Las residencias de mayores se han librado del plan de ahorro energético que entró en vigor el pasado miércoles 10 de agosto. Entre las principales medidas que incluía esta norma estaba "el apagado de iluminación a partir de las 22:00 horas en escaparates y en edificios de uso público cuando estos estén vacíos, o los nuevos límites de 27º para el aire acondicionado y 19º para la calefacción en los meses de invierno". Todas estas iniciativas tendrán una vigencia hasta el 1 de noviembre de 2023.
Eso sí, esta obligación no se aplica en hospitales, centros de salud, guarderías, colegios, institutos, universidades, gimnasios, peluquerías, lavanderías, dentro de los medios de transporte y, tal y como mencionábamos, tampoco las residencias tienen que acatar esta nueva norma.
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cuál es la temperatura más adecuada para los mayores que viven en un residencia?
Los expertos responden
"Es difícil establecer las temperaturas óptimas en interiores para los mayores, porque dependen de cada individuo (peso corporal, niveles de hidratación, tipo de dieta...) y de los problemas de salud que puedan tener. Lo cierto es que los mayores son muy sensibles al calor y al frío. Y, además, pueden no darse cuenta de que están en un ambiente u otro y no reaccionar a tiempo", nos explica a 65YMÁS, Fernando García, epidemiólogo y portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública (@amasap).
Dicho esto, García López cree que la nueva ley ha hecho bien en excluir a las residencias de esta obligatoriedad: "Está justificada la excepción. El rango de temperatura óptimo para los mayores abarca desde los 18 °C hasta los 25 °C, aunque no hay estudios concluyentes como para establecer recomendaciones más exactas. Unos investigadores australianos publicaron que una temperatura de 22,6°, con un rango entre 20° y 26°, era la que se asociaba con menores episodios de agitación en los residentes de instalaciones geriátricas con alzhéimer, aunque por este estudio no se puede establecer una relación causa-efecto clara. En algunos países, se establece por ley que la temperatura ambiente en las residencias de mayores se sitúe entre los 22° y los 27°".
Por su parte, la doctora María Sainz, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, nos recuerda que "la temperatura corporal de las personas oscila entre los 36,1 a 37,2 °C y su confort térmico está relacionado con la temperatura y humedad ambiental, así como el viento, la evaporación y la radiación. Todos estos efectos de pura Física medioambiental pueden verse afectados individualmente por muchos factores como son la edad avanzada, la toma de medicamentos, los problemas endocrinos, neurológicos, trastornos mentales (demencia senil, anorexia) y un estado de vida inmovilizada entre otras situaciones. Así que no es baladí hablar de la temperatura y del aire acondicionado en centros residenciales, máxime habiendo sufrido olas de calor extremas con grandes posibilidades de repetición tanto en máximas en verano como mínimas en el invierno por las alteraciones ambientales".
"Las personas de edad avanzada suelen tener alrededor de 35°C su temperatura corporal, por todo lo anunciado anteriormente y también dependiendo de su grasa corporal. Así que mantener un equilibrio de entre 22 a 24 °C durante el día y unos 18 a 20°C por la noche, estará dentro de los límites adecuados, pues las sensaciones térmicas individuales se deberían acompañar con abrigar un poco más a las personas frioleras y por el contrario aligerar de ropa a las más calurosas. También debemos evitar las corrientes fuertes de aire y/o los aires acondicionados directamente sobre los cuerpos de las personas", considera la doctora.
Hay que cuidar la calidad del aire
"Las condiciones del aire en las residencias donde viven, comen, duermen y se relacionan las personas mayores más del 90% de su vida tiene que tener una gran calidad para buscar el confort térmico de los usuarios y también de las personas que allí trabajan. La calidad ambiental puede verse afectada por los propios contaminantes del aire interior (polvo en suspensión, CO2, CO, bacterias, hongos, virus, además de la contaminación externa) así que la climatización adecuada tiene que ir acompañada con la limpieza y mantenimiento técnico de los sistemas de climatización y mantener una humedad relativa entre 40-50% (pues <20% de humedad se producen infecciones respiratorias y >80% de humedad abundan los ácaros y hongos), además de la aireación, limpieza y desinfección diaria de habitaciones, recepción, comedor, pasillos y zonas comunes. Hay que atemperar el aire interior en invierno y en verano un aire acondicionado adecuado para evitar sofocos y calor. Además de agravar algunas patologías ya presentes. Las temperaturas extremas nos tienen que llevar a extremar las medidas de los cuidados para mantener el confort medioambiental", opina la doctora Sainz.
En la misma línea se sitúa Daniel López Acuña, exdirectivode la Organización Mundial de la Salud: "Las residencias geriátricas deben mantener una temperatura adecuada para asegurar que las olas de calor no afecten a las personas que viven en ellas. Tal como lo establece el decreto deben ser espacios de excepción del ahorro energético para asegurar que no se corran riesgos en personas que son altamente vulnerables", comienza explicando el experto.
"Es muy importante que los espacios de las residencias estén bien ventilados y mantengan temperaturas de entre 20 y 22 grados. Como también será importante en el invierno que no se apliquen acciones de ahorro de energía en calefacción y no se tengan temperaturas bajas por debajo de los 20 grados. De alguna manera hay que entender que los espacios de las residencias son como 'incubadoras' que deben mantener temperaturas óptimas para personas cuya edad y cuyas comorbilidades les hacen mas vulnerables", opina.
Recomendaciones para los mayores y las temperaturas
"Ni que decir tiene, en invierno los mayores tienen que abrigarse adecuadamente, con el número de capas de ropa necesario; tienen que beber suficientes líquidos, como bebidas calientes, para mantenerse hidratados; tienen que practicar ejercicio en interiores en la medida de lo posible y minimizar el tiempo en que están quietos, y tienen que evitar las corrientes producidas por puertas o ventanas mal cerradas", opina Fernando García.
"Y en verano, las medidas adicionales básicas son mantenerse bien hidratado, sobre todo a base de agua —nunca esperar a beber solo cuando se tenga sed—, evitar la toma de alcohol y de las bebidas azucaradas; mantenerse en la sombra y huir del sol (y protegerse de él con sombreros de ala ancha, gafas de sol y crema solar con un factor de protección del 15, como mínimo); comidas ligeras; llevar una ropa ligera, holgada, de colores claros y con tejidos naturales; estar en ambientes cerrados y frescos; no practicar ejercicios durante las horas de más calor; mantener las ventanas abiertas por las noches y ventilar la casa al comienzo de la mañana y al atardecer para refrescar las estancias; evitar en lo posible fuentes de calor añadidas, como el horno; si la temperatura es superior a 32°, no refrescarse con abanicos o con ventiladores —desaconsejables, por otra parte, porque pueden propagar los virus en caso de brotes de COVID-19 o de otras infecciones respiratorias—, y quitarse el calor de vez en cuando con duchas o baños frecuentes con agua fresca", continúa recomendando el experto.
"Es decir, se trata de combinar el consumo energético para la calefacción y el aire acondicionado, que debe ser mayor en las residencias de mayores, con otras medidas sin coste —algunas de las cuales sirven para reducir el consumo energético— que contribuyen a mejorar el bienestar térmico de los residentes", concluye García.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.