El envejecimiento de la población es cada vez más evidente y acuciante, y esto plantea diversos desafíos en la sociedad, la salud y la economía. Así lo destaca Pilar Rodríguez Benito (@BeniPilar), adjunta a la gerencia y Directora Unidad Operativa Sociosanitaria del Grupo ABD Asociación Bienestar y Desarrollo, que señala que esta transición demográfica "está generando una creciente demanda de servicios y recursos dirigidos a cubrir las necesidades específicas de las personas mayores".
Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan un crecimiento exponencial de la población mayor de 60 años en todo el mundo entre 2020 y 2050, con previsión de que se triplique el número de personas de 80 años o más, situándose en los 426 millones. En 2030, se espera que una de cada seis personas superarán los 60 años.
"Estas cifras reflejan que el envejecimiento es una realidad y ya llegamos tarde para poder aplicar políticas públicas", lamenta Rodríguez Benito, poniendo el foco en la salud mental, que "emerge como uno de los principales retos a afrontar con urgencia. El bienestar emocional y psicológico de las personas mayores resulta crucial para asegurar una calidad de vida óptima en esta etapa, y su atención adecuada demanda un enfoque profesional y estratégico por parte de las instituciones y organizaciones pertinentes".
📎 La salut mental en les persones grans és una qüestió de vital importància que, malauradament, sovint s'ignora o se subestima. @BeniPilar pic.twitter.com/mMCCSyW8S9
— ABD (@abd_ong) March 13, 2024
Principales desafíos
"Se da por supuesto que las personas mayores son frágiles y dependientes y eso no es así, el envejecimiento no es una enfermedad" sino "un proceso natural que forma parte del ciclo de vida de las personas", resalta Rodríguez Benito, que recuerda que hay "estigmas y prejuicios asociados a la vejez que pueden influir en la percepción y el tratamiento de las afecciones de salud mental en las personas mayores. Las personas mayores constituyen el grupo de población más heterogéneo y diverso. Es importante recordar que cada persona es diferente y puede responder de forma única".
La falta de diagnóstico es el principal desafío a la hora de abordar este problema, y es que, tal y como destaca, "muchas personas mayores no están diagnosticadas". Pone de relieve, a su vez, la falta de datos sobre salud mental en este colectivo, lo cual "es preocupante", y es que "dificulta la identificación y el abordaje de estos problemas, como el trastorno obsesivo-compulsivo, bipolaridad y otros". Por tanto, considera "esencial cerrar esta brecha de conocimiento para proporcionar el apoyo necesario a las personas mayores y mejorar su calidad de vida".
Por su lado, las enfermedades mentales siguen estando estigmatizadas, lo que supone otro "obstáculo importante para que las personas mayores busquen ayuda", así como el edadismo, que juega también "un papel negativo en este sentido". "Hay que luchar contra el edadismo y la gerontofobia. Las personas mayores suelen estar infravaloradas e infratratadas", reclama.
Por último, la falta de recursos y servicios de salud mental que estén especializados en este colectivo son igualmente "insuficientes en la mayoría de los países", añade.
Rodríguez Benito destaca asimismo algunas de las barreras más habituales para la búsqueda de ayuda, según el estudio Las barreras para la atención de salud mental en las personas mayores, como son: la reacción a la enfermedad mental, por miedo a ser juzgadas o rechazadas; la falta de conciencia para reconocer que tienen un problema; y la discriminación por edad, lo que influye en la percepción de estas personas, haciéndolas sentir que no merecen la atención médica o que no recibirán un tratamiento adecuado.
Con todo, considera "necesario un esfuerzo conjunto por parte de las instituciones, las personas profesionales de la salud y la sociedad en general para abordar los desafíos de la salud mental en las personas mayores. Solo así podremos garantizar una mejor calidad de vida para este grupo poblacional", concluye.
