Un estudio vincula las siestas prolongadas con un mayor riesgo de padecer Alzhéimer

Echarse la siesta es uno de los hábitos más extendidos entre la población española. Y aunque no deberían más de 30 minutos, muchas veces 'se nos va de las manos', y hay quien puede llegar a dormir más de dos horas. Hasa ahora, las siestas prolongadas solo suponían un problema para conciliar el sueño por la noche, sin embargo en las personas mayores podría ser indicativo de enfermedades como el alzhéimer y otras demencias.

La Universidad de California-San Francisco y la Escuela de Medicina de Harvard junto con el Brigham and Women's Hospital (Estados Unidos) ha llevado a cabo una investigación que asegura que la demencia puede afectar a las neuronas que se encargan de promover la vigilia en áreas claves del cerebro: "Descubrimos que la asociación entre las siestas prolongadas durante el día y la demencia se mantuvo después de ajustar la cantidad y la calidad del sueño durante la noche", señala el coautor principal Yue Leng.

"Esto sugirió que el papel de la siesta durante el día es importante en sí mismo y es independiente del sueño nocturno", explica Leng.

El estudio que se ha publicado en la revista Alzheimer's and Dementia ha utilizado los datos de 1.401 personas mayores, cuya edad promedio era de 81 años, y tres cuartas partes eran mujeres. Durante 14 años todos los participantes han utilizado un aparato parecido a un reloj que medía la movilidad. El periodo prolongado de inactividad fue de 9 a 19 horas, que los investigadores interpretaron como una siesta.

El dispositivo se usó de forma continua durante 14 días y una vez al año los participantes se sometieron a una serie de pruebas neuropsicológicas para evaluar la cognición. Al principio el 75,7 % de los participantes no presentaba deterioro cognitivo, mientras que el 19,5 % presentaba deterioro cognitivo leve y el 4,1 % padecía alzhéimer.

Los participantes tenían diferentes hábitos de siesta

La siesta diaria de los que no desarrollaron deterioro cognitivo aumentó en un promedio de 11 minutos por año. Una tasa que ascendió a los 24 minutos después de que fueran diagnosticados con deterioro cognitivo leve. En las personas diagnosticadas con alzhéimer, la cifra aumenta hasta los 68 minutos.

Los investigadores se dieron cuenta de que al comienzo del estudio el 24% de los participantes que no tenía ningún problema, desarrolló alzhéimer seis años después, y al compararon con aquellos cuya cognición siguió intacta, se dieron cuenta de las diferentes en sus hábitos de siesta.

En concreto, los participantes que dormían más de una hora de siesta al día tenían un 40% más de posibilidades de desarrollar alzhéimer, que aquellos que dormían menos de 60 minutos. Del mismo modo, las personas que solo se echaban la siesta una vez al día, tenían menos posibilidades de desarrollar la enfermedad, que aquellos que dormían más de una, donde el riesgo se sitúa en el 40%.

"Es posible que nuestras asociaciones observadas de siestas diurnas excesivas al inicio del estudio y un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer durante el seguimiento puedan reflejar el efecto de la patología de la enfermedad de Alzheimer en las etapas preclínicas", explican los autores.

Este estudio es el primero en mostrar la relación existente entre la siesta y el alzhéimer que según Leng "parecen estar impulsando los cambios de cada uno de manera bidireccional".

"No creo que tengamos suficiente evidencia para sacar conclusiones sobre una relación causal, que es la siesta en sí misma la que causó el envejecimiento cognitivo, pero la siesta excesiva durante el día podría ser una señal de envejecimiento acelerado o proceso de envejecimiento cognitivo", concluye.