Aumentar la actividad física, incluso por debajo de los niveles recomendados, reduce el riesgo de mortalidad en aquellas personas físicamente inactivas, según un reciente estudio de la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Bizkaia del Servicio Vasco de Salud.
Tal y como indican los investigadores, hasta este momento no estaba claro cómo la actividad física después de largos períodos de inactividad afectaba a la salud. Así, con su investigación, publicada en la revista British Journal of General Practice, buscaron determinar si los pacientes de atención primaria, físicamente inactivos, reducían su riesgo de mortalidad aumentando la actividad física, incluso en dosis bajas.
En el estudio participaron 3.357 pacientes físicamente inactivos, atendidos en 11 centros públicos de atención primaria de salud españoles. En todos ellos se midió el cambio en la actividad física durante su participación en el ensayo clínico Programa Experimental para la Promoción de la Actividad Física entre 2003 y 2006, usando el Recordatorio de Actividad Física de 7 días.
Finalizado el seguimiento, los investigadores detectaron que aquellas personas que realizaron actividad física siguiendo las recomendaciones mínimas de 150 a 300 minutos a la semana de actividad moderada o de 75 a 150 minutos a la semana de actividad vigorosa en la intensidad del ejercicio, las tasas de mortalidad se redujeron un 45% en comparación con las personas que permanecieron físicamente inactivas.
Por su parte, quienes no cumplieron con estas recomendaciones pero aumentaron su actividad física en dosis bajas, como 50 minutos a la semana de actividad física moderada, mostraron una reducción de la mortalidad del 31%. En cambio, aquellas personas que superaron las recomendaciones, vieron reducida la tasa de mortalidad en un 49%.
Los investigadores señalan que "la asociación inversa entre el aumento de la actividad física y la mortalidad sigue una relación dosis-respuesta curvilínea continua".
Así, los pacientes de atención primaria que no habían realizado ningún tipo de actividad física, redujeron su riesgo de mortalidad al aumentar la actividad física, incluso en dosis por debajo de los niveles recomendados. Este riesgo disminuyó aún más si se cumplían las recomendaciones de actividad física o se superaban.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.