Así vivimos el 28A en directo
Lo que España se jugaba en estas elecciones era casi todo. Se jugaba, en primer lugar, tener un Parlamento gobernable y un gobierno con una mínima estabilidad. En segundo lugar, decidir si hoy se levantaba más conservadora o más de izquierdas. Y además, si el avance de la extrema derecha era tan inquietante como decían los rumores; si Podemos asustaría a los mercados y si una alianza inevitable con los independentistas podría exaltar todavía más ánimos más españolistas, que llevan casi un año acusando a Pedro Sánchez de entreguismo, aunque nadie haya podido aportar ninguna prueba de algún pacto consumado. Eran de tal volumen los desafíos, que no es extraño que hubiese tantos indecisos y las elecciones se hayan celebrado en medio de una gran incertidumbre.
Los resultados
Lo que pasó el 28A fue más o menos esto: que Pedro Sánchez recuperó las victorias para el PSOE por méritos propios o deméritos de otros. Frente a eso tuvo un Partido Popular que no supo hacer una campaña para crear ilusiones, sino que fue el partido del no. Y cuando no se crean ilusiones, sino que se basan en críticas y pactos ocultos no demostrados, la gente se desengancha y no vota. Así consiguió el PP el peor resultado en muchos años. Una situación muy doliente. Debacle, no hay otra palabra. Y si los escaños no fuesen elocuentes, vemos que el PSOE casi le dobla, queda sin representación en el País Vasco, con un solo escaño en Cataluña, sobrepasado por Ciudadanos en Madrid y, puesto a perder, pierde por un escaño en Galicia.
Ahora vemos el mapa de España otra vez teñido de rojo, con un PSOE eufórico con sus 123 escaños, un C’s crecido y un PP humillado. El PSOE ha vuelto a saber qué es ganar después de tantas elecciones con “el peor resultado de la historia”. A continuación, Ciudadanos. Tercera fuerza. A un paso del Partido Popular. Subida en casi todas las circunscripciones, salvo Cataluña. Rivera se perfila como el líder emergente del centro-derecha.
Unidas Podemos, mejor resultado que al principio de la campaña. Parece que Iglesias rentabilizó el debate en Atresmedia. Pero, por la deserción de las confluencias, pierde un puesto en el escalafón del Congreso. La duda es si tiene fortaleza suficiente para imponer a Sánchez sus criterios.
Y Vox, que era la gran expectativa. No tuvo voto oculto, sino voto demasiado explícito y arrepentido en el último minuto. De todas formas, entrar en el Congreso con 24 escaños y como quinta fuerza es una gran entrada. Sus discursos después de urnas, tan belicoso el de Ortega Smith, anuncia grandes encontronazos.
En el Senado, mayoría absoluta del Partido Socialista. La aplicación casi automática del 155 queda descartada y los discursos de Casado y Rivera, al baúl de los recuerdos. Un apunte sobre los escaños de la España vacía: a falta de estudios más concretos, el PSOE ganó 13, y Podemos, 11.
Y termino este capítulo con el que me parece el gran tema: la victoria del PSOE, el buen resultado de Ciudadanos, el premio al Pablo Iglesias del debate de Atresmedia, los escaños de Esquerra con su lección a la política de Torra y Puigdemont, creo que permiten concluir que ayer triunfó la moderación. Por lo menos, la moderación posible después de tanta crispación.
Los escenarios posibles
Hoy comienza otro capítulo: el de diseñar los escenarios para lograr primero la investidura y después poder gobernar. La investidura la tiene Sánchez bastante asegurada, en primera o segunda votación. Gobernar es otra cosa y las combinaciones más difíciles. Sánchez habló mucho de un gobierno socialista con independientes de prestigio. Podemos insiste, insistió incluso anoche, en su deseo de entrar en el gobierno. Entiende que sin Unidas Podemos no existirá un verdadero cambio. ¿Tendrá razón Iglesias cuando dice que los poderes económicos no lo permitirán? ¿La situación de la economía aconseja un gobierno tan de izquierdas? ¿Y pueden convivir en el mismo gabinete quien propugna el referéndum y quien asegura que ni independencia ni autodeterminación? Esas son algunas de las dudas.
Respecto al gobierno en solitario, del PSOE y con personalidades independientes, y lógicamente con mayorías volubles, además de que lo permitan los aspirantes a entrar, es el suelño de Sánchez, pero depende de otros y no estoy seguro que permita la estabilidad que reclaman las opiniones pública y publicada.
Doy por bastante descartada la alianza con los separatistas, si es cierto que Sánchez sigue opinando que “no son de fiar”, pero pueden votar a Sánchez incluso sin contrapartida, sólo por fastidiar a la derecha.
Y respecto a Ciudadanos, depende de Sánchez, Rivera y los que gritaban en Ferraz “Con Rivera, no”. Depende de que Albert Rivera no mantenga el objetivo de ser el líder de la oposición y se desdiga de su cinturón sanitario a Podemos. Y depende de que Sánchez quiera realmente pactar con él, dejando a Unidas Podemos como única oposición de izquierda. Difícil acuerdo, aunque sería el más estable y el mejor para el país. Todo está abierto, todo depende de los diálogos que se van a iniciar. Y todo depende también de la estrategia de los partidos antes las municipales, autonómicas y europeas del mes que viene. Que esa es otra. Y nada menor.
Y no quisiera terminar esta crónica sin dos breves alusiones a personas. Una es Iván Redondo, el estratega en quien confió Sánchez. Es el artífice en la sombra del éxito de su jefe. La otra, el vilipendiado señor Tezanos. Será lo que sea, pero clavó los resultados que tanto escandalizaban al principio. Devolvámosle méritos, aunque sea de forma parcial.