Úrsula Segoviano
Sociedad
¿Por qué olvidamos palabras? La ciencia detrás de nuestros despistes cotidianos
Puede ser habitual y no tiene por qué indicar ninguna señal de enfermedad
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En ocasiones es habitual olvidar dónde se dejó un objeto, despistarse y no hacer un recado o no recordar un nombre. Estas situaciones pueden llegar a ser bastante molestas porque trastocan nuestro tiempo y pueden generar otros problemas derivados.
Tener despides y pequeños olvidos es algo normal según se va envejeciendo, aunque también es cierto que la pérdida de memoria es el principal síntoma de enfermedades en las que la capacidad de generar nuevos recuerdos supone el primer indicativo de alerta.
Ahora bien, en la mayoría de casos, los despistes tienen una explicación benigna.
¿Por qué se producen despistes?
El ritmo de vida frenético y plagado de pantallas tiene mucho que ver con este fenómeno de "pérdidas de memoria". La sobrecarga de información genera muchos estímulos simultáneamente que dificultan la concentración y atención sobre un asunto en concreto.
Bastante común suele ser que en una conversación alguien no se entere demasiado bien porque está pensando en otra cosa. E incluso, en el trabajo, si se está sometido o sometida a mucho estrés, el cerebro reparte su energía de manera que, mientras se está realizando una tarea, se está pensando en la siguiente u otra posterior.
El psicoanalista José Abadí explicaba a La Nación que todos estos factores generan una alta tensión emocional. En ese estado es normal que alguien tenga lapsus y olvide nombres o palabras concretas. En definitiva, la sobreestimulación provoca dificultades para recordar, pero también para retener datos.
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Por tanto, verse en esas situaciones que pueden generar sentimientos de rabia o frustración por no poder recordar exactamente aquello que queremos decir puede deberse a todo ello. La ciencia llama a este fenómeno anomia.
Incluso los expertos aseguran que tener estos despistes u olvidos de vez en cuando es sano. Todo ello se debe a que se ha producido una desconexión momentánea y no se puede acceder a esa información almacenada en el cerebro. Pero el desenlace suele ser que a los pocos minutos u horas más tarde la persona recupere aquel recuerdo al que intentaba acceder con anterioridad.
No obstante, si dichos olvidos o despistes se convierten en algo demasiado frecuente, hay que estar alerta para detectar algún posible proceso de degeneración cognitiva que puede ser síntoma de enfermedades como el alzhéimer.