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Cruz Roja ha realizado 55.453 atenciones en playas y aguas continentales -pantanos, lagos, ríos- durante este verano. Entre el 21 de junio y el 15 de septiembre, la organización ha desplegado sus recursos en 248 playas de la península y las islas con más de 1.000 personas entre facultativos, personal de enfermería, socorristas acuáticos y sanitarios, y patrones de embarcaciones.
Además de tareas de atención de primeros auxilios y salvamento, se han atendido a 613 personas extraviadas, y se ha ayudado a que 21.886 personas con discapacidad o movilidad reducida puedan disfrutar del baño adaptado, según el balance de la ONG.
El personal de playas también realiza labor de concienciación con mensajes preventivos. Sólo en esta temporada estival se realizaron más de 350.000 recomendaciones para evitar golpes de calor, cortes de digestión o lesiones producidas por los animales marinos.
"Aunque la parte de rescate parece más importante, la prevención es esencial, si no hacemos prevención con las personas en la playa, habría el doble de situaciones de riesgo, y atenderíamos al doble de personas", ha destacado Miguel Ángel Sánchez, responsable de 'Playas' de Cruz Roja.
La mayor parte de las asistencias sanitarias están relacionadas con picaduras, esguinces, luxaciones y otras curas, sin embargo, el componente medioambiental también forma parte de la intervención de Cruz Roja en las playas españolas. La sensibilización a la población y la movilización de recursos para la recogida de plásticos y limpieza de playas son otras de las acciones destacadas en el dispositivo.
Los rescates más atípicos
El rescate más atípico del verano realizado por efecticos de Cruz Roja fue el de una ballena de 50 toneladas y 18 metros de longitud que se quedó atrapada en un puerto de Valencia. En este rescate participó Cruz Roja junto a el Real Club Náutico de Valencia, la Guardia Civil, la Policía Local de Valencia y la Universitat de Valencia.
Pese a que el estado de la ballena no era de riesgo, pues sólo tenía heridas superficiales, la preocupación se extendió entre las personas participantes para conseguir que la ballena saliera de allí cuanto antes, y sin daños.
Las embarcaciones, entre ellas las del servicio de Salvamento Marítimo de Cruz Roja, pusieron los motores en marcha para causar ruido y obligar al cetáceo a moverse hacia la salida. Una vez se orientó a la salida el animal, fueron cerrándole el paso con las embarcaciones por el lado contrario para que no volviera atrás, y consiguieron devolverla a mar abierto.
Durante el mes de agosto, también se ayudó a una bebé de un año de edad que se atragantó en la playa de Santa Pola al tragarse de manera accidental un cubito de hielo. La bebé, en parada cardiorrespiratoria, fue socorrida por el personal de Cruz Roja, que gracias a la maniobra de Heimlich conseguía que el cubito fuera expulsado para su inmediata reanimación.
Tecnología humanitaria aplicada a las playas
Drones de última generación y el dispositivo de control remoto acuático de salvamento (CRAS) son los últimos socorristas incorporados a los grupos de trabajo en playas de Cruz Roja. Esta innovación proporciona más seguridad a las personas rescatadas y al propio personal de salvamento.
"El CRAS se utiliza a control remoto, es eléctrico, y permite rescatar a las víctimas acercándolas hasta la orilla; es ideal en zonas de alto peligro puesto que llega incluso antes que el propio socorrista, sin fatiga, y sin poner al personal de Cruz Roja en peligro", ha señalado Miguel Ángel Sánchez.
Para localizar objetos flotantes, manchas de contaminación, o posibles personas con necesidad de ayuda en el agua, también se han incorporado los drones de alta resolución y cámara térmica, que "permiten avisar a los bañistas gracias a su altavoz". De este modo, se les pueden dar indicaciones para su tranquilidad, avisos en zonas de baño prohibido o cualquier otro mensaje de relevancia desde la distancia y con total seguridad.