En España, más de 2 millones de personas mayores viven solas, de las cuales el 70% son mujeres (1.511.000), según la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y aunque no es lo mismo vivir solo que sentirse solo, esto supone un factor de riesgo que puede derivar en un sentimiento de soledad no deseada, no por nada llamada la "pandemia invisible" o "pandemia del siglo XXI".
Y es que, aunque no es exclusiva de las personas mayores, en ocasiones los efectos de la soledad no deseada resultan más graves en este grupo de edad, que ve cómo su estado de salud empeora. De hecho, el último Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), titulado El coste de la soledad no deseada en España, señala que las personas que sufren soledad presentan mayor prevalencia en las enfermedades, entre las que destacan la depresión, la ansiedad crónica y las enfermedades del corazón. Además, la percepción del estado de salud y de la calidad de vida es peor entre los que se encuentran en situación de soledad no deseada (el 50,3% piensa que su estado de salud es regular, malo o muy malo).
Épocas como el verano empeoran esta situación, profundizando los efectos en unos meses en que ven cómo la gente de su entorno se marcha para disfrutar de unas vacaciones. Ya sea que estas personas vivan solas, en entornos aislados, sin conexiones o simplemente se sientan solas, el verano llega a vivirse como una época difícil que para nada disfrutan.
Es lo que intentan solucionar desde la ONG Grandes Amigos (@GrandesAmigos__), donde, desde hace varios años, desarrollan un programa de vacaciones de verano con el que ofrecen a 130 personas mayores, junto con otras 130 personas voluntarias, excursiones y minivacaciones con las que poder vivir "experiencias saludables y significativas" a través de la convivencia con otros mayores y voluntarios en hoteles accesibles rodeados de naturaleza. Para ello han lanzado una recaudación de fondos.
Las personas mayores 👵🏼👴🏻se enfrentan al aumento de la soledad en verano. Grandes Amigos y Nextdoor nos unimos para facilitar que todos les ayudemos a socializar con pequeños gestos vecinales y solidarios.👉🏻 Descubre cómo en https://t.co/uvGylwyFyvpic.twitter.com/DGmGnp146R
— Grandes Amigos ONG (@GrandesAmigos__) July 15, 2023
De esta forma, y en colaboración con la plataforma digital Nextdoor (@Nextdoor), buscan paliar la soledad que sufren las personas mayores en esta época del año, una soledad tan profunda en ocasiones que hace que pasen días e incluso semanas sin ver ni hablar con nadie. Es el caso de Victoria Adrados, de 90 años.
Sus amigos la llaman Victorina, así la llamaba su madre de pequeña. Vive en Madrid y aunque viene de una familia numerosa, no tiene hijos, tampoco nietos o sobrinos, y desde un tiempo vive sola. "No tengo a nadie", cuenta sin reparos en una entrevista a 65YMÁS.
"En mi pueblo se dice: abandonado de la familia, la caridad te recoge. Pues eso me ha pasado a mí. Como fuera de cuatro personas no me conoce nadie, no saben que existo, pues a esas cuatro personas les estoy muy agradecida y les quiero mucho". De este modo, asegura que conocer Grandes Amigos le ha venido "como anillo al dedo".
Una experiencia "única"
Victorina tenía tres hermanos, pero solo le queda una hermana de 86 años que vive lejos y a la que no ve debido a la distancia. "Me gustaría verla más a menudo, pero yo no puedo ir y ella tampoco puede venir si no la traen", indica. Su marido falleció durante la pandemia del coronavirus, después de que tuviese que ingresarlo en una residencia temporalmente. "Me iban a operar y como no había nadie que pudiera hacerse cargo, decidimos eso, aunque ninguno de los dos queríamos, pero no podíamos hacer nada más".
Así, "el postoperatorio, el duelo, la pandemia... todo me ha tocado pasarlo sola", explica. "Todos hemos perdido mucho con la pandemia, pero unos más que otros. Yo, en mi soledad, he cumplido 90 años. Y si ahora a mi edad me surge algo como lo de Grandes Amigos, cuando ya no tengo esperanza, me hace sentirme muy agradecida, porque me han hecho vivir. No es que lo pasara bien, es que me han hecho vivir".
Así habla Victorina de una de estas minivacaciones que realiza la ONG, en la que participó hace unas semanas y con la que pudo pasar un fin de semana en Navacerrada, acompañada de otros participantes y voluntarios, como Amalia, a la que conoció en este viaje y de la que se hizo inseparable. "Es difícil ponerse en la piel de una. Cuando eres joven, has podido salir y disfrutas de salud, es difícil de asimilar, porque yo, aunque parezca que estoy bien, los dolores los llevo dentro y la soledad también, y eso no se ve. Estoy sola, cuando tengo que ir a algún sitio, voy sola, todo lo hago sola. Por eso, dentro de mi soledad, he vuelto de este viaje con más ánimo, con más ganas de vivir y más ganas de luchar".
Amalia y Victorina en una de las actividades, creando su recuerdo de las vacaciones
Antes de conocer la ONG, Victorina no hablaba con nadie. "Ahora me siento mejor, llorona a veces, pero por la emoción, por ver que ya no estoy sola, que aunque pasen algunos días, se interesan por cómo estoy y por lo que pienso", explica.
También ha vuelto a viajar después de mucho tiempo, algo que le gustaba mucho hacer con su marido, y también por su cuenta. "Pero la pandemia me ha dejado mayor, sin amigos. Los grandes amigos son de ahora", cuenta, todavía sin poder asimilar lo que ha podido vivir con ellos. "Casi no me lo creo, me da la sensación de que estoy viviendo un sueño que se ha prolongado hasta ese viaje que hicimos a Navacerrada".
Allí pasaron un fin de semana donde vivieron "una experiencia única", que "yo ni soñando" hubiera imaginado. "Pero lo pasé muy bien, me dieron mucho afecto y cariño, que es lo que más echo en falta. Me sentí entre amigos". Su hermana, a quien llamó en cuanto regresó para contárselo todo, "se alegró mucho de que saliera de casa, porque llevaba ocho o quince días sin hablar con nadie. Yo pongo la televisión para que haga ruido y no sentirme tan en silencio", admite.
A la espera de la próxima iniciativa
Es la primera vez que Victorina participa en una iniciativa como esta, aunque desde luego no será la última. De hecho, ya está deseando poder participar en la próxima que se realice.
Más allá de este pequeño viaje, ahora Victorina tiene a una persona que la llama habitualmente desde que se unió a la ONG hace dos meses, Esther, su voluntaria desde Córdoba. "No nos conocíamos de nada. Fue Amalia y ella quienes se enviaron fotos para que pudiéramos vernos la cara", cuenta.
Aunque explica que es "muy agradable hablar con ella", Victorina no pudo evitar sentirse algo decepcionada cuando le dijeron que la llamarían desde tan lejos. "Me habían hablado de una voluntaria que podría venir a mi casa y hablar un rato, charlar, jugar, pasear... Pero desde tan lejos es más difícil, te cuesta más abrirte a una persona así". Sin embargo, asegura que "ella ha hecho lo posible porque podamos hablar".
Tras "el buen gusto" que le ha dejado el fin de semana de vacaciones, Victorina no duda a la hora de presumir cuando puede. "Hoy precisamente he hablado con una persona que trabaja en un banco. Me ha dicho que se iba de vacaciones, y le he dicho que se lo pase bien. Pero, yo también he tenido vacaciones, le dije, antes de hablarle de Grandes Amigos", explica, asegurando que los dará a conocer a todo el que pueda, "porque todo lo que he conocido de ellos ha sido positivo".
Y es que, al final del viaje, a Victorina le preguntaron qué era lo que se llevaba de él, "y yo les dije que lo que me habían dado había sido vida, porque he salido del pozo de la soledad en el que he estado viviendo hasta ahora".
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.