Resaca Social: querer hacer demasiados planes seguidos después de la pandemia es perjudicial

Las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias durante la pandemia y el propio miedo a socializar para no contagiarse de Covid han puesto a prueba la salud mental de la mayoría de la población española. 

Sin embargo, ahora que los ciudadanos, gracias a la vacunación, van normalizando poco a poco su convivencia con el virus y que el Estado impone cada vez menos medidas que obliguen a distanciarse los unos de los otros, existe un nuevo problema que puede afectar a la salud mental: el exceso de planes, para compensar 'el tiempo que nos robaron'.

Así se desprende de un artículo publicado en The Conversation, escrito por los profesores de Psicología Social de la Universidad de Jaén, Daniel Cortés-Denia y Esther López-Zafra.

"Parece que la vuelta a la normalidad nos esté obligando a quedar, viajar, salir de fiesta, hacer planes en cada rato libre… Es como si tuviésemos que vivir como si no hubiera un mañana, como si otra pandemia nos fuese a acorralar", explican. 

Por esta razón, avisan, "esta necesidad de relacionarnos constantemente después de un periodo de restricciones puede tener consecuencias psicológicas, como la ansiedad o el agotamiento total, que pueden hacernos sentir destruidos por completo".

 

Y es que puede pasar que de tanto socializar, a un ritmo mayor que el prepandémico, sintamos una suerte de resaca emocional.  "Seguramente no nos damos cuenta pero cuando socializamos invertimos muchos recursos cognitivos. Debemos pensar lo que decimos, lo que hacemos, cómo nos ven, cómo nos vemos, escuchar atentamente lo que otros nos dicen, percibir las señales no verbales en todo el entorno… Como vemos, ¡puede ser agotador!", apuntan. 

"En psicología hablamos de burnout o síndrome de estar quemado. Habitualmente se refiere a una manifestación o respuesta al estrés crónico que suele asociarse a entornos laborales. Sin embargo, también puede producirse en otros contextos si se dan dos factores fundamentales. El primero es el agotamiento emocional, es decir, el consumo extremo de los recursos emocionales propios. El segundo, la despersonalización, que se manifiesta por actitudes negativas con el entorno. Y esto es lo que ocurre cuando sentimos saturación ante la actividad social", cuentan. 

¿Y cómo saber si se sufre de esta resaca? Los psicólogos ponen un ejemplo muy sencillo: "Pongamos como ejemplo las navidades. Si queremos visitar a todos los amigos, familia y demás compromisos, es posible que acabemos exhaustos y necesitemos un tiempo para nosotros mismos. Esta situación puede ser normal. Sin embargo, se producirá una afectación psicológica si acabamos sintiéndonos de mal humor, agotados y con dificultad para concentrarnos; cuando sintamos esa falta de energía y parezca que el cuerpo y la mente pesan y van más lentos de lo habitual; cuando no tengamos ganas de hablar con nadie y nos dé una “pereza” terrible quedar, hablar con alguien o tener que salir". 

Por ello, para evitar esa situación, Daniel Cortés-Denia y Esther Lopez-Zafra recomiendan en su artículo en The Conversation​ "descanso", "un tiempo de reajuste hasta encontrar nuestro equilibrio", pero tampoco dejar de quedar con gente del todo, ya que el ser humano es social por naturaleza.

"Tendremos que aprender a decir 'no' a determinadas actividades. Esto es necesario porque una de las principales causas de este tipo de resaca es no saber negarnos cuando, por ejemplo, nos invitan a un plan durante el fin de semana. En estos casos, acabamos aceptándolo por no disgustar a nadie, a pesar de que en ese momento no nos encontremos con las fuerzas suficientes para disfrutarlo. Por ello, hay que fomentar la asertividad, que nos permitirá expresarnos con sinceridad sin enturbiar nuestras relaciones sociales", recomiendan.