Un equipo internacional de investigadores, que incluye neurólogos del Centro Médico de la Universidad de Rochester, en Estados Unidos, han asociado el tricloroetileno (TCE), una sustancia química común y ampliamente utilizada en la limpieza en seco, con la enfermedad de Parkinson, considerándolo como una posible causa invisible.
Tal y como explican en un artículo publicado en la revista Journal of Parkinson's Disease, este químico podría estar alimentando el aumento del párkinson, que actualmente se constituye como la afección cerebral de más rápido crecimiento en el mundo.
En los últimos 30 años, el número de personas con enfermedad de Parkinson se ha duplicado, y se espera que vuelva a duplicarse para 2040. Todavía se desconocen las causas de esta enfermedad aunque, por lo general, se asocia con ciertas mutaciones genéticas y traumatismos craneoencefálicos, según indican. "Sin embargo, estas causas o factores de riesgo no explican la mayoría de los casos. Deben estar en juego otros factores menos visibles. Entre estos se encuentra un solvente industrial ampliamente utilizado y un contaminante ambiental común poco reconocido, como es el tricloroetileno", señalan.
El tricloroetileno es una molécula simple de seis átomos que puede llegar a descafeinar el café, desengrasar las piezas metálicas e incluso secar la ropa. Este químico se vinculó por primera vez con el párkinson en 1969, y desde entonces cuatro estudios de casos asociaron este químico con el desarrollo de la enfermedad. "Además, un pequeño estudio epidemiológico encontró que la exposición ocupacional o de pasatiempo al solvente se asoció con un riesgo 500% mayor de desarrollar párkinson. En múltiples estudios con animales, la sustancia química reproduce las características patológicas de la enfermedad de Parkinson", explican.
Indican que este riesgo no se limita únicamente a aquellas personas que trabajan con este químico, ya que el tricloroetileno contamina también el aire exterior, las aguas subterráneas y el aire interior. Así, este equipo de investigadores han realizado una revisión de literatura, en la que incluyen siete casos ilustrativos, con los que relacionan este químico un aumento global de la enfermedad de Parkinson, considerando que el tricloroetileno es una de sus "causas invisibles y altamente prevenibles".
¿Dónde está presente este químico?
El tricloroetileno está presente en diferentes productos de consumo, muchos de ellos de uso cotidiano, según especifican los investigadores en el documento, como por ejemplo: adhesivos, productos de limpieza en aerosol, limpiador de alfombras, limpiadores y desengrasantes solventes, toallitas de limpieza, colas cosméticas, café descafeinado, limpiadores de película, pegamento, limpiador de armas, fumigantes, lubricantes, aerosol de pimienta, pesticidas, refrigerantes, selladores, quitamanchas, líquido corrector para máquinas de escribir, limpiadores de herramientas, acabados de madera, limpieza en seco, desengrasantes, cuidado de muebles, fabricación, informática y electrónica, desinfectantes, tintes, extracción de grasas y aceites, joyas, maquinaria, pintura y revestimiento, perfumes, jabones, anestesia, desinfectante quirúrgico o fabricación farmacéutica, entre otros.
Este químico era muy común en la década de 1970 en Estados Unidos, cuando la producción anual superó los 600 millones de libras por año. Además, alrededor de 10 millones de estadounidenses trabajaron diariamente con este químico u otros solventes orgánicos. Los investigadores señalan que aunque su uso doméstico ha disminuido, Estados Unidos sigue siendo el principal exportador mundial, mientras que la exposición al tricloroetileno ha aumentado desde 1990 en un 30% en todo el mundo. De hecho, un estudio en 1994 encontró concentraciones relativamente altas de este químico en la sangre y orina de las tres cuartas partes de una muestra de población general en Italia.
Actualmente, la Unión Europea y dos estados de Estados Unidos tienen prohibido el tricloroetileno, y solo está permitido para el desengrasado con vapor y la limpieza en seco en EEUU y para usos industriales autorizados en la Unión Europea. A nivel mundial, se prevé que el consumo de este químico aumente un 3% anual.
"Los trabajadores pueden inhalar o entrar en contacto dérmico con TCE, pero millones más se encuentran con el químico sin saberlo a través del aire exterior, aguas subterráneas contaminadas y contaminación del aire interior", explican los investigadores, que descubrieron que el tricloroetileno puede evaporarse del suelo y las aguas subterráneas contaminadas y entrar en los hogares, las escuelas y los lugares de trabajo.
"Este aire contaminado puede viajar hacia arriba a los apartamentos y oficinas ubicados sobre los penachos, que funcionan como ríos subterráneos de contaminantes dentro del agua subterránea. Se ha encontrado TCE en el aire interior de los hogares, en la mantequilla en los refrigeradores y en la leche materna de madres lactantes", aseguran.
"Durante más de un siglo, TCE ha amenazado a los trabajadores, ha contaminado el aire que respiramos, por fuera y por dentro, y ha contaminado el agua que bebemos. El uso global está aumentando, no disminuyendo. La mayor parte de esto ha sido invisible, todo es inaceptable y nada se detendrá hasta que actuemos", concluyen.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.