La pandemia ha hecho saltar las costuras del sistema de Dependencia español y, sobre todo, del modelo low cost de macrorresidencias de mayores, con personal insuficiente, trabajando en condiciones precarias, y una atención de baja calidad, consecuencia, sobre todo, de la escasa financiación del sistema.
Además, la crisis sanitaria del coronavirus deja también grandes heridas abiertas –el virus diezmó la vida de los residentes durante las primeras olas de Covid y las restricciones les aislaron del resto de la sociedad–.
Una experiencia traumática, que ha provocado que muchos familiares y trabajadores se sientan abandonados por las instituciones y hayan decidido organizarse para denunciar el maltrato institucional a los mayores y para reclamar un nuevo modelo de cuidados mucho más ambicioso que el aprobado en junio de este año por el Gobierno y las CCAA.
En este contexto, nace la Unión Ciudadana para la Mejora de las Residencias (@UCMResidencias), una agrupación de asociaciones regionales abierta tanto a usuarios como a familias, trabajadores, mayores o cualquier persona u organización que simpatice con el modelo que proponen.
Por ahora, esta unión, de reciente creación –hace cerca de un mes–, no llega al centenar de miembros, pero son ambiciosos: aspiran a crecer mucho más y a ejercer presión ante las instituciones regionales para que se respeten los derechos de los dependientes y se garantice un servicio de calidad que sea público.
Una Ley que blinde las residencias
“Nuestro objetivo es mejorar los centros. Necesitamos nueva legislación y lograr que el servicio sea público. Quien quiera ir a una residencia privada es libre de hacerlo, pero se debe tener en cuenta que las empresas se rigen por objetivos económicos y adecúan lo que ofrecen a estos", asegura el miembro de la Unión Ciudadana para la Mejora de las Residencias y presidente de la asociación gallega de familiares Vellez Digna (@VellezDigna), Pepe Bernárdez.
“Queremos una Ley que blinde los derechos de los mayores y de las personas con dependencia”, y es que, critica el familiar, en muchas residencias se sigue sin dar un trato digno a los residentes por la falta de personal y los pocos medios disponibles. “Hay que hacérselo ver a la sociedad. Es una necesidad que esto cambie. Estamos hablando de falta de respeto a los derechos humanos”, denuncia.
“Si antes había pocas enfermeras, ahora no hay ninguna. Se ha permitido contratar personal sin formación ni experiencia. Lo empezaron a hacer en la pandemia y, ahora, se han quedado", ejemplifica.
Lecciones de la pandemia
Y la coordinación sociosanitaria, añade, brilla, en muchos centros, por su ausencia. “Tenemos casos de personas que se han dado cuenta de que su familiar estaba mal por videollamada y le han salvado la vida por los pelos. La crisis del Covid y las lecciones aprendidas parece que no sirvieron de mucho, después de tanto sufrimiento", se lamenta Bernárdez.
Además, opina el miembro de la Unión, la pandemia –murieron decenas de miles de mayores en condiciones indignas– ha provocado que algunas empresas gestoras de residencias se sientan "impunes", a su parecer. “La Justicia se negó en rotundo a investigar. Hicieron el paripé de buscar información, pero a día de hoy no han pagado. A algunas incluso se les ha indemnizado", indica.
Es más, advierte, en ciertos lugares, tras el fin de la emergencia sanitaria, se siguen "restringiendo las visitas". "Es algo que se ha quedado. Ahora hay que pedir permiso para ir. Y no permiten entrar en una habitación, por lo que no sabes cómo está viviendo el familiar. Antes inspeccionabas y si veías, por ejemplo, principios de úlcera, avisabas", reconoce.
Y a todo lo anteriormente citado –carencias previas, precariedad, pandemia...– hay que sumarle la inflación y su posible impacto en la calidad del servicio o en el precio a pagar –subida de los costes de la energía, alimentos, etc.–. “Las residencias cada vez van a peor. Muchas de ellas son fondos y parece que cada año quieren incrementar más los beneficios. Parece que no se puede recortar más, pero lo hacen: si no van a ganar dinero, los mayores se quedan sin servicio", opina.
Un nuevo modelo de residencias más ambicioso
Por esta razón, desde su organización piden a las administraciones medidas más ambiciosas y entienden que el nuevo modelo de residencias pactado entre el Gobierno y las CCAA se queda "muy corto" –fin a las macrorresidencias de nueva construcción, unidades de 15 personas, no más sujeciones, etc,–.
"Algo se avanzó. Pero no soluciona muchos problemas. Se debe dar formación, pero una que sea reglada y exigirla", afirma.
Asimismo, entiende el miembro de la Unión, se debería concienciar a la sociedad para acabar con el maltrato a las personas mayores, incluidas las que viven en residencias. “Muchas veces les tratan como si fueran niños. Si llegas como un mordisco de un perro a un hospital te dicen de ir al juzgado, pero si viene alguien desnutrido y hecho 'un cromo' de una residencia, no se da parte", señala. “Se da por hecho que tiene que ser así", sostiene.
Y este maltrato muchas veces tiene que ver con la falta de personal, argumenta. “Si te visten corriendo y te duele el hombro, hay riesgo de que se haga daño. O si te ducha una sola persona, aumenta el número de caídas. Y las curas no siempre las hacen las enfermeras. Si esto se lo hiciesen a un niño, la gente temblaría. Decepciona a veces ver que no todos los familiares tienen esta conciencia”, critica.
Ahora bien, avisa, su organización seguirá movilizándose para hacer llegar sus reivindicaciones a todas partes. “Esto hay que ganarlo en la calle. Y más ahora que la gente está desmovilizada: hay riesgo de que perdamos nuestros derechos”, avisa.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.