Unamuno decía que “la vida es tan solo soledad, pues sola nació y sola morirá”. Pero la relación inspiradora del poeta y dramaturgo con este sentimiento, contrasta con la del concepto mucho más complejo de la soledad no deseada y el aislamiento. Un nuevo fenómeno social, diferenciado de la elección propia de vivir solo, que algunos investigadores plantean como la epidemia del siglo XXI y que según el neurólogo Álvaro Pascual Leone, puede generar una ansiedad que equivale a fumar 15 cigarrillos al día o ser obeso.
En España, más de 2 millones de mayores de 65 años viven solas, según la última Encuesta Continua del INE. De ellas, el 25% de ellas pasan el día sin ver a nadie, cifra que crece cada año. Además, 6 de cada 10 personas mayores reconocen sentirse solas, sobre todo mujeres, según datos del estudio CIS-Imserso, cuya consecuencias más dramáticas se ejemplifican en el abandono y casos como el cadáver momificado de una mujer de 83 años fallecida en 2014 encontrado hace unos días en Madrid.
En Reino Unido este tema ha sido considerado como un asunto de estado, y se ha nombrado una Secretaría de Estado para combatir la soledad no deseada. En España, organizaciones sociales están comenzando a tomar medidas para prevenir esta situación. Combatir este aislamiento social y la estigmatización de la soledad ha sido el foco también del Día Europeo de la Solidaridad Intergeneracional celebrado esta semana.
Empeora con el tipo de sociedad individualista
“He vivido solo muchos años, he viajado mucho y me he llevado muy bien con la soledad. Pero la diferencia es que esta soledad está llena de amargura, de tristeza”, contaba este octogenario en el programa de Canal Sur. Paco comercial jubilado de 80 años, cuyas relaciones sociales han ido desapareciendo con los años a medida que sus familiares y amigos iban muriendo y él se iba quedando en casa.
“El envejecimiento de la población, el aumento de la familias monoparentales, la extensión del individualismo, el declive de las redes de apoyo social y familiar, el aumento de la precariedad social y de las desigualdades son factores que hacen que cada vez haya más personas afectadas por la soledad”, según la gerontóloga Yolanda Pecharromán.
La soledad es un sentimiento subjetivo y está presente en todas las edades pero se vuelve más preocupante entre las personas mayores, cuando la red social de amigos empieza a romperse y se convierte en muchos casos en aislamiento emocional y social o abandono. A partir de los 80 años la soledad es mucho más común que en otras etapas de la vida, especialmente entre las mujeres, según el Informe Europeo de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Hay muchos factores que influyen en esta situación, desde las pérdidas de relaciones, el vacío conyugal, la mayor longevidad de las mujeres, etc. Se trata de factores de riesgo, entre otros, pero no determinantes para sufrir soledad no deseada, por lo que habrá muchas personas que no tengan este sentimiento”, explica Pecharromán.
Factor de riesgo para la salud
La mayoría de las personas se sentirán solas en algún momento de sus vidas. Es una experiencia muy personal que, en la mayoría de los casos, pasará. Pero para un número creciente de personas mayores, la soledad puede definir sus vidas y tener un impacto significativo en su bienestar.
“No siempre sucede así, pero la relación entre el sentimiento de soledad y salud mental o física, es bidireccional. Es decir, unas veces la soledad lleva a la pérdida de salud y este es uno de los problemas que más preocupa y por donde se está empezando a trabajar, pero también la enfermedad puede llevar a la soledad”, explica Yolanda Pecharromán. Según un informe de expertos de la revista Perspectives on Psychological Science de la universidad estadounidense Brigham Young, el sentimiento de soledad prolongada y la merma de la autoestima, pueden incrementar el riesgo de muerte en un 26%.
Otro punto a tener en cuenta es que las personas aisladas se sienten mucho más solas que quienes no lo están, “la soledad como sensación subjetiva, puede estar presente en personas que están constantemente en compañía”, aclara, por lo tanto la clave está en la calidad de las relaciones. Tal como apunta Eurostat, las personas mayores de 75 años son el grupo de edad, que con diferencia tiene menos contacto con amigos y solo el 34% mantiene relación diaria con sus familiares.
Una de las consecuencias más extremas de la soledad no deseada y el abandono es la muerte en soledad. “La triste noticia que hemos conocido de Amanda, fallecida en 2014 y cuyo cadáver fue encontrado hace unos días en Madrid, es un indicador del tipo de sociedad individualista que estamos creando, pero es importante matizar que no son representativos, y no deberían eclipsar la realidad no tan dramática de cientos de miles de mayores que sienten soledad de manera diaria e invisible y sobre el que hay que tomar medidas urgentes”, reivindican desde la fundación Grandes Amigos.
Relaciones intergeneracionales para combatir la soledad
Como solución preventiva desde la psicología, se apuntan a varios enfoques que permitan cambiar la forma de pensar las relaciones, por ejemplo que las uniones no tiendan a anclarse, ser nómadas a la hora de relacionarnos, es decir, "tener nuestro círculo íntimo pero sin cerrarse a nuevas amistades", aconseja Pecharromán. La soledad es una consecuencia de no comunidad y por eso es mucho más común en las grandes ciudades que en las comunidades rurales. Por eso, según proponen los expertos, para prevenir la soledad "hay que cuidar el espacio público, poner en valor los cuidados de la vida cotidiana, imprescindible el desarrollo comunitario ya que crea sentimiento de pertenencia", insiste la psicóloga, así como poner en valor a los mayores y su rol en la sociedad. "Es paradójico que nos esmeremos más que nunca en cuidarnos físicamente para llegar a muy mayores (dietas, gimnasio…) pero a la vez no seamos capaces de relacionarnos con las personas mayores", opinan desde la asociación Grandes Amigos.
Experiencias intergeneracionales como pasar tiempo con jóvenes o programas de salud comunitaria que se desarrollan en algunos centros de salud son un buen comienzo para hacer frente a la soledad ante la ausencia de relaciones de calidad con familiares y amigos. "Partiendo de la evidencia de que la soledad no deseada no se puede resolver pagando a alguien para que te haga compañía, al carecer de amistad ni afecto real, la única solución pasa por regenerar los vínculos afectivos de una manera voluntaria y recíproca, sin contraprestaciones", proponen desde Grandes Amigos.
Esta asociación, centrada en mayores, está especializada en los voluntariados intergeneracionales, "en los que la persona que se siente sola (en este caso la persona mayor) decide forjar con otra persona, (voluntaria/o) una relación de amistad duradera y de calidad que reporta beneficios a ambos", explican desde la ONG. De hecho, los voluntarios de la organización, que participan en actividades como excursiones, aseguran que “reciben mucho más de lo que dan”.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.