Sociedad

Tatuajes que convierten un recuerdo doloroso en arte

Paula Buedo

Foto: Celeste Vera

Lunes 2 de enero de 2023

ACTUALIZADO : Lunes 2 de enero de 2023 a las 11:58 H

7 minutos

Así es el trabajo de los tatuadores que cubren cicatrices

Tatuajes que convierten un recuerdo doloroso en arte
Paula Buedo

Foto: Celeste Vera

Lunes 2 de enero de 2023

7 minutos

La piel es un lienzo sobre el que se plasma la historia de nuestra vida a medida que la vivimos. Todos llevamos marcas que nos acompañan en este camino, aunque algunas son más visibles que otras.

Las cicatrices son recuerdos que, en muchas ocasiones, despiertan una sensación de dolor y transportan a momentos difíciles que no terminan de quedar en el pasado. Mirarse al espejo puede convertirse en un gesto hiriente para la autoestima de quienes conviven con esa huella del pasado.

Los tatuadores reparadores o terapéuticos ofrecen una vía para restaurar la autopercepción y la sensación de bienestar con uno mismo. Las personas que conviven con cicatrices, ya sean el resultado de quemaduras, accidentes u operaciones, pueden optar por tatuar sobre la cicatriz para volver a sentirse bien con su propio cuerpo. Celeste Vera y Manu Madrigal llevan ya varios años trabajando este tipo de tatuajes en Madrid y Sevilla, respectivamente.

Un camino poco conocido

Mucha gente nunca se ha planteado la posibilidad de cubrir sus cicatrices con un diseño hecho a medida para cubrir su marca y renovar su confianza. “Cuando se informan acerca del tatuaje terapéutico sobre cicatrices, se les abre un mundo de opciones, porque de repente no tienen por qué seguir conviviendo con ese complejo”, comenta Celeste.

Los tatuajes reparadores se realizan cuando la herida está totalmente cicatrizada. Normalmente, suelen pasar entre uno y dos años y los dermatólogos o cirujanos pueden involucrarse en algunos casos para asesorar y garantizar el mejor resultado. No hay una edad para este tipo de trabajos: personas jóvenes, pero también adultos y mayores se animan a dar una segunda oportunidad a su cuerpo.

 

El color y las formas de la cicatriz serán muy importantes a la hora de elegir el diseño para cubrirlas. En todo momento, los tatuadores acompañarán y asesorarán a la persona para que el tatuaje final cumpla sus expectativas.

Manu aconseja evitar estilos de líneas, pues lo que buscan estos tatuajes es cubrir la piel. “Nos ayuda mucho más trabajar con sombras”, señala. Celeste, por su parte, suele elegir motivos naturales, como flores, hojas o animales. La tatuadora explica que suele recomendar formas orgánicas y naturales porque así tiene flexibilidad a la hora de diseñar e incorporar todos los elementos del tatuaje con los volúmenes y texturas de la cicatriz, para lograr una cobertura total y que a la vista pase totalmente desapercibida.

Cada caso es diferente y único, así que no hay un número de sesiones determinado para estos trabajos. Muchos pueden solucionarse en una sola cita, pero a veces es necesario dividir el trabajo en varios días. Además, hay que tener un especial cuidado con la forma en la que se tatúa. “La aguja no podemos introducirla de la misma forma, son técnicas distintas que requieren mucho más cuidado”, advierte Manu.

 

Después, llega el momento de iniciar el proceso de curación de la pieza. En condiciones normales, un tatuaje sobre piel sana tiene un proceso de cuidado posterior sencillo que el profesional indica al terminar el trabajo. Aunque todos suelen perder algo de tinta en los días siguientes, Manu señala que los tatuajes sobre cicatrices tienden a escupir más tinta. Por este motivo, en ocasiones, puede ser necesario repasar algunas zonas. Según Celeste, al cabo de uno o dos meses el tatuaje habría cicatrizado por completo y se podría admirar el resultado final.

Reconstruir el pezón tras un cáncer de mama

Uno de los tatuajes reparadores más particulares son los que se encargan de restaurar el pezón tras una mastectomía. Muchas veces, esta intervención trae consigo un importante problema de autoimagen al ver una marca tan evidente como la pérdida o distorsión del área del pezón, que impide dejar atrás el recuerdo del cáncer de mama.

En general, sostiene Manu, los hospitales suelen ofrecer la vía de la micropigmentación para paliar este efecto. Sin embargo, este procedimiento no es tan permanente como un tatuaje y puede hacer necesario que la persona afectada tenga que pasar varias veces por las manos del micropigmentador. Tanto él como Celeste han trabajado los tatuajes sobre cicatrices periareolares, ya sea para igualar la areola o para redibujar completamente el pezón.

Para este tipo de tatuajes, es imprescindible un nivel alto de dibujo y conocimiento del color. Además, tienen una dificultad añadida: el color se comporta de formas muy distintas según el cuerpo y el tono de piel de cada individuo. Por eso, se realizan múltiples pruebas de color hasta lograr el tono adecuado. Finalmente, en el caso de las reconstrucciones totales, se juega con los diferentes colores para encontrar un efecto de tres dimensiones.

Volver a lucir la piel

Piernas, brazos, abdómenes… La reconciliación es posible con todas las partes del cuerpo. Un tatuaje sobre una cicatriz puede hacer sentir que se deja atrás una etapa dolorosa, pues se cubre el recordatorio físico de un pasado que, en ocasiones, encierra experiencias traumáticas. Sean grandes o pequeñas, para muchos suponen una carga pesada que impiden la comodidad.

“Me comentaban que cada vez que se levantaban estaban recordando toda esa etapa y ahora dicen que se levantan y están viendo una obra de arte”, cuenta Manu. Los clientes de Celeste, según explica la tatuadora, sienten que pueden dejar atrás la preocupación constante de que se pueda ver la cicatriz y que salen a la calle sin miedo a ser juzgados.

 

Entre las nuevas puertas que se abren está la posibilidad de comprar ropa nueva que hasta ese momento se evitaba para eludir preguntas y miradas indiscretas y pasar de esconder la cicatriz a lucir un tatuaje que representa a la persona. “Mis clientes siempre me dicen que ojalá haber dado conmigo antes, la mejora psicológica es inmediata y siempre es un cambio a mejor”, añade Celeste. 

Poco a poco, esta práctica empieza a ser más conocida, pues abarca un enorme abanico de posibilidades para restaurar distintas zonas. En su último trabajo, Manu ha emprendido un proyecto nuevo que ha supuesto un importante reto profesional. Con el asesoramiento de un cirujano, ha tatuado un ojo sobre el párpado cosido de un paciente que lo ha perdido. Así, tras sus gafas de sol, da la impresión de que no carece de él. Esta es una muestra más de la capacidad reparadora de los tatuajes.

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Paula Buedo

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