Javier Anula
Tecnología
Asimo, el robot humanoide de Honda, se jubila tras 20 años muy discretos
La idea original pretendía que Asimo ayudase a las personas con movilidad reducida
Iba a ser el futuro, pero ya es pasado. Asimo (Advanced Step in Innovative Mobility), el robot con aspecto humanoide que hace 20 años creó Honda con la intención de revolucionar el mercado de los robots y las nuevas tecnologías, se jubiló el pasado jueves 31 de marzo.
La marca japonesa concibió este aparato pensando en el futuro de nuestros hogares, con la intención de facilitar nuestras tareas diarias y ser un complemento fundamental en nuestras vidas. Sin embargo, prometía más de lo que en realidad fue.
La idea original pretendía que Asimo ayudase a las personas con movilidad reducida a llevar a cabo sus rutinas diarias para que pudiesen valerse por sí mismas. El robot sería el apoyo idóneo a la hora de moverse, incluso de caminar.
En vez de eso, el robot de Honda se ha pasado los últimos años estrechando la mano a cada jefe de estado que ha puesto sus pies en Japón (incluidos Felipe VI y la reina Letizia) y golpeando balones de fútbol, entre otras monerías. Pero ayudar, lo que se dice ayudar a la humanidad, no mucho.
Lo de Asimo iba a ser toda una revolución. El robot de Honda, como apunta su nombre original, nació con la misión de ayudar a personas con movilidad reducida a caminar, moverse y valerse por sí mismos.
Con el paso de los años, la compañía japonesa prometió que la capacidad de Asimo de relacionarse con los humanos permitiría, además, que el robot ayudara a los más pequeños de la casa con los deberes e incluso que fomentara en ellos el amor por la ciencia o las matemáticas. Asimo iba a ser, por lo tanto, un verdadero todoterreno, una máquina imprescindible para cualquiera.
Sin embargo, el problema es que pronto surgió una distancia abismal entre las expectativas y la capacidad de Asimo de cumplirlas. En 1986, unos ingenieros de la compañía se plantearon un reto que por aquel entonces parecía casi irrealizable: crear un robot que caminara.
"Asimo es la culminación de dos décadas de investigación en robótica humanoide por parte de los ingenieros de Honda. Puede correr, caminar por pendientes y superficies irregulares, girar suavemente, subir escaleras y alcanzar y agarrar objetos. También puede comprender y responder a sencillas órdenes de voz. Tiene capacidad de reconocer el rostro de un grupo de personas", explica Honda en su web.
Pero surgió pronto una dificultad: las funciones de Asimo eran impresionantes cuando se presentaban en encuentros de expertos en robótica, pero no resultaban del todo prácticas para la vida diaria del común de los mortales. Al fin y al cabo, para ¿para qué iba nadie a necesitar un robot que subía pronunciadas pendientes? ¿A quién le importaba que pudiese girarse o subir escaleras? ¿Tenía alguna utilidad que pudiera agarrar objetos más allá del propio hecho de poder decir que podía hacerlo?
A ello hay que añadir su precio. Desarrollado con la última tecnología, Asimo era cualquier cosa menos barato, y hacerse con uno se convirtió pronto en misión imposible. En 2011, más de 10 años después de su lanzamiento, los portales especializados cifraban el coste de la última versión del robot en más de 2 millones de euros.
El fin de Asimo
Con el paso de los años, Honda fue asumiendo poco a poco que la revolución robótica que iba a traer Asimo bajo el brazo no iba a ser la que ellos habían pronosticado en un primer momento. Poco a poco, Asimo se fue viendo relegado a misiones más protocolarias que llevar la compra a casa o ayudar a resolver cuentas matemáticas. En los últimos años, el robot ha estrechado la mano, entre muchos otros, del expresidente de EEUU Barack Obama.
Lo ha hecho convertido por el Gobierno nipón, más que en la punta de lanza de la innovación tecnológica, en un símbolo de la obsesión del país por ser el líder de la próxima revolución de la robótica. En 2018, Honda anunció finalmente que no desarrollaría más Asimo.
Aunque Asimo no fuese el resultado de lo que pretendía ser, sirvió de base para el desarrollo de tecnologías de las que, a día de hoy, disfrutamos. Si este grupo de ingenieros de Honda no hubiera desplegado en él capacidades como el reconocimiento facial o la interacción con los seres humanos, quizá hubiéramos tardado más en obtener resultados con otros robots que, en la actualidad, están en el mercado.