¿Por qué baja la temperatura corporal cuando nos hacemos mayores?

La temperatura corporal es una manera de medir la capacidad que tiene nuestros organismo para generar y eliminar calor. El rango de temperatura normal de nuestro cuerpo oscila entre los 36,5 y los 37,5 °C, aunque cuando nos hacemos mayores, tiende a bajar.

Esto se debe a que el metabolismo se ralentiza, hay menos masa muscular, los vasos sanguíneos se estrechan y el sistema nervioso pierde parte de su capacidad para retener el calor. Todo esto provoca que los mayores puedan tener un estado febril con una temperatura de 37,1°C, aumentando la dificultad de diagnosticar enfermedades comunes o graves a partir de los 60 años.

Y es que tal y como explican los geriatras a BBC News Brasil, los profesionales sanitarios no ven la fiebre como una señal de alerta en los mayores, aunque puede llegar a provocarles postración, dificultad con el equilibrio, confusión mental y caídas frecuentes.

“Si la temperatura media de una persona mayor es de 35,5 °C o 36 °C, y tiene 36,9 °C o 37 °C, ya es señal de que hay que vigilarlo más de cerca”, apunta el geriatra Marcelo Altona, del Hospital Israelita Albert Einstein, en Sao Paulo a BBC News Brasil.

“En personas muy frágiles o con edades muy avanzadas, los pequeños cambios en los signos vitales, como la temperatura, la presión arterial y el ritmo cardíaco, ya requieren de un cuidado mayor”, asegura.

¿Por qué baja nuestra temperatura?

La Universidad de Santa Casa de São Paulo publicó hace unos años un estudio donde aseguraron que la temperatura promedio de un adulto joven sano es de 37 °C, y una media que puede variar entre 36,3 °C y los  37,5 °C.

En los mayores, la media baja hasta los  36,1 °C, con una variación de 0,21 °C, grado arriba o abajo porque al parecer se produce un “descenso de 0,15 °C de la temperatura por cada década de vida”.

“Tenemos una especie de termostato en el hipotálamo, una de las regiones del cerebro. Y este controla la temperatura de nuestro cuerpo. A lo largo del proceso de envejecimiento, este termostato natural puede verse alterado”, explica Altona.

“Los mayores tienen más dificultad para retener el calor en el cuerpo, debido a los cambios que se producen en la piel y en las células grasas”, asegura Marco Túlio Cintra, vicepresidente de la Sociedad Brasileña de Geriatría y Gerontología.

También influye en esto algunos medicamentos o la falta de movilidad, y el hecho de que las zonas donde se suele medir la temperatura corporal cambian con los años, y por ejemplo la grasa que va apareciendo o la acumulación de cera en el oído, afectan a la medición.

Retraso del diagnóstico

“Al contrario de lo que ocurre con los niños, la fiebre no está entre los principales síntomas de infección en los mayores. A menudo, tienen temperatura normal o incluso hipotermia. El cuidador y el propio mayor deben estar atentos a otros signos, como la postración, alteraciones en el equilibrio, confusión mental, caídas frecuentes… En muchos casos de infección urinaria en mayores de 60 años, el único signo es un aumento de accidentes y las caídas”, alerta Cintra.

Y por es muy importante registrar continuamente la temperatura. Los especialistas recomiendan hacerlo cada 15 días o una vez al mes para así saber cuál es la temperatura promedio, y poder detectar cuando el cuerpo está más caliente de lo normal, y así tomar medidas.

Eso sí, este registro tiene que estar supervisado por un profesional, porque tal y como señala Cintra: “Tomar la fiebre todo el tiempo puede ser una fuente innecesaria de estrés. Este hábito es útil en algunos casos, pero no está indicado para todo el mundo”.

En todo caso, lo mejor es tomar la temperatura siempre en el mismo lugar y con el mismo dispositivo.