En España los límites de velocidad varían dependiendo del tipo de vía, pero, en general, podemos encontrar señales desde 20 hasta 120 km/h. Sabiendo esto, cuesta imaginar que hubo una época donde te podían sancionar si superabas lo 3km/h, hasta caminando se puede superar. Hablamos del origen del castigo más odiado por los conductores: las multas. Nos tenemos que remontar a la Inglaterra de 1896, momento y lugar donde se puso la primera multa por exceso de velocidad.
El infractor fue Walter Arnold, quien circulaba nada menos que a 13km/h por una vía limitada a 3km/h, por lo que cuadruplicaba el límite. Fue detenido y la noticia acaparó los periódicos del día. Ahora, este suceso publicado por el London Daily News se puede consultar en la hemeroteca The British Newspaper Archive.
La historia cuenta que la sanción fue de un chelín pero, al recurrirla y perder, Arnold tuvo que pagar los gastos del proceso y finalmente la infracción le costó cinco chelines. Un policía montado en bicicleta se percató de su imprudecia y le dio el alto, convirtiendo a Arnold en la primera pesona multada de la historia. Aunque sorprenda el hecho de que el agente pudiera determinar la velocidad exacta a la que iba, estaba claro que a 3km/h no circulaba el conductor. Ese mismo año, cambió la regulación y el límite de velocidad aumentó hasta los 23 km/h.
Como es obvio, el vehículo no era como los de ahora. Lla industria automovilística aún estaba en pañales y los coches se parecían más a los carros tirados por caballos que a los que conducimos en la actualidad. En concreto, Arnold se ganó la multa con un Arnold Benz Motor Carriage.
En 2017, todos los aficionados al motor tuvieron el placer de visitar este vehículo en la Concours of Elegance de Londres, exhibición anual de los coches más lujosos del mundo celebrada en los palacios de Reino Unido.