Los cinco problemas ignorados en el debate
Puro espectáculo. Fuegos de artificio y cuchillos voladores. El debate más esperado se convirtió en pocos minutos en un ‘Sálvame’ en blanco y rojo retransmitido desde la capital a todo el país. Lleno de acusaciones, reproches, ataques y muy pocas propuestas, por no decir ninguna, enfocadas a la mayoría de los mayores madrileños.
Este sería un resumen rápido de lo vivido en el debate de Telemadrid, el único hasta la fecha que ha conseguido reunir a los seis candidatos de los partidos y coaliciones con representación en la Asamblea de Madrid a las elecciones del 4-M: Ángel Gabilondo (PSOE), Edmundo Bal (Ciudadanos), Isabel Díaz Ayuso (Partido Popular), Rocío Monasterio (Vox), Mónica García (Más Madrid) y Pablo Iglesias (Unidas Podemos).
Los mayores tuvieron su papel protagonista, pero como suele ser habitual los políticos no acaban de enterarse de que ser mayor no es sinónimo exclusivo de dependencia. Así, el tema estrella relacionado con ellos fueron las residencias, residencias y más residencias, salpicadas de ataques y acusaciones directas a Ayuso de dar orden de no derivar a mayores graves a los hospitales y alguna mención perdida a las pensiones. Y mientras, atónitos, más de 1,2 millones de mayores de 65 años, el 18% de la población de la Comunidad de Madrid, volvieron a comprobar que los que aspiran a representarlos no les valoran en su totalidad y complejidad.
De esos más de 1,2 millones de mayores de 65 años, 200.000 son dependientes y precisan de medidas, nuevos modelos residenciales y de ayuda y apoyo en los cuidados para poder residir en sus viviendas el máximo tiempo posible. Pero a los mayores no sólo les preocupa este importante tema. También quieren saber cuándo estarán vacunados y el momento en el que podrán salir de su autoconfinamiento (el cual se han autoimpuesto porque son los más responsables en esta cruel pandemia), para, al fin, abrazar a sus seres queridos y decir adiós al miedo.
Además, reclaman escuchar propuestas relacionadas con la manera en la que piensan reducir las listas de la Dependencia, la soledad no deseada, la pobreza o el maltrato, entre otros problemas, que son graves y precisan de acciones urgentes y contundentes. Las cifras hablan por sí solas y lo hacen con contundencia: en la Comunidad de Madrid hay más de 28.400 personas dependientes en lista de espera y más de 270.000 mayores de 65 años viven solos, la mayoría mujeres.
Y es que los mayores son muchísimo más de lo que los políticos vagamente intuyen y también están interesados en el deporte, la cultura, el ocio, la formación y un largo etcétera de inquietudes y preocupaciones que son constantemente ignoradas.
Arma arrojadiza
Las 6.187 personas fallecidas en las residencias madrileñas fueron el arma arrojadiza entre los aspirantes a presidir la Comunidad, que convirtió la primera parte del debate en un todos contra Ayuso. Gabilondo fue el más contundente y denunció las "órdenes terribles" de no trasladar a mayores.
Entre tanto reproche y esquivando golpes, se mencionaron algunas propuestas relacionadas con las residencias y la necesidad replantear el modelo actual de cuidados. El cabeza de lista de la candidatura socialista lo sobrevoló instando a cambiar el concepto de estas instalaciones de cara al futuro.
Mientras, Bal aludió al plan específico para mejorarlas que Ciudadanos tenía preparado, pero que se ha quedado en el aire cuando Ayuso convocó elecciones anticipadas. Un Acuerdo Marco –fruto de una larga negociación de la Consejería de Políticas Sociales (Ciudadanos) con patronal y sindicatos–, mediante el cual se pretende mejorar la retribución de los trabajadores y fomentar la calidad del servicio.
Ayuso se defendió y para demostrar su tesis de que la Comunidad tenía por objetivo "salvar vidas” dio cifras: que el 70% de los mayores murieron en hospitales y el 30% en residencias. Algo que raudo y veloz rebatió Iglesias asegurando que el porcentaje de fallecidos en residencias en el primer tramo de la pandemia era del 76%.
Pero Ayuso no fue la única en recibir por el tema de las residencias. Pablo Iglesias, que ostentó la vicepresidencia segunda y el Ministerio de Derechos Sociales, también se llevó lo suyo por parte de la candidata del PP y de Bal, que le acusaron de no visitar ni un solo centro durante la crisis del Covid-19.
Rocío Monasterio no se quedó atrás y arremetió con todo asegurando que el Gobierno de Sánchez "no dio medicamentos ni batas a las residencias, cuando el PSOE y Unidas Podemos se erigieron como los creadores del escudo social". Argumentos que remató lanzando que es una "desfachatez que Iglesias pretenda arruinar Madrid cuando se dedicaba en su chalé de Galapagar a ver series de Netflix mientras había 30 muertos al día”.
Iglesias, ante los ataques, respondió que el Gobierno central “se dedicó a gestionar y ayudar, como revelan las labores de desinfección en estas instalaciones por parte del Ejército”.
La demostración empírica de que los políticos ningunean a los mayores llegó al final del debate. En el decisivo minuto de oro. Gabilondo, Ayuso, Mónica García e Iglesias ni siquiera los mencionaron y los que sí lo hicieron, Bal y Monasterio, fue de forma intrascendental. El primero para asegurar que será el presidente de “jóvenes y mayores” y la segunda para referirse al colectivo de forma paternalista prometiendo velar por la seguridad de “nuestros hijos y mayores”.
En resumen: ¿quién ganó el debate? Los mayores, NO.