Irene Alcaraz
Política
¿Qué era la gerontocracia? ¿Qué hay de ella en la política actual?
Repasamos algunos de los fenómenos más destacados de los últimos años
Aunque en las sociedades antiguas ya existía esta forma de organización social, los griegos son quienes le conceden el nombre de “gerontocracia”, que significa: gobierno de ancianos, es decir, una visión hacia las personas mayores como figuras de autoridad y sabiduría, dotadas de capacidad de liderazgo gracias a la experiencia. ¿Pero perdura este modelo en la actualidad? ¿Cuánto hay de gerontocrático en la sociedad?
Permanecer en el poder
No es lo mismo formar un gobierno de mayores que tener un gobierno que se prolonga en el poder hasta el envejecimiento.
En el primer caso, tenemos por ejemplo el Partido Demócrata de Joe Biden (79 años), en el que algunos de los cargos más importantes superan los 65 años; Merrick Garland, Fiscal general de los Estados Unidos (69 años); Dra. Janet Yellen, Secretaria del Tesoro (75 años); Lloyd Austin, Secretario de Defensa (69 años).
Del segundo caso, un exponente claro fue la Nomenklatura de la Unión Soviética, órgano del Partido que gestionaba todas las formas de poder del Estado, desde el ejecutivo, pasando por la producción, consumo, prensa, educación, etc. Llegó un punto en el que el inmovilismo de los dirigentes derivó en una élite de ancianos anclados en los inicios del Partido comunista y la política antirreformista acabó volviéndose en su contra.
Sello de dos presidentes de avanzada edad: Charles de Gaulle y Nikita KhrushchevEscalando puestos
Otro fenómeno frecuente por el cual las sociedades van conformando un sistema gerontocrático es la organización burocrática del ascenso social. Este modelo ralentiza el progreso de los jóvenes, que esperan el abandono de puestos superiores, por lo que muchas veces se alcanza una posición de poder en edad de jubilación.
“En la Constitución estadounidense”, ejemplifica Pedro Riera Sagrera, doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, “se imposibilita el acceso a la presidencia a las personas menores de 35 años”, lo que repercute en “fenómenos como el gobierno de Joe Biden o el de Donald Trump”.
“Por otro lado”, añade, “también tenemos el caso ilustrativo del Vaticano, en el que, para ser Papa, primero hay que ser obispo y luego cardenal”. El cargo de obispo no se puede ocupar hasta que el anterior lo haya abandonado, a la edad de 75 años. Lo mismo sucede con el de cardenal, pero esta vez es vitalicio, actualmente, de los 207 que existen, 90 son mayores de 80 años.
Gobierno de los ancianos y para los ancianos
Pedro Riera hace hincapié en la doble acepción de la gerontocracia: “por un lado, puede ser un Gobierno con representantes políticos de edad avanzada, pero también sería gerontocrático aquel gobierno en el que las políticas públicas estén sesgadas hacia los intereses de las personas mayores”.
Por ejemplo, en el caso de los gobiernos democráticos con una amplia población envejecida, la política suele orientar la captación electoral hacia sus preocupaciones, ya que además “suelen participar más en elecciones en comparación con otros colectivos menos organizados”, recuerda el profesor Riera.
Pero, ¿por qué luego esto no se refleja en el imaginario social? Riera considera que sucede un fenómeno paradójico por el cual, “aunque a nivel político las personas mayores ocupan un foco electoral importante, luego no se refleja en el nivel social, familiar o más personal”.