayores que ya necesitaba una atención más de tipo residencial y construimos dos habitaciones anexas con dos camas cada una para cuatro personas, que en una población como ésta es lo que se iba a necesitar como centro de noche. Vamos creciendo. Pero 4 camas, 24 horas al día, 365 días al año no son rentables, así que esperamos poder hacer tres o cuatro habitaciones más de manera que lleguemos a 10 o 12 camas que es lo que el pueblo puede necesitar en un futuro, y convertir la residencia que hoy está en pérdidas en algo económicamente sostenible”, aclara Constancio Rodríguez.
A todo esto hay que añadir, una vez más, el incondicional apoyo del Ayuntamiento que ha instalado barandillas y pasamanos en las calles del pueblo para que los mayores se puedan sujetar y transitar con seguridad. También ha hecho una especie de carril bici, una franja azul señalizada en el pavimento, para que lo utilicen las personas que necesitan andadores o sillas de ruedas.
Un espacio amigable
“Es todo una manera de expresar respeto hacia el colectivo de mayores y seguimos dándole vueltas a la cabeza y ahora queremos tener una o dos viviendas para que mayores de otras partes de España que vengan a pasar con nosotros 10 o 15 días recibiendo la cobertura del Centro, en comidas, limpieza, etc., con la idea de lograr, no voy a decir que una especie de turismo sénior, pero sí de convertir el pueblo en un espacio amigable para las personas mayores y a la vez diversificar ingresos y abrir alternativas a un modelo distinto a lo que es la institucionalización pura y dura”, apunta el presidente de la Asociación.
“Tanto para el Ayuntamiento, la UDP como para nosotros esto es también una forma de hacer visible que las soluciones son posibles cuando hay acuerdo público-asociativo y público-privado, corresponsabilidad de la gente en el pago de los servicios y compromiso de identidad con un proyecto. Cuando todo eso se da, es posible alcanzar soluciones y que la administración entienda que la norma no se puede aplicar en las zonas rurales de la misma manera que en la urbanas, que el espíritu de la norma es más importante que su forma. Que sea el sentido común el que rija la vida de la gente”, concluye Constancio Rodríguez antes de aclarar que estamos ante “un modelo que puede funcionar en municipios de hasta 1.000 habitantes, aunque está pensado para municipios de menos de 500, mientras más pequeño sea el pueblo mejor, porque no hay que olvidar que en el 80% de los pueblos de Extremadura viven menos de esas mil personas”.