La adquisición de conocimiento no entiende de edad, ni la curiosidad tampoco. Por esta razón, para dar respuesta a las ansias de conocimiento de las personas mayores nació, en 1994, la Asociación de Amigos de la Universidad de Mayores Experiencia Recíproca (UMER), con sede en Madrid. Esta organización sin ánimo de lucro organiza conferencias, cada jueves, conducidas por expertos académicos.
La asociación, que fue fundada por dos exiliados españoles que no tuvieron la oportunidad de poder estudiar, se inspira en modelos similares de autogestión educativa que ya existían en los años 90 en Rumanía y Francia.
“El objetivo principal es dar la posibilidad de satisfacer la curiosidad de las personas”, explica el presidente de UMER, Fidel Revilla, un ex catedrático de instituto. Así, su modelo docente se diferencia de la Universidad de Mayores más clásica por su flexibilidad. “No hay exámenes, ni trimestres, ni una matrícula que pagar, sólo una cuota de socios de 25 euros al año”, apunta. Tampoco la asistencia a las conferencias es obligatoria.
Los temas sobre los que versan las conferencias son muy variados. “Unas veces son sobre literatura o de poesía y otras sobre cine”, comenta. Además, las ponencias suelen acompañarse de coloquios posteriores y debates públicos. “Hicimos uno sobre envejecer siendo mujer y en abril tenemos otro sobre intergeneracionalidad”, señala.
Otro aspecto que diferencia a UMER de otras universidades es que sus ponencias son siempre conducidas por expertos docentes que comparten su saber de una manera altruista, es decir, son voluntarios. Y no sólo los conferenciantes lo son, también los miembros de la dirección de la asociación, muchos de los cuales son exdocentes. “No pagamos, les regalamos un libro”, comenta el presidente en referencia a los ponentes.
Además, “ser socio lleva aparejada la posibilidad de hacer una serie de actividades extralectivas”, asegura Revilla. Por ello, otra de las posibilidades que ofrece la asociación es disfrutar de una gran selección de planes de ocio para fomentar un envejecimiento activo: visitas a museos, exposiciones, excursiones a ciudades cercanas o paseos guiados por la capital. Eso sí, el coste individual (entradas), si lo hubiese, de estas actividades debe ser asumido por los propios socios.
Los mayores cada vez más formados
El público de la organización sin ánimo de lucro, que comenzaron siendo personas mayores con escasa formación pero con muchas ganas de aprender, ha cambiado. Hoy, hay muchos ex estudiantes de universidad entre sus alumnos. “Hay gente del sector de la educación, de la sanidad o de carreras técnicas que quieren seguir formándose”, explica. Asimismo, los socios, que fueron 223 el pasado año, son cada vez más jóvenes.
De momento, aunque están constituidos como una asociación de carácter estatal, dan servicio sólo en la ciudad de Madrid (en el local que el Imserso les cede, situado en la calle Ginzio de Limia, 58). Además, reciben ayuda de este organismo estatal para financiar publicaciones académicas, que presentan anualmente, en las que resumen las distintas ponencias.