Desconcierto, incredulidad, bulos, impotencia, maratonianas jornadas de trabajo… Esta es la historia de dos hermanos, el prestigioso epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González (@MAM_UNAV), catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra (@unav) y Julio Martínez-González, médico en el servicio de Urgencias del Hospital Regional Universitario de Málaga (@HRegionalMalaga), unidos por el coronavirus. Estos dos testigos de excepción de la Covid, conjugan en el libro La Sanidad en llamas (@edit_planeta), una curiosa visión científica y sanitaria de los días más duros de la pandemia en España.
Con una confluencia de datos científicos y experiencia empírica en las urgencias de un hospital, ofrecen un interpretación crítica de los aciertos y errores que ha cometido nuestro país en la gestión de la crisis sanitaria más importante de los últimos tiempos. En él no se olvidan de lo que ocurrió con los mayores de residencias y comparan la "cultura de la muerte" impuesta en la primera ola de Covid, nada más y nada menos que con el campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. Tampoco eluden una de las grandes incógnitas: el origen del virus, que no descartan pudo ser fruto de un accidente de un laboratorio de Wuhan. Y ante todo miran al futuro porque aseguran "la pregunta no es si volverá a haber una pandemia o no, sino cuándo será. Y hay que estar preparados..."
“Hay tantos datos que no coinciden”
“La idea del libro surge al ver que mi hermano se estaba dejando la piel en el hospital, con 10 guardias al mes, inmerso todo el día con pacientes de coronavirus”, explica el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González. “Había además tantos datos que no coincidían entre lo que venía del medio científico y lo que nos llegaba por lo medios de comunicación, por los políticos, respecto a la realidad, que nos pareció interesante contrastarlo con el trabajo en primera línea de mi hermano y la experiencia que yo tengo como catedrático de Salud Pública y Medicina Preventiva”.
“No fue fácil, tuvimos que hacer al menos 10 versiones, hasta llegar a conjugar las dos visiones y que además fuese fácil de trasladar a la gente. Pero creo que poco a poco, haciéndolo como relato novelado salpicándolo de historias reales –aunque con nombres ficticios– y anécdotas que ejemplifican la situación que se vivía en los hospitales, lo conseguimos”, opina el médico Julio Martínez-González de 58 años, quien señala que personalmente -como delegado sindical- lo más difícil quizás fue "no meterse demasiado” en política".
Un incendio incontrolable...¿Por qué se llegó tarde?
Pero no lo consiguieron del todo."El ministerio de Sanidad ya en su página web alertaba a día 12 de febrero de 2020 de una serie de medidas a tomar para la posible pandemia de coronavirus. Ese era el momento de haber tomado medidas preventivas, algo mucho más barato que la intervención médica" critica Julio. Ambos coinciden en que “se llegó tarde”, debido en parte a que “motivaciones políticas y luchas partidistas" han pesado más que los intereses de la salud pública y al final, la Sanidad quedó en llamas". "Ante un hecho insólito como este, lo que es difícil de entender es que el ministerio de Sanidad estaba desmantelado, las competencias transferidas a las comunidades autónomas, hubo un retraso histórico en las plazas de MIR….”, insiste Miguel Ángel.
Por su parte, Julio siente que a sus más de 50 años tuvo que actuar en el hospital "como un bombero sin casco", por la falta de planificación y recursos. "Vivimos el ébola, pero nunca antes nada como la Covid. Por suerte nos sirvieron esos equipos antiguos que habíamos guardado, algo que da la experiencia". Además, añaden que se ignoró a los epidemiólogos, incluso ejemplos de países como Taiwán, donde en enero de 2020 se tomaron 124 medidas precoces, mascarillas desde el principio, o se usaron test y tecnología informática para prevenir nuevos casos y que por su vinculación con China tenía "todas las papeletas para ser uno de los países más perjudicados".
El capítulo que más puede impactar: el de de las residencias
Los autores critican también los protocolos instaurados en las residencias y la limitación de tratamiento en la UCIs para los mayores de 80 años. "Nunca se le pedirán explicaciones, ni se juzgará al que entonces era responsable de asuntos sociales y de las residencias geriátricas –Pablo Iglesias–. Fue muy triste. En nuestro hospital, salvo en la UCI, pudimos antenderles y muchos salieron adelante, pero hubo muchos obstáculos", explica Julio. En este sentido Miguel Ángel considera que quizás el capítulo del libro más impactante es el que compara lo que pasó en las residencias con el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.
"Parecía cómo si desde instancias superiores se estuviera difundiendo una cultura de la muerte", –en relación a la discriminación por edad que se hizo–, "donde parecía que había vidas de primera y de segunda."Esto es una barbaridad. Toda vida humana merece el máximo respecto y la máxima atención. Y esto está en el ADN de la ética médica...", reivindica Miguel Ángel. Y va mas allá. "No hay ningún país donde haya habido tanta mortalidad en residencias como España, proporcionalmente a las personas que había en estos centros –uno de cada 12 mayores ingresados en residencias–. A lo que se unió el "error" de "no hacer test a los empleados de residencias", o "maquillar cifras y blanquearlas", señalan los autores.
Origen del virus: ¿Un accidente en Wuhan?
Preguntados sobre si ven posible la hipótesis de que el coronavirus saliese de un laboratorio de Wuhan, opinan que como dijo Hipócrates. "Las enfermedades no surgen de la nada. Se desarrollar a partir de pequeños pecados diarios contra la naturaleza, recuerda Miguel Ángel, quien cree que aunque la mayoría de científicos piensan que el virus podría tener origen natural "esto es perfectamente plausible, por evolución natural a partir de los murciélagos", cada vez están saliendo más datos sobre una posible hipótesis de que podría venir del Instituto de Virología de Wuhan (China)", señala. Y es que según explica, este centro "estaba haciendo experimentos con virus como el coronavirus para hacerlos más malignos".
"Es posible que ocurriese un accidente y se escapase accidentalmente del laboratorio, contagiando a algunos científicos que trabajaban ahí, y que de ahí se haya difundido a la población", señala. Al mismo tiempo muestra su sospecha ante documentos científicos publicados entonces que insistían en su origen natural y sobre todo que "el Instituto de Virología de Wuhan retirase de Internet en septiembre de 2019, toda la información de las bases de datos que tenían de coronavirus". Más extraño aún es que China no avisase hasta enero de 2020 que había transmisión entre personas. Haberlo sabido hubiese sido decisivo", concluye.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.