Carlos fallecía hace 11 años a los pocos meses de vida. Era el tercer hijo de José Carranza y su mujer, que nació en el hospital San Cecilio de Granada, pero que falleció tres meses debido a una neumopatía insterticial, después de pasar por varias unidades de cuidados intensivos. Aunque los años han pasado, sus padres siguen llevando flores y, hasta hace poco, también juguetes a la tumba de su hijo, cuando empezaron a desaparecer.
Y es que, hace años, José y su mujer empezaron a notar que los juguetes que dejaban en la tumba de su hijo, como peluches, un belén con pequeñas figuritas o una vela que iluminaba la lápida, desaparecían. "Eran muñecos sin apenas valor económico, pero sí tenían un valor sentimental", contaba el padre de Carlos a Nius. Solo en este año han sufrido ya unos tres robos.
Tras el fallecimiento de su hijo, los padres de Carlos donaron su corazón y sus pulmones a un hospital de Barcelona para contribuir en la investigación de "casos únicos" como el suyo. Aseguran que "fue un golpe muy duro", que sigue doliendo a pesar de los años transcurridos. Algo que no mejora con estos robos que se han convertido en habituales, impidiendo a la familia dejar estos detalles en la tumba de su hijo.
"Mi mujer le suele comprar peluches con la palabra LOVE escrita, pero se los llevan", asegura. Lo mismo ocurrió con uno de los dos jarrones que había en la lápida, que fue "arrancado".
Por todo ello, piden poner cámaras para ver quién es el responsable, ya que aseguran que no es la primera vez que ocurre algo parecido en el cementerio de Armilla, en Granada.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.