La reputada periodista y miembro del Comité Editorial de 65Ymás, Rosa María Calaf (Barcelona, 1945) tiene un máster en crisis. A sus espaldas cuenta con casi cuatro décadas de trayectoria profesional en la que destacan su paso por TVE como corresponsal en Nueva York, Moscú, Buenos Aires, Roma o Asia-Pacífico. Con su característico estilo y espíritu crítico, ha cubierto muchos de los conflictos internacionales de la historia contemporánea desde Chernóbil, los últimos años de la Unión Soviética o la guerra del Líbano. Pero en marzo de 2020 el coronavirus llegó sin avisar, desbaratando sus planes de viaje y su propia vida. En esta ocasión, no pudo tomar la distancia de una corresponsal, ya que el virus se coló en su propia casa, cambiándolo todo.
Desde su residencia en la costa catalana, Rosa María Calaf atiende la llamada de 65Ymás, para hacer balance de este momento vital a sus 75 años y relatarnos cómo está regresando poco a poco a su nueva normalidad de "jubilada activa" con una agenda repleta de actividades culturales y de charlas sobre periodismo a los que se dedica desde que colgó el micrófono en 2009 tras el ERE en la televisión pública. “En este no hacer nada, se me interfieren muchas actividades”, bromea ante su último compromiso, una conferencia sobre reporterismo en la Cátedra Manu Leguineche. También participará como fichaje estrella en el programa de radio de fin de semana de RNE (@rne), No es un día cualquiera (@NEUDC_RNE).
PREGUNTA.- Antes de nada, ¿cómo estás? Sabemos que pasaste el coronavirus y también tu pareja, ¿cómo ha sido vivirlo tan de cerca?
RESPUESTA.- Sí, estuve enferma aislada en mi casa en una relativa situación de comodidad. Fue mi pareja el que estuvo gravísimo en el hospital, hasta el punto que durante 2 o 3 semanas no sabíamos si saldría adelante. Esto me ha generado mucha inquietud, sobre todo por la inseguridad de la comunicación pese a que mantuvimos la relación telefónica con el hospital en todo momento. Supongo que como periodista, tengo la deformación profesional de que si no lo veo con mis propios ojos y hago mis comprobaciones, no estoy tranquila.
Yo he vivido muchas situaciones de crisis a lo largo de mi trayectoria profesional, pero la mayoría como testigo o espectadora. Ahora me ha tocado hacerlo como protagonista y ha sido complicado, he tenido que ejercitar todo lo aprendido durante mi vida, pero ha sido complejo. Aún así, han sido muchas las personas que han pasado por esto, por lo que pienso que dentro de todo he sido una privilegiada, y quejarse sería injusto. Estamos en la parte privilegiada del mundo.
P.- Se ha hablado mucho de los mayores durante esta crisis como grupo vulnerable, pero también por sufrir presuntamente limitaciones de asistencia. ¿Os habéis sentido tú o tu pareja estigmatizados por vuestra edad?
R.- Nosotros no, pero ciertamente, una vez más los mayores han sido estigmatizados y casi casi, criminalizados. Una vez más se nos ha presentado solo por la parte negativa y no tanto por lo positivo. Pero yo creo que los mayores han sido grandes protagonistas en esta crisis, con un comportamiento ejemplar.
En cuanto a la asistencia sanitaria, yo no lo he vivido directamente, pero se ha visto claramente que hay ciudadanos de primera y de segunda; y los mayores parece que son un segmento de la sociedad "desechable". Y eso es tremendamente injusto. Entiendo el enfado de muchas personas que se hayan sentido excluidas o indefensas. En el caso concreto de las UCIs, yo pregunté y parece que es importante valorar caso por caso, sabiendo que algunos no saldrían de ahí. Es muy duro admitirlo, pero hay que reconocer que puede pasar.
"Una vez más los mayores han sido estigmatizados y casi casi, criminalizados"
P.- ¿Cómo te ha cambiado la perspectiva el confinamiento? Entre otras cosas, tú antes no parabas de viajar y supongo que esto ha supuesto un parón obligado...
R.- Claro, de pronto pensé que llevaba desde la adolescencia sin estar tanto tiempo durmiendo en la misma cama. Obviamente el coronavirus me ha cambiado, y ha sido extraño el hecho de no tener compromisos permanentes todos los días. Gestionar el tiempo me ha resultado difícil, pero he intentado ser pragmática, crear rutinas. El coronavirus lo he vivido con angustia, como todos, pero también valorando tener tiempo para pararse y reflexionar, contrastar informaciones…. cosa que normalmente no tengo.
Pero ha sido un gran esfuerzo, aún me cuesta concentrarme para leer libros, así que he visto muchos informes y documentales de diferentes temáticas, porque pese al coronavirus no hay que olvidar que hay otras cuestiones que están pasando, que afectan a la humanidad. Cuando me preguntan si no me jubilo de periodista, contesto que es imposible, sería como jubilarse de la vida. Para los periodistas es esencial estar al día, pero buscando opiniones de personas que merezcan ser escuchadas.
P.- En ese sentido, ¿cómo valoras la cobertura informativa que se ha hecho de la pandemia? ¿Qué cuentan tus colegas extranjeros sobre cómo se ha visto la gestión de la pandemia desde fuera? Muchos hablan de que España es ya el epicentro de la segunda ola en Europa...
R.- En general hay buenas coberturas, pero continúa la tendencia a la "espectacularización" a la desviación de los hechos y crear una realidad paralela para su uso interesado. Esto no es nuevo, pero se incrementa ante situaciones de crisis. Emerje la idea de estar inmersos en una sociedad con una profusión de noticias que mienten, silencios que engañan y sobre todo de muchísimo ruido mediático, que lo que hace es distraer de los hechos que ocurren. Ahora parece que es más importante el relato, cómo se cuentan las cosas, más de lo que se cuenta, los hechos. De ahí la importancia de informar bien y estar bien informados. Y eso es responsabilidad de todos.
Considero que señalar a Madrid o España como epicentro, es lo mismo de siempre. Parece que hay que buscar culpables, echar balones fuera, una práctica peligrosísima, pero lamentablemente muy común. Es un hecho objetivo que España está siendo probablemente el país entre los de nuestro entorno donde los rebrotes han tenido más fuerza. Es lógico que se señale, otra cuestión es ver si eso se instrumentaliza con otras intenciones que beneficien a determinados grupos o empresas. El problema es simplificar, las cuestiones tan complejas como estas no son todo blanco o negro, hay que buscar el matiz. Ahí es donde yo creo que se falla mucho.
"Estamos inmersos en una sociedad con una profusión de noticias que mienten, silencios que engañan y sobre todo de muchísimo ruido mediático"
P.- En relación con este asunto, llevamos ya 6 meses desde lo peor la pandemia y aún no tenemos una cifra oficial de fallecidos en residencias, ¿por qué crees que el Gobierno no ha dado los datos?
R.- La verdad es que no lo sé, pero si la acción es voluntaria, se trataría de ocultación en beneficio de alguien, los silencios engañan... Si por el contrario no lo es, y es resultado de mala gestión ante una situación de caos para la que no se está preparado, habría que ver y buscar responsabilidades. Lo que sí que es tremendo es que todavía se trate de desvincular lo que está sucediendo en las residencias, con el maltrato a la sanidad pública. En mi opinión tienen una relación muy directa. Si nos importa, debemos pelear por ello y no permitir que se desmantele.
A lo largo de la historia de la humanidad ha habido muchas crisis y mucho peores que estas. Lo importante va a ser cómo se salga de aquí. Si se hace basándose en valores y en poner a las personas en el centro de la atención o si se va a basar solo en lo que es monetizable, que genere beneficios, en esta concepción economicista de la sociedad. Lo básico es saber que no todo tiene precio, sino valor y eso es lo que creo que debería primar a la hora de salir de la crisis y crear planes de futuro. Estamos claramente ante un cambio paradigma y hay que luchar porque el nuevo mundo y sociedad resultantes sea en beneficio de las personas y no beneficiándose de ellas.
"Es tremendo es que todavía se trate de desvincular lo que está sucediendo en las residencias, con el maltrato a la sanidad pública"
P.- El nuevo curso político acaba de arrancar, ¿qué es lo que podemos esperar de nuestros mandatarios?
R.- Como siempre se están poniendo más parches que que planes. Es importante que se atajen las emergencias, pero también poner el foco en la planificación a largo plazo. La pandemia ha acelerado todos esos cambios sociales, laborales que estaban ahí, por tanto lo que está claro es que hay que ir resolviendo la vida de las personas hoy y mañana. Me refiero a temas a largo plazo como la justicia social, el medio ambiente, la inteligencia artificial, que ya los tenemos encima.
Así que el curso político, aparte de hacer ruido y protagonizar enfrentamientos permanentes debería dedicarse a resolver los temas acuciantes que afectan a la vida de los ciudadanos. A los políticos les preocupan las próximas elecciones cuando les deberían importar las próximas generaciones. Esta es la clave. Y por otra parte, lo que más me aterroriza son los votantes desinformados, porque pueden llegar a votar en contra de sus propios intereses, como se ha visto con fenómenos como Trump, Bolsonaro o Johhson. Hay ciertos personajes que presentan soluciones sencillas a problemas complejos y eso no es posible.
P.- Ante este panorama tan oscuro, ¿qué crees que ocurrirá con otra de tus otras pasiones, los viajes? ¿Crees que podremos volver a viajar como antes?
R.- Yo espero que sí. Para mí el viajar forma parte del vivir, porque sigo siendo igual de curiosa. El virus no me ha matado la curiosidad. Obviamente, los viajes largos a lugares lejanos, los tengo apartados, pero los haré en cuanto se pueda –que probablemente no será hasta dentro de más de un año–. Pero lo que sí estoy empezando a hacer son algunos movimientos y algunas salidas porque para mí es muy importante el apoyo a la cultura y a todo aquello que signifique conocimiento.
Es verdad que gran parte va a pasar ahora por internet, pero creo que poco a poco hay que ir recuperando esos contactos, con toda la precaución y seguridad necesarias. Mirarse a la cara y a los ojos es fundamental, aunque sea con mascarilla. Creo podemos ir salir a la calle y seguir viendo y escuchando lo que ocurre a nuestro alrededor, ahora con mascarilla. Así que en esas estoy.
"El virus no me ha matado la curiosidad"