La soledad no deseada es considerada por muchos como la otra pandemia del siglo XXI, que afecta de forma negativa a la salud física y mental y a la calidad de vida del 13,4% de la población en España.
Este problema también está presente en otros países, y de hecho, la Universidad de Glasgow (Reino Unido) ha publicado en la revista BMC Medicineun estudio donde aseguran que el riesgo de morir es mayor entre las personas que no tienen vínculos sociales. En otras palabras, recibir la visita de tus familiares o amigos aumenta la esperanza de vida de las personas. Los mismos efectos positivos tiene realizar una actividad grupal semanal y no vivir solo.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores trabajaron con los datos de 458.146 adultos residentes en Reino Unido que tenían entre 37 y 73 años, siendo la edad promedio de 56,5 años. A todos ellos les hicieron preguntas diversas sobre su interacción social, como con qué frecuencia se sentían solos, o si sentían que podían confiar en alguien cercano a ellos. El objetivo era determinar con qué frecuencia veían a familiares y amigos, cada cuanto tiempo participan en una actividad grupal, y qué porcentaje de ellos vivían solos.
Los participantes, reclutados entre 2006 y 2010, estuvieron en contacto con los participantes durante una media de 12,6 años. Durante este tiempo, se dieron cuenta de que las personas que socializaban y que objetivamente tenían vínculos fuertes, como recibir visitas semanales de familiares y amigos, tenían menos probabilidades de morir, que aquellos que estaban solos.
De hecho, el riesgo de muerte aumenta un 77% en aquellos que no tenían estos vínculos sociales y que además vivían solos: "También intentamos tener en cuenta muchos otros factores que podrían explicar los hallazgos, como la edad de las personas, su género, su estatus socioeconómico, si eran fumadores y más. E incluso después de eliminar esos factores de la ecuación, todavía se demostró que estas conexiones sociales eran importantes para el riesgo de muerte", explicó al medio Insider, el autor principal del estudio, Hamish Foster, investigador clínico especializado en salud y desigualdades sociales en la Universidad de Glasgow.
Un dato importante es que durante este tiempo, fallecieron 33.135 participantes, y comparando estas defunciones con las respuestas que habían dado a las preguntas, y teniendo en cuenta su edad, el sexo, la situación socioeconómica y las enfermedades previas que podían tener, se dieron cuenta de que sus conclusiones eran ciertas: a mayor soledad, mayor riesgo de muerte.
A pesar de esta conclusión tan contundente, los autores de este estudio han explicado que aún hacen falta más investigaciones para poder determinar todos los factores relacionados con la esperanza de vida y la soledad: "Nuestros hallazgos sugieren que es posible que sea necesario adaptar los consejos, las intervenciones y las políticas para abordar diferentes aspectos de la conexión social y dirigirse a los grupos de mayor riesgo. Específicamente, mostramos que medidas separadas de diferentes componentes de la conexión social pueden contribuir con diferentes niveles de riesgo de resultados adversos para la salud, y las asociaciones e interacciones combinadas de las medidas examinadas aquí sugieren que aquellos que viven solos con marcadores concurrentes adicionales de aislamiento estructural pueden representar una población que podría beneficiarse de un apoyo específico".
Recomendaciones para combatir la soledad
Tener presente la necesidad de mantener el contacto con los seres queridos varias veces por semana, para no dejar pasar el tiempo sin hablar e incrementar la sensación de aislamiento.
Mantener el contacto con el entorno social laboral tras la jubilación, posibles lazos de amistad que se han forjado con los años.
Realizar llamadas o videoconferencias con regularidad con la familia para “compartir” los pequeños momentos, el día a día.
En épocas especialmente sensibles como la Navidad, no dejar de compartir los momentos especiales, con más llamadas y encuentros reducidos con los seres queridos, teniendo en cuenta todas las recomendaciones sanitarias.
Promover las relaciones sociales en grupos reducidos, con pequeños paseos al aire libre, la práctica de deporte adaptada a cada edad, etc.
Mostrar empatía y comprensión con los sentimientos que pueden experimentar otras personas.
Potenciar el optimismo y el interés por una vida activa, adaptada a la realidad de cada persona.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.