Hay vacunas más allá de Pfizer,Moderna,Janssen o AstraZeneca. En concreto, existen más de 300 candidatas, de las cuales, cerca de 100 están en ensayo y una veintena se aplican ya en distintos países.
Eso sí, las que ya se comercializan a escala global tienen eficacias diferentes al poco tiempo de administrarse, desde cerca del 50% a más del 90, dependiendo de las características de cada una y de las variantes predominantes de la región donde se aplican.
Además, no todas han pasado por controles de calidad similares. Sin embargo, en su gran mayoría, han logrado evitar probablemente miles de muertes por Covid simplemente con un par de pinchazos.
Las hay para todos los gustos, desde las chinas –de virus inactivado o adenovirus– hasta la vacuna QazCovid de Kazajistán, pasando por las dosis indias, cubanas o rusas. Y entre todas, han logrado cubrir a más de 40% de la población mundial con una dosis en menos de un año.
Las vacunas de segunda generación
Y de entre las 100 en fase de ensayos, es probable que vayan aprobándose más en los próximos meses, algunas de las cuales se podrían utilizar como terceras dosis o para cubrir al resto de la población mundial.
Unas vacunas, que utilizan tecnologías tan novedosas y originales como el ARNm –Pfizer y Moderna– o los adenovirus humano y de chimpancé –Janssen y AstraZeneca–.
Unas de las más prometedoras son las vacunas contra el Covid de proteínas, también llamadas de subunidades proteicas.
“La de la hepatitis B, por ejemplo, es de este tipo. Se crecen en algún tipo vector, en cultivos, a los que se inserta el gen de la proteína que quieres sintetizar –en este caso la proteína S, del coronavirus–”, explica el inmunólogo.
Así, aunque no se trata de una tecnología novedosa, su uso para controlar la pandemia sí que podría suponer una revolución: su precio será económico, se podrán conservar más fácilmente que las de ARNm y podrían tener una eficacia similar.
Además, hay muchas en camino de este tipo. La más conocida hasta ahora es la de Novavax, que podría empezar a comercializarse en poco tiempo. “De hecho, la española de Hipra está basada en esa tecnología", puntualiza Corell.
“El problema, es que sólo con las proteínas no se inmuniza bien. Así que se utilizan adyuvantes, que son diferentes sustancias químicas que acompañan para que el sistema se estimule más", matiza el científico.
Y por ello, existe cierta reticencia por parte de algunas personas con este tipo de tecnología. "Durante muchos años, llevaban sales de mercurio o de aluminio y es uno de los argumentos que han utilizado los antivacunas para posicionarse en contra", recuerda.
A pesar de todo, matiza Corell, este tipo de materiales están en desuso y se trabaja con "nuevos adyuvantes que sean menos tóxicos y más inmunogénicos”.
'Virus Like Particles': la vacuna BIO
Otra de las tecnologías que se están utilizando para inmunizar contra el Covid es el virus sintético –'Virus Like Particles'– que, por ahora, desarrolla la empresa canadiense Medicago y que no se había empleado con anterioridad para vacunar.
“Son parecidos a los virus, sin serlo. Tienen la cubierta y las proteínas, pero no el ARN. Así que no se reproducen, y sólo infectan nuestras células con sus proteínas, lo que provoca la activación del sistema inmunitario", indica el experto.
Pero lo más curioso es cómo se desarrollan. "Se fabrican de modo sintético en plantas, como la del tabaco. Se inserta la información genética para que fabrique estas partículas y luego se cosecha y se purifica”, asegura.
“Tienen un funcionamiento muy similar al de las vacunas de virus inactivado, pero son menos tóxicas, porque no queda ningún agente químico que se usa para inactivar el virus. Así que, si se logra desarrollar, van a ser biosostenibles", reconoce Corell.
La vacuna disparada con pistola de ADN
En tercer lugar, están por llegar las vacunas de ADN, que se están elaborando sobre todo en India –Inovio y Zydus Cadilla–. “Se usa un plásmido, que es un cromosoma extra de ADN que tiene forma circular y que no se mete en el núcleo de las células –no manipula la información genética–, sino que se queda en el citoplasma. Antes, se usó mucho en biología molecular para clonar genes o producir proteínas", explica.
"Y a ese plásmido, se le mete el gen de la proteína S del coronavirus. El proceso es muy similar al de las de RNAm (Pfizer y Moderna)”, afirma. "La gran diferencia –matiza– es que el DNA es súper estable y podría aguantar a temperatura ambiente durante meses”.
Y como curiosidad, esta vacuna no se inyecta con una aguja, sino que se inocula con "una pistola de ADN”, que consigue que penetre dentro del cuerpo por "la velocidad por la que entra en el músculo”. “Es casi algo de ciencia ficción, pero está a punto de salir. La tecnología para la inyección será cara seguramente, pero la conservación, baratísima”, prevé Corell.
La vacuna de virus atenuado: la más complicada
En cuarto lugar, también se están desarrollando vacunas de virus atenuado –como algunas que se usaron para la polio–, aunque todavía no han llegado a las fases de ensayos clínicos.
“Hay algunas que están en investigación, pero va a ser muy difícil que lleguen", vaticina Corell. Y es que, este tipo de tecnología consiste en inocular el propio coronavirus dentro del cuerpo, previa pérdida de virulencia.
"Se inocula un virus vivo atontado, pasándolo por otras especies, para que pierda fuerza. Y cuando esto se logra, se inyecta. Pero tienen un problema: dentro del cuerpo, podría volver a su estado natural y causar la infección. Así que son buenas, porque se parecen bastante al virus, pero tienen riesgo”, advierte.
Las propuestas del CSIC
En quinto lugar, aunque todavía tampoco se han ensayado en humanos, cabe hacer referencia a dos de las vacunas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que utilizan tecnologías totalmente distintas al resto de las aprobadas.
Son las famosas vacunas de Mariano Esteban y Luis Enjuanes. En el caso de Esteban, utiliza como vector "el virus de la viruela de las vacas, el vaccinia”, con el que se erradicó dicha enfermedad, que se ha modificado para expresar la proteína S del Covid.
Con todo, aunque parece que puede tener una alta eficacia, se trata de una vacuna que debe quitarse de encima la mala fama que tuvieron las dosis contra la viruela por sus efectos secundarios. "Se ven en gente más mayor, en las marcas que tienen en los brazos. Aun así, erradicó la enfermedad”, matiza Corell.
“Por esta razón, el principal problema que puede tener son los efectos adversos y su posible paso de la barrera hematoencefálica –en el cerebro–. Es lo primero que se mira, porque si no, se puede causar meningitis, por ejemplo. Así que llevan una vigilancia mayor y tardan más tiempo en aprobarse”, asegura. Eso sí, si cumplen con los requisitos de seguridad, es un antivirus que podría ser muy efectivo.
La vacuna esnifada y esterilizante
Por otro lado, otra de las propuestas del CSIC es la vacuna de Luis Enjuanes. "Es un RNA, pero no como el de Pfizer y Moderna –que sólo es un trocito de la proteína S del coronavirus–, la de Enjuanes es el RNA entero y modificado para que se replique dentro de nuestras células sin ser patógeno", comenta Corell.
“Tiene la ventaja de que, con poca cantidad, puede generar mucha inmunidad. Y no se inyectaría, se administraría por inhalación, probablemente una nebulización, lo que dejaría la vía de entrada del virus bien protegida, al contrario que pasa con las intramusculares, que dejan defensas altas en sangre pero no tanto en las vías respiratorias", señala.
De este modo, eso hace que la propuesta de Enjuanes pueda ser "esterilizante", lo que quiere decir que el virus no logra penetrar en el organismo. Además, al contener todo el RNA y no sólo el fragmento de la proteína S –como Pfizer y Moderna–, "resistirá más a las variantes” y, al ser autoamplificativo –se multiplica–, se podrían inyectar dosis inferiores a las que utilizan Pfizer y Moderna.
A pesar de todo, esta propuesta tiene también puntos negativos, como "la conservación", "la dificultad para su desarrollo" y el hecho de que las vacunas inhaladas son miradas con lupa por los reguladores para verificar que no puedan causar daños cerebrales.
Y tampoco está resultando sencillo hacer los ensayos previos. "Tenemos un problema en España y es que no hay animalarios con primates. En ratones se puede probar, pero en monos, en segunda fase, no. Hay que hacerlo fuera y contratarlo en otro laboratorio”, critica el inmunólogo.
Virus inactivado y pauta heteróloga de adenovirus
Por último, cabe también mencionar otras dos tecnologías que ya están en uso en otros países pero que no se utilizan por el momento en la mayoría de países de Europa: el virus inactivado –las chinas Sinovac y Sinopharm y la india Covaxin, entre otras– y la pauta heteróloga de adenovirus –la rusa, Sputnik V–.
“El virus inactivado es una de las tecnologías más antiguas, se usó para la polio. Consiste en dar al microorganismo un tratamiento físico o químico para que no pueda reproducirse. Puede hacerse con choques térmicos o con químicos que degradan el RNA del virus, pero que dejan la estructura y las proteínas en un estado casi similar al normal", cuenta.
Luego, prosigue, se inyecta el virus inactivado, que entraría en las células y se produciría la respuesta inmune.
No obstante, por ahora, este tipo de vacuna no está dando muy buenos resultados. “Ha sido un poco sorprendente la eficacia. Es muy variable. En los países que se ha probado, suele ser del 55% o 60%. Podría ser que hay variabilidad en cómo se ha fabricado en cada zona o quizá ha dependido mucho de la variante predominante de cada región”, señala.
Finalmente, otra vacuna digna de estudio según Corell es Sputnik V, la rusa. Utiliza dos adenovirus humanos distintos modificados para que expresen la proteína S del coronavirus.
Algo, que la convierte en la primera vacuna contra el Covid "heteróloga”. Una práctica, que ahora es más común, como cuando se puso Pfizer como segunda dosis a las personas que habían recibido la vacuna de AstraZeneca, pero que, al principio de la pandemia, no se planteaba, de manera general, como técnica a seguir.
Sin embargo, tiene ventajas, puesto que el orgranismo se centra sobre todo en el “gen de la proteína S” del coronavirus y no tanto en el vehículo –el adenovirus–, ya que este es diferente en cada inyección y el cuerpo no lo recuerda, lo que aumentaría la eficacia.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.