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Con la llegada del verano, muchas familias están deseando salir de vacaciones. Sin embargo, aquellas que tienen un familiar con deterioro cognitivo, deben estar al tanto de dos factores potencialmente nocivos para él: las altas temperaturas y los cambios de rutina.
Para que tanto pacientes como cuidadores puedan disfrutar de las vacaciones, la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA) ofrece una serie de recomendaciones para prevenir incidentes durante el viaje.
1. Valorar el grado de demencia
Desde CEAFA, recuerdan que antes de nada es necesario tener en cuenta cómo de avanzada está la enfermedad: "no es lo mismo irse de vacaciones con una demencia leve, en la que los cuidados no son especialmente intensos, a hacerlo cuando el estado de la enfermedad está más avanzado y donde hay más riesgo de desorientación, así como mayor nivel de requerimiento respecto a cuidados más específicos".
En este sentido, en fases avanzadas de la enfermedad se desaconseja viajar, "ya que el traslado puede llegar a asustar al paciente y generar riesgos innecesarios", afirman desde CEAFA.
2. Antes del viaje: planificar
Los cambios repentinos de horarios, unidos a los cambios de domicilio, pueden facilitar la desorientación. Por eso es importante que se refuerce la comodidad y la seguridad de la persona afectada, tratando de mantener los horarios habituales y no realizar actividades especiales muy de continuo, ya que los cambios suponen un gran esfuerzo mental que en muchas ocasiones no es aconsejable.
En caso de trasladarse por vacaciones, todo lo que se pueda planificar de antemano y preparar será una gran ventaja. "Por ejemplo, en casos avanzados, es aconsejable ayudar al paciente con la elección de la ropa a llevar en la maleta, teniendo en cuenta que cuantas menos elecciones, mejor", precisan.
3. Durante el viaje: organizar y acompañar
Una vez en el viaje, se aconseja que a primera hora de la mañana se le recuerde al paciente el nombre de los familiares o visitantes habituales del lugar de vacaciones.
También se le debe recordar el itinerario planeado para ese día, e incluso, durante el mismo día, hacerles partícipes de actividades sencillas y situaciones sociales agradables para el paciente, como pueden ser las visitas de los niños.
4. Ojo al calor
Los pacientes con alzhéimer suelen ser más propensos al estrés térmico, es decir, una acumulación excesiva de calor en el cuerpo que puede producir una insolación.
Por este motivo, aunque el paciente no lo indique, hay que poner medidas para que no sufra calor: ropa ancha y suelta, sombrero, gafas, beber agua frecuentemente, permanecer a la sombra, etc.
5. Cuidar a los cuidadores
Si debido a la fase avanzada de la demencia al paciente no se le aconseja viajar, esto no significa que el cuidador tampoco pueda. De hecho, desde CEAFA alertan de que "el disfrute de vacaciones y el descanso no es solo recomendable, sino totalmente necesario, vital para recargar energías y reponer las fuerzas necesarias para continuar con el cuidado el resto del año".
En este sentido, recuerdan que, en caso de no contar con más apoyo familiar, cada vez hay más centros que ofrecen servicios de estancia temporal, donde una persona puede ingresar por un periodo de tiempo limitado y tanto el funcionamiento como los cuidados están adecuados a personas con deterioro físico y cognitivo.