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Surrealista la situación vivida el pasado 9 de noviembre, día de la Almudena, en el Tanatorio de la M-30 de Madrid. Una posible negligencia mantiene en vilo a dos familias y ha originado una investigación de la Policía Nacional y los Juzgados de Instrucción de Madrid después de que una mujer que había estado velando el cadáver de su madre descubriera que la fallecida que estaba en el ataúd no era su progenitora.
Tal y como publica este viernes el diario El Mundo, al percatarse del error, la mujer llamó a la Policía, que acudió al tanatorio para hablar con los familiares de la fallecida, llamada María F. D., de 91 años. Tal y como les explicaron, pasaron el día velando el cadáver con el féretro cerrado, y cuando pidieron a los empleados que lo abrieran para despedirse por última vez de la finada, comprobaron que no era ella.
Por su parte, el personal del tanatorio explicó a los policías que sus empleados habían ido a recoger varios cadáveres al Hospital Universitario HLA Moncloa. La casualidad quiso que ese día murieran en este centro sanitario María y Raquel, ambas de 91 años y nacidas las dos en el mes de mayo de 1931.
Y la otra familia, ¿no fue consciente de que velaron un cadáver equivocado? Pues lo cierto es que tuvieron sospechas. Una trabajadora del tanatorio comentó a los agentes que el día antes, es decir, el martes 8 de noviembre, otra familia que veló el cadáver de una mujer dudó "tímidamente" de que aquella fuera su familiar.
En efecto, se trataba de Raquel A.D., también de 91 años. Sin embargo, quizá por el propio shock del fallecimiento y la edad de la fallecida, al final dieron su visto bueno para que se llevaran el cadáver a incinerar.
La sospecha de los empleados de la funeraria municipal, según explica El Mundo, es que los cuerpos de María y Raquel tenían las etiquetas identificativas cambiadas ya en el Hospital HLA Moncloa.
Pese a que la Policía intentó parar la incineración de la supuesta Raquel (y realmente María), esta ya estaba iniciada, y no fue posible. Mientras, otra patrulla fue a buscar a los familiares de Raquel, que el día antes habían dudado de que aquella fuera realmente su pariente, para que acudiesen a comprobar si podía tratarse de la mujer que estaba en el ataúd.
El féretro quedó custodiado a la espera de su identificación definitiva, y mientras tanto, el Juzgado de Instrucción número 40 ha ordenado a la Policía Científica un examen de las cenizas para comprobar si la mujer incinerada es realmente María.