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La crisis sanitaria que atravesamos desde hace meses conlleva múltiples problemáticas asociadas y una de las más peligrosas es su incidencia en la soledad de los mayores. Se trata de un tema crucial que los gobiernos de todo el mundo están analizando ya que tiene un efecto directo en la salud de las personas y en su calidad y esperanza de vida.
Cabe destacar que en España hay cerca de 4,7 millones de hogares unipersonales, 2 millones de los cuales corresponden a personas mayores de 65 años (el 42%), según datos del Imserso. Tal como explica Maria José Abraham, directora de la Fundación Edad&Vida "es una problemática que viene de lejos, se extiende como una pandemia silenciosa". "Organismos como la OMS hace años que vienen advirtiendo de que la soledad no deseada es uno de los mayores riesgos para el deterioro de la salud de las personas y un factor determinante en su entrada en riesgo o situación de dependencia, en el deterioro de capacidades cognitivas, etc.", apunta.
Además, tal como añade Abraham: “Tanto desde la sociedad como desde la administración debemos movilizarnos para hacer frente a este problema. Más en fechas señaladas, como la Navidad, un periodo en el que este año, debido a la pandemia, las personas pueden sentirse especialmente solas. Es fundamental seguir todas las recomendaciones de seguridad y ser responsables, pero no por ello dejar más aisladas a las personas mayores. Debemos mantener los encuentros en grupos reducidos y, por supuesto, realizar llamadas frecuentes o videoconferencias. Todas las herramientas que nos ayuden a mantener los vínculos y la cercanía con nuestros seres queridos".
Debido a la evolución de la esperanza de vida y a los cambios en las dinámicas sociales, todo indica que la soledad no deseada seguirá creciendo en los próximos años. Una soledad a la que contribuyen cambios demográficos y sociales, que aumentará en todas las franjas de edad.
En lo que respecta a sus efectos en la salud, numerosas investigaciones evidencian que la soledad puede tener un efecto muy similar al estrés crónico en nuestra salud cerebral, y también puede afectar a nuestros sistemas endocrino e inmune, derivar en diabetes, ansiedad o depresión, entre otras patologías.
En definitiva, mantener una vida activa y sólidas relaciones sociales son algunos de los factores que tienen un mayor peso el bienestar físico y emocional de los mayores.
Recomendaciones para combatir la soledad
- Tener presente la necesidad de mantener el contacto con los seres queridos varias veces por semana, para no dejar pasar el tiempo sin hablar e incrementar la sensación de aislamiento.
- Mantener el contacto con el entorno social laboral tras la jubilación, posibles lazos de amistad que se han forjado con los años.
- Realizar llamadas o videoconferencias con regularidad con la familia para “compartir” los pequeños momentos, el día a día.
- En épocas especialmente sensibles como la Navidad, no dejar de compartir los momentos especiales, con más llamadas y encuentros reducidos con los seres queridos, teniendo en cuenta todas las recomendaciones sanitarias.
- Promover las relaciones sociales en grupos reducidos, con pequeños paseos al aire libre, la práctica de deporte adaptada a cada edad, etc.
- Mostrar empatía y comprensión con los sentimientos que pueden experimentar otras personas.
- Potenciar el optimismo y el interés por una vida activa, adaptada a la realidad de cada persona.