Aunque son ya varios los países que han comenzado a administrar terceras dosis de la vacuna de Pfizerde forma más o menos masiva, como Israel o Estados Unidos, y algunos se preparan para hacerlo a partir de septiembre, como Francia o Reino Unido, todavía no queda claro si, desde el punto de vista epidemiológico, esta decisión es la más correcta.
Por ahora, habría cierto consenso en la comunidad científica de que inocular una tercera dosis a pacientes inmunodeprimidos aumenta sus defensas contra el Covid-19 –aunque estas personas están, a pesar de todo, bastante poco protegidas contra este virus aún con tres pinchazos–. Y es por eso que la FDA americana, y previsiblemente la Agencia Europea del Medicamento, ha optado por recomendarla en estos casos.
Asimismo, recientes estudios publicados en Israel advierten que, tras la tercera inyección de Pfizer, el número de anticuerpos en sangre –que disminuye con el tiempo, y antes, en personas mayores– se multiplica considerablemente en la población general.
Por ello, el refuerzo, a priori, supondría un aumento en la protección contra la enfermedad sintomática e incluso contra la infección. Una suposición, quese basa en la comparación realizada en Israel de datos de contagios de quienes habían recibido hace varios meses la segunda dosis y de los que acababan de inyectarse la tercera.
Además, es probable que este refuerzo aporte una mayor defensa contra las variantes que estén por venir si las mutaciones no eluden del todo la inmunidad. Aunque, de nuevo, sólo son hipótesis, puesto que se desconoce cuáles serán los cambios en el futuro o por qué vía tratará el virus de eludir la inmunidad generada por los vacunados o por los previamente contagiados.
La vacuna es todavía un medicamento escaso
Sin embargo, aunque a nivel individual parece que existe un beneficio a corto plazo de esta tercera inyección –podrían atenuar el impacto de una posible sexta ola en otoño–, no está claro que inocularlas de forma masiva –y no según el nivel de protección generado– sea la estrategia más adecuada.
Y es que un gran número de expertos todavía no tienen claro si –sabiendo que la vacuna contra el Covid es un bien escaso– sería más práctico, para reducir la transmisión, destinar esas dosis a cubrir a casi el 100% de la población nacional, antes que poner de forma generalizada refuerzos.
Sobre todo, explican, sabiendo que España es un país que probablemente pueda alcanzar altos niveles de cobertura vacunal y que los beneficios de llegar a un 85% de la población inmunizada en otoño pueden ser mayores que los de inyectar masivamente terceras dosis.
Por otra parte, otro de los argumentos en contra de poner refuerzos masivamente en estos momentos es que, en el mundo, todavía existen decenas de países con escasa protección y sería prioritario donar parte de las dosis encargadas –como ha hecho España recientemente con 400.000 de AstraZeneca que ha enviado a Argentina– o renunciar a parte de las reservas que se han hecho de dosis de cara al futuro para alcanzar mayores niveles de protección.
Con todo, esta opción es arriesgada, puesto que sólo el 30% de la población global ha recibido una dosis y no hay garantía de que donando se logre llegar a un 85% de cobertura en el corto plazo. Y tampoco la hay de que todos los países vayan a poder costearse este medicamento cuyo precio, por ahora, no ha hecho más que aumentar en el caso de las dosis de ARNm (Pfizer y Moderna) –aunque podrían optar por fármacos que usen otras tecnologías y que sean más económicos (AstraZeneca, Sputnik...)–.
Asimismo, de momento no se está planteando la opción de liberar las patentes de estos medicamentos. Una opción, que podría rebajar el precio –aunque no hay seguridad de ello–, pero que también podría desincentivar la inversión privada para la búsqueda de nuevas dosis que se adapten a futuras mutaciones que eludan la inmunidad –si bien es cierto asimismo que parte de los fondos empleados por estas empresas han sido aportados por los estados–.
Inmunidad de grupo
"La evidencia sobre la necesidad de una tercera dosis no está bien establecida. Las bases científicas para tomar esa decisión aún no son firmes. No sabemos con certeza cuál es la duración de la inmunidad que se genera con la vacuna o que se produce por vía natural. Y todavía es insuficiente la información sobre el grado en que las actuales vacunas protegen contra las nuevas variantes y, además, está abierta la interrogante de si, en los proximos meses, enfrentaremos nuevas variantes más elusivas", contextualiza el ex directivo de la OMS, Daniel López-Acuña (@lopezacunad).
Por ello, el epidemiólogo entiende que los estados no se deberían precipitar en poner dosis de refuerzo.Más, cuando "tenemos aún el 30% de la población diana sin la pauta completa". "Recordemos que se precisará de un 85 a un 90% de población vacunada para acanzar la inmunidad de grupo. Por esta razón, considero que, si se aplica una tercera dosis, deberá hacerse de forma selectiva a quienes tienen más riesgo de contagio y de severidad en la infección", añade.
Por otro lado, el experto entiende que la tercera dosis tampoco podrá ser el "arma principal para frenar una sexta ola de la pandemia". "Parará si vacunamos pronto al 30% de población desprotegida que resta y si mantenemos las medidas restrictivas y de protección y abatimos la incidencia. La convivencia con el virus con normalidad no se logrará con una tercera dosis. Sólo se podrá tener si tenemos vacunada con dos dosis al 85 a 90% de la población diana", opina.
Refuerzo para los vulnerables
Coincide con el exdirectivo de la OMS el vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (@AEV_Vacunas), Fernando Moraga-Llop. En su opinión, aunque ciertos países como Estados Unidos han anunciado que pretenden vacunar con una tercera dosis general a los ocho meses –por el momento se ha recomendado para algunos pacientes inmunodeprimidos–, "en este momento, no hay suficiente evidencia científica como para hacerlo de forma generalizada a todos los grupos de edad".
Con todo, señala, es probable que se haga con "los más vulnerables", por ejemplo, en las residencias de mayores o con el personal sanitario o sociosanitario.
Una recomendación, que también da la inmunóloga del CSIC, Matilde Cañelles (@CanellesMatilde). "Habrá que inyectar a todos los mayores de 65 años la tercera dosis. Debería protegerles y pienso que tendrán que ponérsela periódicamente", adelanta.
"Como parece que la inmunidad proporcionada por las vacunas decrece progresivamente, particularmente en las personas mayores, yo creo que sí sería conveniente administrarles una tercera dosis, especialmente si se alojan en residencias en las que el riesgo es mayor y, por supuesto, cuando lo establezcan las autoridades. Un refuerzo ayudará a evitar hospitalizaciones, que siempre son más peligrosas para los mayores. Pero los contagios seguirán produciéndose, aunque espero que en menor medida", comenta por su parte el director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes, Juan José Badiola.
No obstante, al margen de esos colectivos, prosigue Moraga-Llop, los estados se deberían centrar "en priorizar el nivel global". "Los países tienen que tener claro que, por muy altas coberturas que tengan, no se va a conseguir nada si el virus circula, se replica y surgen variantes. Hay que hacer un balance entre la vacunación del mundo y las terceras dosis indispensables. Ahora, con los datos que hay, la protección llega al año, y sólo con los anticuerpos, porque, además, uno puede tener inmunidad celular", asegura.
La doble pauta actual ha evitado una ola de mortalidad
Una opinión, que comparte el investigador en servicios de salud y farmacoepidemiología de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (@GVAfisabio), Salvador Peiró, que tampoco cree que deba ponerse de forma generalizada este refuerzo. "En este momento, diría que no. La pauta completa de vacunas de ARNm –las empleadas en residencias y personas mayores– ofrece una inmunización potente y duradera frente a Covid grave, al menos hasta este momento", indica.
Y ni siquiera, apostilla, se sabe con seguridad todavía si este refuerzo servirá para evitar infecciones. "Sabemos que aumenta los títulos de anticuerpos –los booster siempre lo hacen– pero hasta qué punto esto implica más protección respecto a infección –de cualquier tipo–, no lo sabemos", afirma.
Eso sí, sentencia, lo que se ha demostrado es que la pauta completa ha evitado una ola de decesos por el virus. "La pauta de dos dosis ya ha evitado una quinta ola catastrófica en mortalidad. Nunca habíamos dejado a una variante circular casi sin restricciones y, pese a la enorme transmisión que hemos tenido este último mes –aún se mantiene–, no se ha parecido ni de lejos a las olas anteriores. A medida que avancemos en vacunaciones, podría mejorar más –aunque también continuaremos con la desescalada y eso incrementará los contagios–", concluye.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.