Las sociedades longevas deben adaptarse para satisfacer las necesidades de una población cada vez más envejecida y, para ello, es necesario crear entornos en los que personas de todas las edades se "mantengan sanas, activas, conectadas y con sensación de seguridad".
Esta fue una de las principales conclusiones de la ponencia que impartió la gerontóloga y profesora emérita de la Universidad de Tokyo, Hiroko Akiyama, en una mesa redonda sobre cuidados y longevidad realizadacon motivo de laprimera Cumbre España-Japón celebrada en la ciudad de Salamanca el pasado 25 de abril y en la que participó también la directora del Imserso, Mayte Sancho, y el exsecretario de Estado de Derechos Sociales, Ignacio Álvarez.
El proyecto Kashiwa
Akiyama explicó cómo en Japón tratan de adaptarse a la longevidad creando entornos comunitarios en los que los mayores pueden disfrutar de múltiples servicios de proximidad y se mantienen conectados con el resto de la sociedad, como es el caso del de la ciudad de Kashiwa, situada a escasos kilómetros de Tokyo, que comenzó a plantearse en la primera década de este siglo.
En este caso, se intentó diseñar un programa piloto que integraba todos los servicios que podía necesitar esta población.
Para ello, se combinaron la asistencia sanitaria, la prevención de los problemas de salud, los servicios sociales y la vivienda, todo ello, poniendo al mayor en el centro y coordinándose entre profesionales sanitarios que se desplazan muchas veces a los domicilios para cubrir las necesidades de los mayores y abarcaban determinadas zonas.
En este sentido, Akiyama explicó que se adaptaron edificios que integraban todos estos elementos, en los que había zonas con consultas médicas, farmacias, y luego apartamentos residenciales donde los sanitarios se desplazaban.
"El sistema integrado de atención funciona muy bien y coopera con centros de día y hospitales", comentó.
“En Japón las familias no querían mandar a las personas a residencias, porque era estigmatizante, y entonces las enviaban a hospitales. Ahora estamos intentando repensar eso. Hay que pensar en cuidados a la carta”, apuntó.
Además, también se adaptó el transporte para las personas mayores y se utilizaron las nuevas tecnologías con elementos como la domótica, la telemedicina y la comunicación.
Y para poner en marcha este proyecto, tuvieron que colaborar diferentes instituciones tanto públicas como privadas, como la propia Universidad de Tokyo, el ayuntamiento de la ciudad de Kashiwa, etc.
Este tipo de iniciativas “requiere no sólo la colaboración entre investigadores de distintas disciplinas, sino también la plena colaboración con los ciudadanos, los gobiernos locales, la comunidad empresarial y otras organizaciones, como asociaciones médicas y organizaciones sin ánimo de lucro”, sostuvo la gerontóloga.
Seguir trabajando
Otra pata fundamental de estos programas era la laboral, es decir, que los mayores que quisieran puediesen seguir trabajando, pero adaptando las condiciones para ello, ya que se ha relacionado con beneficios positivos para la salud y es una forma de mantener la población activa y garantizar el consumo y la financiación del sistema de seguridad social, para hacer frente a los desafíos que plantea una sociedad longeva con bajas tasas de natalidad.
Para lograrlo, diseñaron ubicaciones para "una segunda vida laboral". "En Tokyo había muchos 'babyboomers' que hacían largas distancias para ir a trabajar. Les creamos oportunidades cercanas a sus viviendas, donde pudiesen desarrollar sus capacidades, por ejemplo, trabajando para la municipalidad, en cuidados, etc. Les encontramos puestos en empresas privadas y se les garantizaron unos ingresos mínimos. Además, desarrollamos unos horarios flexibles, para que pudiesen elegir cuánto tiempo trabajaban y creamos seminarios para orientar a estas personas", contextualizó.
Hiroko Akiyama, gerontóloga y profesora emérita de la University of Tokyo: "Las personas en cuidados sociales están muy mal pagadas, sobre todo las que trabajan en centros de día o residencias. Hay personas que deciden trabajar en McDonald's mejor que en una residencia" pic.twitter.com/XCUEvnlYcI
Sobre estos temas y otros relacionados con la longevidad –como el desaprovechamiento del talento sénior y su relación con la sostenibilidad del sistema productivo, el modelo de cuidados o el cambio demográfico y su relación con la crisis climática– debatieron una decena de ponentes en la primera Cumbre España-Japón celebrada en la ciudad de Salamanca.
En la jornada participaron expertos de la talla de Atsushi Seike, docente de la Keio University y presidente de la Cruz Roja japonesa; Enrique Cabero, presidente del Consejo Económico y Social de Castilla y León; Óscar González Benito, director de la FGUSAL; Hiroko Akiyama, gerontóloga y profesora emérita de la Universidad de Tokyo; Mayte Sancho, directora del Imserso; Consuelo Borrás, catedrática de Fisiología y colaboradora del CENIE; Noboru Mizushima, docente de la Universidad de Tokyo; Ana María Cuervo, del Albert Einstein College of Medicine; Kenji Hiramatsu, presidente del Instituto de Estrategia Internacional, Japan Research Institute; y Pedro Jordano, presidente del área de Ciencias y Tecnologías Medioambientales en la Agencia Estatal de Investigación; entre otros.
El evento fue organizado por el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (@cenie_es), dependiente de la Fundación General de la Universidad de Salamanca (@fgusal), con la finalidad de conocer, analizar e intercambiar conocimientos y experiencias en torno al desafío y oportunidades que supone la realidad de las nuevas sociedades longevas.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.