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El doctor Fermín García-Gollarte, geriatra y director médico de Ballesol, ha apuntado que las personas de más de 85 años perdieron "tres veces más masa muscular y en la tercera parte de tiempo que los jóvenes" durante el confinamiento por el COVID-19, por lo que considera que "se va a reducir la esperanza de vida con resultados catastróficos medidos en aumento de caídas, deterioro y mortalidad".
El síndrome de la fragilidad, que afecta a un 25% de las personas mayores de 85 años, hace a este grupo de población especialmente vulnerable a sufrir reacciones adversas y mayor dependencia si no se actúa de forma activa y precoz para revertirlas.
Al igual que hoy se sabe que la pérdida de masa muscular comienza a partir de los 40 años y que a los 80 se ha perdido más de la mitad del músculo corporal total, el síndrome geriátrico llamado sarcopenia, afecta a entre un 6 y 22% de las personas mayores y se define como una desproporcionada pérdida de masa muscular y fuerza, acompañada de un declive en la actividad física, funcionalidad y autonomía. Este síndrome se ha agravado tras el COVID-19.
Con el objetivo de contrarrestar los efectos negativos por un posible segundo confinamiento que conllevaría una mayor disminución de la resistencia, capacidad aeróbica, fuerza y equilibrio, que afectan a la autonomía y la calidad de vida en el anciano, el experto propone un abordaje global y continuado de ejercicio físico como intervención eficaz en el anciano frágil.
Con estas previsiones, insiste en la importancia de la rehabilitación asociada a la correcta nutrición para prevenir consecuencias adversas y recientes al asegurar que "la sobremortalidad motivada por el COVID-19, ha reducido nuestra esperanza y calidad de vida".