Hasta la fecha, la cifra de refugiados que han tenido que huir de la guerra en Ucrania ya ha superado los cinco millones, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), personas que lo han dejado todo para escapar de los horrores y las barbaries que se están cometiendo en su país. Entre estas personas se encuentran media docena de mujeres de entre 80 y 90 años, supervivientes del Holocausto, que en su momento tuvieron que huir de los nazis y ahora lo tienen que hacer de los rusos.
Estas mujeres ucranianas vivieron el Holocausto cuando solo eran unas niñas, tal y como informa la radio pública estadounidense NPR. Ahora se encuentran en una residencia de mayores en Berlín, Alemania, después de escapar "por poco" de la muerte por segunda vez en sus vidas.
Se sientan en el cómodo y seguro comedor de la residencia, donde "charlan animadamente". Una de ellas, Sonya Leibovna Tartakovskaya, costurera jubilada que vivía en la ciudad de Irpin, cerca de Kiev, celebraba su 83 cumpleaños ya en Berlín. Contaba que había vivido en Ucrania durante el primer mes de guerra, sin gas, luz ni electricidad. En ese tiempo, perdió la mitad de su peso y fueron sus vecinos quienes la protegieron y ayudaron antes de ser evacuada, ya que vivía sola y no tenía a nadie. "Toda mi familia falleció hace mucho, pero gracias a varios desconocidos pude irme de Irpin. Mis vecinos no me abandonaron, me llevaron con ellos". Ahora se recupera en la residencia.
Alla Ilyinichna Sinelnikova, de 90 años, es otra refugiada que acaba de llegar de Járkov. "Esta guerra es una catástrofe, es realmente horrible", contaba, asegurando: "Nunca pensé que viviría para ver tanto horror por segunda vez en mi vida. Pensaba que era el pasado y que habíamos acabado con eso, pero lo estamos viviendo otra vez".
Estas refugiadas comentaban que es extraño sentirse tranquilas y seguras en un país donde hace décadas pasaron tanto miedo, aunque son muchos los supervivientes del Holocausto que se niegan a ir a Alemania, prefiriendo buscar alternativas en otros países. "Es una paradoja, y nunca pensé que los rusos fueran a invadirnos. Tengo familia allí, ¿cómo voy a odiarles? No podría ni aunque quisiera", explicaba Sinelnikova.