Desde su creación en 2010, el programa Actuando por los mayores de la ONG Los Argonautas, especializada en voluntariado con y para la población de la tercera y cuarta edad, organiza espectáculos artísticos en las residencias de la Comunidad de Madrid. Suelen durar unos 80 minutos y son posibles gracias a un equipo de artistas de diversas edades que dedican parte de su tiempo libre a hacer más amena la vida de los residentes.
El objetivo principal de la actividad es que los mayores pasen un buen rato y “que, por una hora, se olviden de ellos mismos”, afirma Miguel Ángel García, un clown profesional. Lleva desde 2015 colaborando con la asociación y considera que los residentes reciben como “oro” sus actuaciones. Nunca ha “sentido que nadie protestara, ni dijese: 'No vengáis más'", sino todo lo contrario.
Antes de empezar con Los Argonautas tenía una larga experiencia como voluntario. Un día, alguien le dijo: “Oye, vente al hospital a actuar para los niños”. No se lo pensó dos veces y empezó como voluntario en varios centros hospitalarios de Madrid. Pero, al cabo de un tiempo, pensó: “Los adultos son los más recompensados por el sistema, tras ellos, los niños tienen un poquito menos pero, en el caso de los mayores, son los que menos tienen. Hay pocas cosas pensadas para ellos”. Por ello, tras ver un anuncio en Facebook de la asociación, decidió unirse a ella y comenzar a trabajar en el programa Actuando por los mayores.
Su papel en el show es dinamizar la función. Presenta las actuaciones y trata de improvisar para que en cada espectáculo salga “algo nuevo”. “Esa frescura es graciosa”, comenta. En su opinión, los residentes piden sobre todo que se les alegre no están ahí, como mucha gente puede llegar a pensar, para hacer “terapia”. “Por mucho que quiera no voy a curar a nadie”, explica. Aún así, afirma que: “Esto suma. Si algo tarda en cicatrizar un mes, con estos espectáculos tarda 15 días. Es necesario”, añade a modo de metáfora.
La música como vía para despertar emociones
“La relación con los mayores es, en muchos casos, pasajera. Pocos te recuerdan. La emoción es inmediata”, señala Mariella Köhn, una cantante y psicopedagoga de origen peruano que también participa en el programa Actuando por los mayores. Además del humor, el componente central de estos espectáculos es la música. “El mes pasado había una fila de señoras en sillas de ruedas que prácticamente no abrían los ojos. Pero, cuando empezó a sonar la música, los abrieron”, comenta la artista. Según ella, a través del cuarto arte se pueden activar “recuerdos que suelen ser positivos”.
Mariella también busca que su actuación sea “interactiva”. Por una parte, trata de amoldarse a los gustos de su público: “Les digo: ‘¿Quieres un tango o una de María Dolores Pradera?’. Casi todas tienen la misma edad y se reconocen en estas canciones: rancheras, pasodobles, coplas…”, explica. Y, por otro lado, intenta que las asistentes formen parte de su pase musical’: “Cojo latitas de bebida y las lleno de lentejas o arroz y creo maracas para trabajar la parte física. Al final, es como si yo estuviese llevando una orquesta”, cuenta.
La cantante lleva un año en Los Argonautas y está “encantada”. “Soy muy cercana al tema de los mayores porque tengo una madre de 95 años con un proceso de demencia, me pareció una buena oportunidad para aprender cómo comportarme con ellos”, comenta. “A nivel personal, me sirve para hablar con las enfermeras. He aprendido muchas cosas relacionadas con la demencia”, explica. En su opinión, el balance que saca de actuar frente a los mayores se podría resumir con dos palabras: “alegría y aprendizaje”.
Un 'show' profesional para un público exigente
Otra de las intérpretes de la asociación es Melisa de las Heras. Ha trabajado con diferentes compañías cantando zarzuela y ópera y, desde hace 11 años, tiene la suya propia: Zarzuguiñol, con la que pretende acercar este género español a los niños. Desde que empezó a colaborar con la asociación, “hace cuatro o cinco años”, intenta compartir su pasión por estos géneros musicales con los mayores.
La artista considera que son un público muy agradecido. “El otro día había una señora que me contaba que tenía el bono del Teatro Real”, comenta la intérprete. Y añade: “Cualquier cosa no vale. Es importante la calidad de lo que se les ofrece. Mis actuaciones me las preparo como si fuese a cantar para uno de mis conciertos. Son como todo el mundo, igual de exigentes que los jóvenes”.
Debido a la calidad de sus actuaciones, los asistentes acogen los espectáculos con mucha ilusión. “He oído que, cuando vamos a cantar un sábado, están toda la semana preguntando: ‘¿Cuándo vienen? ¿A qué hora?’. Las mujeres se visten y se ponen más guapas ese día”, concluye.