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Varios son los trucos que nuestras madres nos han dejado para que no tengamos miedo a quemarnos con el aceite que salta de un huevo frito. Todos hemos oído hablar de poner pan en el aceite de la sartén, añadir una pizca de sal al aceite justo antes de poner los huevos, añadir a la sartén una de las mitades de la cáscara tras abrir el huevo... Lo cierto es que a veces funcionan y en ocasiones no. Hoy te proponemos el que, aseguran, es el truco definitivo.
Parece sencillo, pero no es tan fácil freír el huevo perfecto. Son muchos los detalles a tener en cuenta. Desde que los huevos no se almacenen en cámaras frigoríficas en los mercados, lo cual ya no depende de nosotros, ya que la cutícula que hay bajo la cáscara, puede dañarse con las cambios bruscos de temperatura.
Si tienes dudas sobre si el huevo está bien después de que haya pasado varias semanas en tu frigorífico la solución más sencilla para averiguarlo es introducirlo en un recipiente con agua. Si flota está mal, si se hunde, está perfectamente.
Otro detalle a tener en cuenta y que también tiene que ver con la temperatura es que no conviene echar a la sartén con el aceite muy caliente un huevo recién sacado de la nevera porque aquí si hay un riesgo cierto de que el aceite salte con fuerza.
Pero el que para muchos es el truco definitivo para evitar este tipo de accidentes es el de añadir una pizquita de harina al aceite justo antes de incorporar el huevo a la sartén