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El español Joan Pons (@RoaringNurse) es uno de los 30.000 voluntarios que ha decidido formar parte del ensayo clínico de la vacuna contra el coronavirus de AstraZeneca y la Universidad de Oxford. Lleva 20 años trabajando como enfermero en Reino Unido y ha querido lanzar un mensaje tranquilizador, mostrando su total confianza en los investigadores, después de que se haya anunciado la paralización de este ensayo debido a la aparición de "una enfermedad potencialmente inexplicable" en uno de los participantes, concretamente un trastorno poco común del sistema nervioso llamado mielitis transversa.
Pons ha grabado un vídeo en el que explica que no ha recibido ningún comunicado de la farmacéutica para informar de cambios en los ensayos y recalca que la situación entra dentro de lo previsible en un ensayo clínico de estas características. "Hasta que no se aclaren las cosas lo normal es parar, porque la seguridad de las personas es lo más importante", afirma este sanitario respecto a una vacuna de la que España, en una compra conjunta de la Unión Europea, ha adquirido 30 millones de dosis, de las que espera recibir 3 millones en diciembre.
"Mi mujer estuvo tres días sin hablarme"
También recalca que aún no se puede asegurar que la enfermedad detectada en el voluntario esté vinculada a la vacuna, que en la fase en la que se encuentra se ha administrado también a personas que pueden tener problemas de salud previos. "No hay que alarmarse, hay que esperar", insiste. Asimismo, destaca el hecho de que "ahora, en la fase 3 se han ampliado el tipo de voluntarios, incluso a personas mayores de 55 años y con enfermedades crónicas" y recuerda que los participantes también sufren otras enfermedades: "Por lo tanto, pido desde aquí es paciencia y calma. Tendremos que esperar a ver lo que pasa, que parar ensayos es lo normal y además es lo que se tiene que hacer".
Pons vive en Reino Unido desde el año 2000, forma parte del equipo directivo del Hospital Universitario de Sheffield y en el año 2018 recibió el reconocimiento de 'enfermero británico del año'. Hace semanas, en distintas entrevistas, ya explicó el motivo por el cual decidió presentarse como voluntario de este ensayo clínico: "Podía hacer dos cosas: sentarme y esperar o dar un paso el frente y hacer lo que creo que tengo que hacer. Quería aportar un granito de arena. Va en mi ADN".
Eso sí, su mujer no se lo tomó tan bien: "Pensé que iba a estar de acuerdo, pero cuando se enteró se enfadó. Estuvo tres días sin hablarme. Me preguntó que qué era lo peor que me podía pasar y yo le dije que me podía dar un shock anafiláctico y morirme. Pero pasados tres meses estoy perfecto, no tengo ningún síntoma de nada y ella no tiene ya miedo, ni siquiera hoy. Han sido 30.000 personas voluntarias y solo un caso". Tras recibir la inyección sintió “algo de cansancio y un poco de dolor en el hombro”, pero desde entonces no ha notado ningún otro efecto adverso.