Las mujeres mayores rurales "no quieren seguir siendo invisibles y reclaman su papel en la sociedad", así lo destaca Mónica Ramos Toro, coordinadora técnica del Grupo Social UNATE, que reúne a UNATE, La Universidad Permanente y a Fundación PEM, con motivo del Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se celebraba el pasado 15 de octubre, y para el cual realizaron varios grupos focales en diferentes localidades donde trabajan (Gibaja, Las Rozas de Valdearroyo, Mataporquera o Campoo de Yuso) con el objetivo de conocer las reivindicaciones de las mujeres mayores rurales, así como su memoria y sus deseos. Un trabajo que "disfrutaron mucho", ya que también les ayudó a "entender la importancia que han tenido y el poco valor o reconocimiento social que se le ha dado a mucho de lo que sus madres y abuelas hacían".
De las 123.000 personas que viven en los 82 municipios de menos de 5.000 habitantes de Cantabria, el 52,57% (16.099) son mujeres mayores de 65 años, cuya tasa de envejecimiento es del 30,27%, tres puntos por encima de la general. El Grupo Social UNATE preguntó a algunas de estas mujeres mayores que viven en el medio rural sobre sus vidas, lo conseguido en los últimos años y sus reivindicaciones más importantes, testimonios que han resumido en un vídeo.
"La narrativa del vídeo va desde lo que han hecho siempre las mujeres en el medio rural, lo que ven que hacían las mujeres mayores y lo que ellas hacen ahora", explica la coordinadora técnica del Grupo Social UNATE a 65YMÁS, destacando una de las cosas que más claramente señalan estas mujeres en el vídeo, y es "lo duro que ha sido para sus madres o abuelas vivir en el medio rural, la escasez de tiempo y ocio que tenían, y la falta de recursos que siempre ha habido".
En este sentido, apunta que, aunque estas mujeres "son conscientes de que todavía faltan recursos, también están mucho más empoderadas, disponen de tiempo y sienten que pueden hacer más cosas". Algo que han conseguido, principalmente, porque "ya no tienen que estar 24 horas al día trabajando en lo doméstico. Antes, las mujeres no tenían tiempo para ellas mismas. Ahora, por primera vez, tienen muchísima más disponibilidad de tiempo para ellas".
Sin embargo, señala que "esto no quiere decir que en todas partes y todas sientan que tienen la posibilidad de hacer lo que deseen, porque tienes tiempo, pero al final si no tienes disponibilidad de espacios u otras personas con las que hacer cosas, difícilmente haces nada".
"Por eso es tan potente y son tan importantes, no solamente las asociaciones regladas, sino los grupos de mujeres, que al final son las que más dinamizan los pueblos porque los hombres participan mucho menos", destaca Ramos Toro, que insiste en que "la posibilidad del encuentro para ellas es fundamental, por eso posibilitar espacios en los que se puedan encontrar es tan importante".
De hecho, advertía en una nota, que "en casi todos los grupos las mujeres señalan que sin determinados servicios de cercanía la despoblación es una condena para sus localidades".
Fundamentales para el sostenimiento de las comunidades rurales
"Las mujeres en los pueblos han sido quienes se han encargado del trabajo doméstico, de los cuidados de toda la familia, pero también de los trabajos en el campo o el ganado. Trabajos muchas veces invisibles y poco valorados, a pesar de haber sido fundamentales para el sostenimiento de la vida y de las comunidades rurales", comienza este vídeo, que presenta los relatos de varias mujeres mayores rurales, los cuales "tienen sus luces y sus sombras" y están marcados por "los sacrificios de una carga de trabajo excesiva, pero también de haber podido disfrutar de habitar el medio rural".
Las mujeres en el medio rural "trabajábamos en todo", explica una mujer de Campoo de Yuso. "No ibas a trabajar fuera, como se va ahora, pero bastante tenía con los hijos, la casa y pocos posibles, que también influía mucho. Porque ahora dices, se me rompe una chaqueta y voy a comprar una. Pero entonces había que intentar coserla".
"Las mujeres mayores rurales en la actualidad son conscientes de que sus madres o abuelas sacrificaron su vida por la familia y la comunidad, sin tiempo para ellas mismas y sin el reconocimiento social por unas vidas de entrega", destaca también el vídeo, en el que otra mujer de Mataporquera resalta que "las mujeres mayores de antes lo tenían más difícil, ahora tenemos más oportunidades de participar".
Al mismo tiempo, destaca el papel de las asociaciones de mujeres, mayores o culturales como sostén de la vida en el rural. "Ahora estas mujeres mayores en los pueblos se organizan, tejen redes de apoyo, caminan juntas para generar espacios de bienestar personal y colectivo y alzan su voz para reivindicar mejoras en sus pueblos", continúa el vídeo, que recoge algunas de estas reivindicaciones.
Transporte público, médico y farmacia de forma continua, cajeros automáticos, más actividades de ocio y espacios donde se las tenga en cuenta, son algunas de las reclamaciones que hacen estas mujeres, que piden "que nos traten con más respeto, que somos las últimas monas del pueblo", reivindica una de las mujeres de Gibaja que ha participado en estos grupos. "Son cosas muy difíciles, pero lo tenemos que conseguir".
"Ellas son vitales en sus pueblos, sabiendo que no siempre se las tiene en cuenta ni se las reconoce como pilares de la comunidad, en parte porque ser mujeres y ser mayores las invisibiliza doblemente. Pero también saben que han dado pasos importantes para hacerse visibles y mostrar que son quienes dinamizan sus pueblos, mantienen y transmiten su cultura local y siguen siendo imprescindibles para el sostenimiento de sus familias", finaliza el vídeo.
En este sentido, la coordinadora técnica del Grupo Social UNATE lamenta que el reconocimiento de estas mujeres no se ha hecho de forma general. "En algunos lugares, algunas sienten que no son tan reconocidas y valoradas como en otros, que sí lo son más. Porque, al final, cuando hablamos de lo rural deberíamos hablar de las ruralidades porque cada pueblo es un mundo y cada lugar tiene más o menos posibilidades para el reconocimiento", explica.
Así, aunque a grandes rasgos y de forma generalizada, "si miramos hacia atrás, posiblemente las mujeres sienten que su voz se escucha más, que son más protagonistas de sus vidas, que son más importantes en las comunidades, no en todas partes lo son al mismo nivel". Es por ello que "para nosotras es muy importante, en la medida que podemos, que ellas sientan que su voz puede ser escuchada, que sientan que tienen los mismos derechos que personas de otras edades o que mujeres del ámbito urbano, y que tienen derecho a reclamar la posibilidad de seguir disfrutando de la vida aunque sean mayores".
"La gente que habita el medio rural tiene todo el derecho a reclamar derechos y poder habitar este territorio de la mejor manera posible", subraya.
"Al principio me tuve que imponer"
María Ángeles, ganadera de 61 años de Ordial de la Barca (Asturias), también ha relatado su historia. Lo ha hecho en el acto celebrado a comienzos de este mes de octubre, El rol de las Mujeres Rurales de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), que atiende a tres millones de emprendedores en situación de pobreza, 1,7 millones mujeres, de las que un tercio de ellas vive en zonas rurales.
"Al principio me tuve que imponer porque la gente llegaba a la granja y, al verme, me preguntaba ¿dónde está el dueño? Y yo decía: ¿cómo que dónde está el dueño? La dueña soy yo", explicaba, rememorando sus inicios en la cría de ganado vacuno y porcino.
María Ángeles Díez, ganadera de la Barca (Asturias). Foto: FMBBVA / Europa Press.
María Ángeles vive en Ordial de la Barca desde hace más de dos décadas. De tradición familiar ganadera, al principio no quiso dedicarse al campo y estudió un módulo de grado medio de Administración y trabajó como administrativa durante siete años. Fue la maternidad y la imposibilidad de conciliar su vida personal y profesional lo que le empujó al mundo de la ganadería, que le daba la oportunidad de organizar su tiempo sin renunciar al cuidado de su hija.
Según su testimonio, recogido por Europa Press, María Ángeles arrancó con una granja de cerdas madres y después de que su padre enfermara hace nueve años, se hizo cargo de su explotación de vacas asturianas de los valles. En la actualidad, dirige ambas ganaderías, junto a su marido.
Para María Ángeles, la ganadería en España es todavía una actividad masculinizada. Aunque reconoce y celebra que tanto el sector, como la sociedad en su conjunto están cambiando, cree que queda mucho por hacer para acabar con las desigualdades.
Entre los obstáculos que enfrenta cada día, la ganadera asturiana, que forma parte de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER), destaca la brecha digital, la conectividad, la falta de financiación y de ayudas. Por ello, le cuesta animar a las más jóvenes a que emprendan en las zonas rurales.
"La España rural no está vacía"
El presidente del Grupo Social UNATE, Modesto Chato de los Bueys, considera que tanto el Gobierno de Cantabria como la Federación de Municipios deben dar respuesta a estas reclamaciones. "Si se produce una alianza público-privada para que todos estos servicios comiencen a proporcionarse con regularidad, estaremos ganando la batalla a la despoblación", señala, apostando por estas mujeres para lograrlo, ya que pueden ser unas "aliadas dispuestas a dedicar una parte de su tiempo y energía a la transformación en positivo de la Cantabria rural".
Las mujeres mayores se enfrentan a una doble invisibilidad, "por ser mujeres y por ser mayores", insiste Ramos Toro, que señala que la mayoría de ellas "vienen de una trayectoria dura de sostenimiento de la vida, porque han criado familias, han cuidado de la tierra y del ganado, han mantenido la cultura y el reconocimiento ha sido escaso, aunque ellas mismas piden visibilidad al tiempo que reconocen que todo lo realizado también les ha proporcionado satisfacción".
Con todo, más allá de las dificultades que presenta el medio rural para estas mujeres, también destacan lo bueno que tiene, que es "todo", asegura Ramos Toro. "En realidad, muchas han vivido ahí toda la vida desde que eran niñas, otras no. Hay una enorme variabilidad, mujeres que incluso vivían, se han ido al extranjero y han vuelto", explica, resaltando que lo que tienen en común todas estas mujeres es que "están ahí porque quieren estar, porque son felices, porque les gusta su pueblo y quieren disfrutar de vivir en él. Otra cosa es que esos pueblos tengan todos los recursos que se necesita para que estas mujeres puedan vivir en ellos. Por eso son tan reivindicativas".
"Es algo en lo que nosotros insistimos siempre mucho, cuando se habla tan erróneamente de la España vaciada; la España rural no está vacía, tiene gente que vive ahí y que vive porque quiere vivir. Por lo tanto, lo que hay que hacer es pensar en cómo esas personas que están ahí pueden vivir con los mayores recursos y con el mayor bienestar", concluye.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.