¿Qué obligaciones tiene el albacea en la herencia?

Cuando una persona fallece, sus bienes, derechos y obligaciones pasan a otras personas en lo que se conoce como herencia. Hay muchos aspectos que debemos conocer para hacerla correctamente y asegurarnos de que nuestras posesiones se entregan de la forma deseada. En este caso, cobran especial importancia las figuras del administrador de bienes y albacea. 

Lo primero es diferenciar la una de la otra. En ambos casos, el albacea y el administrador de la herencia representarán la herencia del fallecido hasta que esta sea repartida entre todos los herederos, siempre cumpliendo la voluntad de la persona que redactó el testamento. La principal diferencia radica en la persona que los designa, es decir, el albacea es nombrado por el testador, mientras que el administrador es designado por un tribunal cuando no hay testamento, no es válido o los herederos no se ponen de acuerdo en el reparto. 

En este sentido, entre las funciones más comunes de la albacea se encuentran la interpretación del testamento, administrar, contar y partir los bienes de la herencia. También se encarga de pagar las deudas de la herencia y proteger los bienes que se hayan heredado.

Esas son las funciones más conocidas, pero además, se encarga de:

• Hacerse cargo del entierro y funeral de acuerdo a las costumbres o según indique el testador.
• Confirmar la validez del testamento.
• Conservar los bienes de la herencia y velar por su seguridad.
• Vigilar que se cumpla con todo lo que establezca el testamento.
• Pagar el legado en metálico.
• Asegurarse de que se haga el inventario de bienes con la presencia de herederos y demás personas interesadas.

Para cumplir todos los deberes, la albacea tiene un año, siempre y cuando no se haya especificado otro periodo en el testamento. El tiempo empieza a contar desde el momento en que se acepta el cargo, y puede prorrogarse en caso de no haber terminado a tiempo.

Requisitos para ser albacea

Para ser albacea es necesario ser mayor de edad y poder obrar judicialmente, independientemente del cargo académico. Normalmente, suele ser un abogado o un notario por sus conocimientos en la materia.

Si se cumple con todo esto, la persona solo tendrá que manifestar su voluntad de aceptar el puesto. 

Por otro lado, se puede dejar el cargo cuando una enfermedad impide ejercer las funciones correctamente o por tener disputas con los herederos.