Clara González
Sociedad
¿Te incomoda escuchar tu propia voz en los audios de WhatsApp? Esta es la razón por la que sucede
Se debe a la discrepancia entre la voz que uno percibe internamente y la que suena en una grabación
En la era digital y la comunicación instantánea, el envío y recepción de mensajes de voz a través de plataformas como WhatsApp se ha convertido en una práctica común. Sin embargo, para muchos y muchas, escuchar su propia voz en estos mensajes puede ser una experiencia algo inquietante.
Esta reacción se debe a la discrepancia entre la voz que uno o una percibe internamente, a través de vibraciones óseas y resonancia en el cráneo, y la que se escucha en una grabación o externamente, a través del aire y la vibración del sonido en el oído.
Además, el acto de escuchar nuestra propia voz grabada puede provocar una mayor autoconciencia y sensibilidad respecto a la forma en que nos expresamos verbalmente, lo que puede generar una sensación de vulnerabilidad o incomodidad.
Frecuencias más bajas en la conducción ósea
Dado que cuando hablamos internamente el sonido de nuestra voz se transmite a través de nuestros huesos, esta conducción ósea garantiza la transmisión de frecuencias más bajas del sonido y un tono más bajo, al que nos terminamos acostumbrando.
Por el contrario, al hablar con otras personas o externamente, esta conducción se hace mediante el aire, por lo que recibimos una frecuencia más alta de nuestra propia voz, a su vez desconocida. Esta es al razón por la que, al escuchar un audio de la plataforma de Meta, grabado por nosotros y nosotras mismas, nos extrañamos ante nuestra voz.
Juicio sobre cómo sonamos de cara al exterior
Otra de las razones que justifican el rechazo que nos produce nuestra propia voz al escucharla externamente es el juicio sobre cómo sonamos de cara al exterior.
Cuando es otra la persona que nos habla, no nos paramos a analizar cómo suena su voz. Sin embargo, sí lo hacemos con la nuestra y con lo inesperado de su sonido.
En ello también influye el hecho de que, cuando hablamos en alto con nuestro entorno, nuestra corteza auditiva se apaga.
Esto supone que el cerebro nunca escuche el sonido de nuestra voz, de ahí que, cuando la escuchamos verdaderamente, nos resulte extraña.