Un año más, la Agencia Madrileña de Atención Social ha entregado los Premios a Mejor Voluntario Mayor. Esta vez, dos de los cinco galardonados forman parte del programa Mayores Maestros de la asociación Los Argonautas, que trabaja con más de 1.000 voluntarios en toda la Comunidad de Madrid. Uno de los premiados es José Toral, un antiguo electricista jubilado de 77 años que imparte, desde hace casi 10, un taller de pintura en el Centro de Mayores de Usera. “Me gusta mucho que reconozcan mi trabajo. Estoy muy alegre. Lo paso muy bien con los compañeros”, explica a 65Ymás.
Pero, si por algo destaca José, es por su fuerza de voluntad a la hora de ayudar y enseñar a los demás y por tener un interesante pasado. Nació en 1941, en una pequeña buhardilla de la Plaza Mayor, “en el número 2”. Era el segundo de cinco hermanos y pasó toda su infancia “correteando por las calles del centro de la ciudad”. A los 14 años dejó la escuela y se puso a trabajar en la empresa de su padre como aprendiz de electricista. Aunque, “no sólo nos dedicábamos a la instalación de luces sino que también nos encargábamos del sonido de los teatros”, recuerda.
En sus años como trabajador vivió toda la transformación de Madrid y, en cierto modo, el desarrollo del país. Su empresa se encargó de la reconversión de los viejos hornos de leña de las pastelerías del centro, instalando nuevos modelos eléctricos. Asimismo, montaron los primeros aires acondicionados y fotomatones de la capital. También trabajaron para la Iglesia de los Jerónimos y los conventos de Carboneras o de la Latina fueron buenos clientes suyos.
Después de la jubilación
Hace 12 años, José se jubiló, pero no quiso quedarse con los brazos cruzados. Además, en ese momento, “tenía que cuidar a mis padres que cayeron muy enfermos y me deprimí cuando fallecieron”, relata. Para salir del bache, decidió dar un cambio radical a su vida y dedicar su tiempo a lo que más le gusta: pintar.
“Primero me apunté a un curso del Ayuntamiento y, luego, me hice socio del Centro de Mayores y estuve 2 años pintando con ellos”, cuenta. “No iba a estar sin hacer nada”, justifica. Tras dos años como alumno, “se murió el voluntario” que impartía el taller y le propusieron hacerse cargo del curso. Aceptó y lleva ya 10 años desempeñando esta función. “Soy un veterano”, afirma.
José da clases todos los martes y miércoles de 16 a 19 h. y está "encantado" con sus alumnos. “Tengo unos compañeros estupendos”, comenta. “No hace falta corregirles porque todos son buenos pintores”, señala. Además, este voluntario, apasionado por "el realismo", pinta también durante sus clases. Actualmente, está en proceso de hacerle un retrato a su nieta.
Los beneficios del voluntariado
No es el único de su familia que acude con asiduidad al Centro de Mayores. Su mujer también se ha apuntado "a Cultura General y a Yoga para hacer un poco de gimnasia”, comenta. “Me ha supuesto vivir otra vida diferente”, cuenta entusiasmado. Así, José considera que en los talleres no sólo tiene alumnos, sino que muchos de ellos son ahora sus amigos. “Ha sido una suerte”, afirma.
Sus ganas de ayudar no se limitan sólo al Centro de Mayores. El voluntario colabora también con una de las parroquias de Usera, repartiendo alimentos, una vez al mes. “Descargo camiones pero ahora sólo puedo con 10 kilos”, señala riéndose y añade que lleva “muchos años en esto” y lo hace porque piensa “en los niños del barrio” y eso le hace feliz.
Para él, esta forma de afrontar la vejez, tiene que ver con su carácter. “He procurado siempre hacer amigos, hasta en la mili: me dieron un premio por ayudar a todo el cuartel. Siempre me ha gustado hacerlo”, explica. Por esta razón, José anima a todos los mayores a que se hagan voluntarios. “La vida es mucho más bonita de esta manera”, concluye.