Verónica Mollejo
Tecnología
¿Se puede evitar la obsolescencia programada de tus dispositivos electrónicos?
Existen tres tipos de obsolescencia: de función, de calidad y de deseo. ¿Se pueden combatir?
Para aquellos que no hayan oído hablar nunca de ella, la obsolescencia programada se define como la acción premeditada de un fabricante para que su producto deje de funcionar correctamente pasada una fecha. De esta forma, obligas al usuario a prescindir de él, aunque podría durar mucho más tiempo, y a adquirir un nuevo ejemplar, asegurando las ventas en un futuro cercano. Es decir, consiste en reducir a propósito su vida útil.
Aunque se trata de una tendencia mucho más visible en el mercado tecnológico, sobre todo en lo que a smartphones se refiere, es una práctica muy habitual en otros sectores, como el de los automóviles o los medicamentos. En este sentido, existen tres tipos diferentes de obsolescencia: de calidad, que afecta directamente al funcionamiento del producto; de deseo, que tiene lugar cuando el lanzamiento de un modelo más avanzado “empuja” al cliente a cambiar su antiguo aparato por uno más nuevo; o de función, que se da cuando sale a la venta un modelo con nuevas funciones.
En este sentido, además de suponer un gasto innecesario para el consumidor, la obsolescencia programada provoca otra serie de problemas de gran impacto como, por ejemplo, el aumento de residuos y la contaminación que esto conlleva. Bajo esta premisa, ¿hay alguna forma de combatir esta tendencia?
Cómo luchar contra la obsolescencia programada
Como hemos visto anteriormente, aunque el problema es más evidente en el sector de la telefonía móvil, los pequeños electrodomésticos, el frigorífico o la televisión también lo sufren, por lo que dichas medidas pueden ponerse en práctica con ellos. Eso sí, es importante tener en cuenta que la obsolescencia programada no se puede evitar al 100%, pues se trata de un asunto que viene de fábrica. En cambio, sí puedes luchar contra ella cambiando tu actitud al respecto y siguiendo diversas pautas.
- En primer lugar, cuando tu teléfono móvil comience a dar problemas, debes descubrir la causa y si fuera posible, optar por su reparación en lugar de adquirir rápidamente un nuevo modelo.
- Otra alternativa es cambiar el aparato que ya esté obsoleto por uno de segunda mano, que no significa que también esté en mal estado. Así te ahorrarás igualmente algo de dinero.
- Son más difíciles de encontrar, pero también existen productos fabricados por empresas que rechazan la obsolescencia programada. El inconveniente es que no se pueden diferenciar del resto, por eso la Fundación Feniss (@FenissORG) ha impulsado la creación de un sello ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) que los identifique.
- Cuando tengas que deshacerte de algún aparato, en vez de tirarlo a la basura, busca algún punto o empresa de reciclaje especializada que después fabrique nuevos productos con dichas piezas.