La nueva normalidad ha durado poco tiempo en Lugo y Lleida. Estas dos provincias, que no habían tenido un gran impacto del coronavirus durante la primera ola de la pandemia, han sufrido dos rebrotes que han obligado a confinar las comarcas de A Mariña (Lugo) y Segriá (Lleida), donde se han contagiado, desde finales de junio, 119 y casi 400 personas, respectivamente. En el primero de los casos, las autoridades relacionan el aumento de infectados con posibles contagios en bares entre población joven y, en el segundo, el origen se estima que vino de contagios entre temporeros.
En total, más de 270.000 personas en toda España han vuelto a una suerte de encierro relativo en el que se combinan medidas de las fases 1 y 2 de la desescalada, donde los ciudadanos pueden moverse libremente por sus áreas sanitarias, pero no salir de éstas. Además, tampoco se permiten reuniones masivas, se han clausurado espacios como parques o plazas en algunos municipios, se han restringido las visitas a residencias de mayores y se recomienda el uso casi constante de mascarilla, así como el distanciamiento social. Incluso algunos municipios de zonas fronterizas han decidido tomar medidas restrictivas, aunque no se encuentren bajo confinamiento, como Valdés, en Asturias, que ha suspendido mercadillos y cerrado albergues de peregrinos por el brote.
En el caso de Lleida en concrero, preocupa el incremento de pacientes en planta de hospital que roza el medio centenar, un hecho, que ha provocado que en la Generalitat valoren alargar el confinamiento más de dos semanas y que se restrinja aún más la movilidad. Pero este brote no sólo preocupa a las autoridades sanitarias, sino también a la propia población de la comarca y, sobre todo, a los más mayores que, según Mari Carmen, portavoz de la Unión de Pensionistas Democrática (@MayoresUDP) en Lleida, son los "que mantenían mayor precaución frente al virus y los más vulnerables".
"La gente le ha vuelto a tener respeto al virus. Sigue aquí y es una señal. Lo vivimos con cierta incertidumbre y expectativa a ver qué pasa y a ver si se puede controlar. Ciertamente, empezamos a tomar conciencia de la situación", explica.
El brote de A Mariña deja tocado el sector turístico
También se muestran muy preocupados por su situación epidemiológica en A Mariña, donde el confinamiento durará, por ahora, cinco días (hasta el viernes), aunque cabe la posibilidad de que se pueda alargar más. "Lo vemos con mucho miedo. Supongo que si esto sigue, nos volverán a cerrar", reconoce Edita Méndez, una vecina de Foz (uno de los 14 municipios confinados de esta comarca).
En su caso, ha tratado de restringir sus salidas, pero aun así, ha podido constatar que el cierre de la comarca ha provocado que muchas personas que estaban de vacaciones en la localidad se fuesen antes del confinamiento. "En verano pasamos de 10.000 a 40.000 personas. Hay muchos pisos turísticos y el domingo ya se veían las casas cerradas. Se nota que se marchó gente", asegura.
Incluso, sostiene Méndez, se han repetido comportamientos que no se habían visto desde el inicio de la pandemia, como que vecinos realicen grandes compras.
Por su parte, el alcalde de Foz, Francisco Cajoto, conviene asimismo que la situación "es complicada", puesto que tanto su municipio, como Burela y Xove, son los que tienen la situación epidemiológica más delicada de la comarca. "Nadie deseaba un rebrote y menos en la temporada estival, con lo que ello conlleva", apunta. Y es que este nuevo confinamiento podría dejar tocada la economía de la zona, según Cajoto. "Es un golpe para el turismo", afirma.
Y basta preguntar a cualquier hotelero de la zona, como Antonio Graña, director del Parador de Ribadeo (también en el área sanitaria de A Mariña), para ver que este nuevo cierre va a tener consecuencias nocivas para el sector. "Lo vivimos con mucha tristeza. Y nos sorprendió, porque desde el 25 de junio habíamos tenido una respuesta excelente. La previsiones eran muy buenas. No lo esperábamos", asegura. "La verdad, la tarde del domingo (previo cierre) fue extraña. Recordaba a aquellos días de cuarentena, con poco movimiento. De repente, la gente interiorizó que era bueno meterse en casa", relata.
Por ahora, no han "cerrado" el hotel, pero Graña reconoce que muchos clientes, al darse cuenta de que se iba a cerrar la comarca, decidieron abandonar el Parador. Aun así, añade, siguen teniendo reservas "para la semana que viene", una vez pase este confinamiento.
El papel de la Xunta de Galicia
Con todo, en la situación actual lo que es prioritario es protegerse, señala por su parte Cajoto, el regidor de Foz. "Ahora más que nunca, hay que ser responsables", comenta. Y no sólo le pide sensatez a la ciudadanía, sino también a las propias administraciones autonómicas que han delegado en los municipios de la comarca parte de la gestión de la pandemia. "Estamos haciendo un sobreesfuerzo enorme. Colaboramos con la Xunta pero recibimos con sorpresa que nos traspasasen la responsabilidad del control a nosotros, cuando no tenemos ni los medios ni la formación ni el material ni los datos. Hay incluso ayuntamientos que no cuentan con policía local. Debe ser la Xunta la que tome el liderazgo", critica.
Y no sólo es algo que piensa el alcalde sino que organizaciones de la sociedad civil en la zona, como el Movimento Galego pola Defensa das Pensións, también comparten la opinión de este regidor. "Da la sensación de que se lavan las manos", apunta Evaristo, un médico jubilado de Ribadeo miembro de este movimiento.
Asimismo, el sanitario denuncia que se haya anunciado un confinamiento de sólo cinco días, aunque puedan ser prolongables. "Es un poco ridículo. No me gusta descalificar a las personas que están gestionando este brote, pero tiene un periodo de desarrollo de dos o tres semanas y los casos van en aumento. Plantearse un horizonte de tan pocos días no parece lógico", critica.
"Todo el mundo piensa que es una medida oportunista, porque las elecciones son este domingo. Incluso algunos nos estamos planteando la necesidad de que se suspendan, si no se ofrecen garantías. La Xunta nos dice que nos ofrece la movilidad, pero ya nos podemos mover solos, no les necesitamos. Lo que nos hace falta es seguridad. Pero es difícil, porque el brote está en un momento de expansión y afecta a gente con mucha movilidad como los jóvenes", afirma.
No obstante, cabe recordar que, por parte de la Xunta, no ven peligroso celebrar los comicios. "Ir a un colegio electoral el domingo es lo mismo que ir a una farmacia", ha dicho el presidente gallego y líder del PP en la Comunidad, Alberto Núñez Feijóo, este lunes en el Nueva Economía Forum.