Carlos Losada
Sociedad
Si no hay transición energética, ¿seguirá subiendo la luz?
No emplear energías renovables supondrán constantes aumentos en la factura eléctrica
En la actualidad nos encontramos en un momento de transición energética tanto en España como en Europa. Después del Acuerdo de París de 2015, los países se pusieron como objetivo reducir la emisión de gases que provocan el efecto invernadero y entre las medidas se encontraba el uso de energías limpias y el abandono paulatino de las que provienen de un origen fósil (carbón, petróleo…) al ser mucho más contaminantes. Pues bien, si esa transición energética no se lleva a cabo, no solo sufrirá el medio ambiente, sino que también lo harán nuestros bolsillos, pues el precio de la luz seguirá subiendo.
Las energías renovables son más baratas
Para llegar a esa conclusión hay que tener en cuenta dos aspectos. El primero de ellos es que se han reducido los costes en la generación de energía desde una fuente renovable, o lo que es lo mismo, cada vez sale más barato conseguir energía solar y eólica, por poner los dos ejemplos más claros. Esto ha provocado, según Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), que las empresas cada vez más opten por ellas.
Y por otro lado, el Ministerio de Transición Ecológica de España considera que la llegada de las energías renovables propiciarán una caída del 12% en la factura de la luz hacia el año 2030. Esto será posible porque se reducirán los costes en generación de energía y además no estarán sujetos a los vaivenes del mercado por la producción de petróleo o carbón. No obstante, en este sentido no todas las voces son tan optimistas como el gobierno, ya que en el precio de la luz hay muchos otros factores, como son los propios impuestos.
¿Por qué la electricidad es más cara con combustibles fósiles?
No obstante, el principal argumento de que el precio de la luz bajará con las energías renovables se apoya en los costes que supone generar electricidad en la actualidad mediante combustibles fósiles. Y es que al citado vaivén de precios que provocan los países que expòrtan estas materias primas, se le une el coste del transporte (el sol y el viento están en todas partes) y de la propia producción y refinamiento.
Además, el empleo de estas fuentes de energía -hasta el momento mayoritarias- conlleva una serie de gravámenes por contaminación. Y es que, cuanto más se contamina, más se paga, lo que repercute, como no podía ser de otra manera, en el precio final de la electricidad.